Del mito al lógos: panorama general de pensamiento de los ss VI y V a. C.
El nacimiento de la filosofía fue caracterizado por W. Nestlé con la conocida expresión del “paso del mito al lógos”. Con esto, el filólogo alemán describe una importante transición en la manera de pensar de los griegos, que fueron capaces de dejar atrás un pensamiento mítico, que encontraba en los dioses la explicación a lo que ocurre en la realidad, para ir acercándose a un pensamiento lógico, que aspira a descubrir las causas de los fenómenos. Este proceso, que durará siglos, fue iniciado por los pensadores llamados, quizás de un modo despectivo, presocráticos, y es en ellos donde encontramos el germen de toda la filosofía occidental. Aunque su manera de responder las preguntas pueda resultarnos en algunos casos ingenua o infantil, hemos de valorar de una manera justa su capacidad de interrogación y de análisis, y especialmente su capacidad de no conformarse con un tipo de explicación que ya venía dada por la tradición a través de los mitos. Estos primeros filósofos, o quizás habría que decir sabios, se enfrentaron al pensamiento dominante de su tiempo, poniendo en juego una manera muy distinta de conocer la naturaleza. Se preguntaron por aquello que les resultaba más cercano, convirtiéndolo en engima y misterio: ¿Cuál es el origen, el princiupio material (arché) de todas las cosas? Esa fue la pregunta esencial que dió origen a la filosofía occidental. Tratando de resumir las posturas más importantes cabe destacar las siguientes teorías:
- Monistas: para estos autores, el origen de la naturaleza ha de encontrarse en un único elemento, que Tales identificará con el agua, Anaxímenes con el aire y Anaximandro con el apeiron, término que suele traducirse como “lo ilimitado”. La intuición fundamental de los dos primeros es que existe una conexión innegable entre la vida y elementos naturales como el agua o el aire. Por su parte Anaximandro muestra su acuerdo con el monismo, pero al señalar el apeiron como el origen pretende dotar a su respuesta de una mayor abstracción, elaborando uno de los primeros conceptos de la historia de la filosofía.
- Pitagóricos: el grupo formado por los pitagóricos era más una secta religiosa que una sociedad matemática, científica, filosófica o intelectual. Entre sus propuestas había creencias como la transmigración de las almas, incorporada de las religiones órficas, así como una multitud de supersticiones y ritos. La idea filosófica que más nos interesa es su concepción del número como arché, como origen y clave explicativa del universo. Se trata, en el fondo, de una racionalización de la realidad, y de una aspiración a explicar todo lo real en clave matemática. Aunque esta idea tenga un significado claramente religiosos entre los pitagóricos, será incorporada a la ciencia como uno de sus ejes fundamentales. Estamos por tanto ante la formulación de un racionalismo mezclado con una visión religiosa y un tanto mística del universo, pero hemos de valorar el calado filosófico de su propuesta, que influirá en pensadores posteriores como Platón.
- Heráclito de Éfeso: para este autor, el fuego es el origen de todas las cosas. Con todo, este fuego no ha de entenderse en un sentido físico, material, sino simbólico: para Heráclito la contradicción es el fundamento último de lo real, por lo que la lucha de contrarios es lo que proporciona el equlibrio a las cosas. En consecuencia la realidad es guerra y lucha, y el cambio permanente de la naturaleza es lo ùnico que podemos constatar. A través de las sentencias de Herálicto (“todo fluye”, “la guerra es el origen de todas las cosas”, “nadie se baña dos veces en el mismo río”) accedemos a una visión fenomenista de la realidad, y a la primera teoría empirisita de la historia de la filosofía. Como se ve, las preguntas y la manera de responderlas van evolucionando muy rápido, y en Heráclito aparece ya una intención metafísica y un pensamiento abstracto, impensable en los orígenes de la filosofía.
- Parménides de Elea: influenciado por los pitagóricos, este autor defenderá tesis contrarias a las de Heráclito. Negará la existencia del cambio, que es para él un engaño de los sentidos. El filósofo de Elea defiende la existencia de un ser inmutable, eterno, infinito, perfecto... al que sólo accedemos por medio del pensamiento. En un extraño poema, difícil de interpretar, mezcla ideas religiosas y filosóficas ofreciendo argumentos en favor de la primera teoría racionalista de la historia, así como a una visión esencialista de la realidad, ahondando aún más en esa tendencia metafísica de Heráclito.
- Los pluralistas: ante la imposibilidad de superar la oposición teórica y conceptual de Heráclito y Parménides, los pensadores optaron por retomar el enfoque naturalista, devolviendo el protagonismo al arché, pero tratando de buscar respuestas que ampliaran las teorías monistas. El pluralismo trata de encontrar en una diversidad de elementos el origen de la naturaleza. Un primer ejemplo lo encontramos en Empédocles, que identifica los cuatro elementos, presentes ya en la cultura griega, como el origen de todo y el amor y el odio como fuerzas motrices de los mismos. Por su parte, Anaxágoras afirmará que existen semillas (spermata) de todas las cosas, y que existe una inteligencia superior (nous) encargada de ordenar la naturaleza, responsable por tanto de la situación de equilibrio (homeomería) en que la vida es posible. Un paso más allá darán Demócrito y Leucipo: para ellos basta con los átomos y el vacío para explicar la naturaleza. El azar es la única fuerza que impulsa los átomos en el vacío y no es necesario apelar a la existencia de ningún tipo de dios. Esta teoría asentará las bases del materialismo moderno, siendo en cierta manera la traducción “naturalista” de la polémica entre Heráclito y Parménides, ya que Demócrito y Leucipo admiten la existencia del ser (átomos) y del no ser (vacío).
Con el materialismo de Demócrito y Leucipo, se termina todo un ciclo de pensamiento centrado en la naturaleza y en el intento de explicar la realidad. Como se ha visto, el paso del mito al lógos nace con el planteamiento de interrogantes que buscan el origen de las cosas, pero en poco tiempo da lugar a respuestas cada vez más complejas y profundas, que están elaborando las ideas centrales de toda la historia del pensamiento occidental. Esta intención naturalista irá dejándose de lado con la aparición de Sócrates y los sofistas. Lo natural, aquello que es universal y no puede cambiar a voluntad del hombre, será desplazado como objeto de la reflexión filosófica, dejando espacio a la convención humana, por lo que el debate entre Sócrates y los sofistas girará en torno a la vida del hombre en la ciudad. Esta tendencia ya está anticipada en una de las frases que se atribuye a Demócrito, que nos puede servir de colofón para comprender la filosofía presocrática y como anticipo de la disputa de Sócrates y los sofistas: “Por convención, el color; por convención, lo dulce; por convención, lo amargo; pero en realidad átomos y vacío ”