
Ahora que se aproxima el nuevo año (siempre andamos personificando el tiempo...), todo el mundo se dedica a un doble ejercicio. En primer lugar, repasar todo lo que ha ocurrido durante el año pasado, y, en segundo lugar, mirar confiadamente al año que entra, y llenarse de deseos y promesas que, por lo general, no tardan en ser olvidadas. Así que antes que caer en el olvido, prefiero echar la vista a atrás, pero no del modo en que suele hacerlo todo el mundo.