Una de las áreas filosóficas más divertidas y entretenidas es, sin lugar a dudas, la lógica. No sólo porque a menudo nos puede llevar a consecuencias que a primera vista nos pueden parecer irracionales, sino fundamentalmente por la aspiración a ser un conocimiento bien elaborado. Todos, nos guste o no la filosofía, aspiramos a ser lógicos, y disfrutamos en mayor o menor medida con los juegos lógicos. El problema de estos es precisamente que algunos nos conducen a situaciones paradójicas que no se puden solucionar. Para quien tenga interés en el tema citamos a continuación cinco de los más conocidos:
- Las paradojas de Zenón de Elea, relativas al movimiento: ¿Cómo explicar el movimiento que es continúo a partir de la suma de momentos discretos"
- Paradoja del mentiroso: ¿Qué valor de verdad tiene la proposición "esta proposición es falsa""
- Paradoja de Russell: ¿Puede existir el conjunto de todos los conjuntos que no pertenecen a sí mismo"
- Juego de la caja de Newcomb: ¿Es posible engañar a una inteligencia capaz de adivinar lo que vamos a escoger"
- Paradoja de Arrow: es imposible elegir de una manera democrática, racional y eficaz.
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