Una de las ramas más importantes de la filosofía es la teoría del conocimiento. Hay quien la llama también gnoseología y otros epistemología; ya se sabe, los filósofos siempre con sus vocabularios específicos y sus distinciones... El caso es que por encima de nombres raros, las preguntas que se plantea esta disciplina no son nada triviales: ¿Cómo conoce el ser humano" ¿Qué facultad de conocimiento resulta más importante en nuestro acercamiento a la realidad, la razón o los sentidos" ¿Es posible una colaboración entre ambos" ¿Puede el ser humano conocerlo todo, o hay unos límites que jamás podremos superar" Son preguntas a las que, de un modo u otro, han contestado todos los grandes filósofos de la historia. Como ocurre en otras ramas de la filosofía, estas cuestiones se han de enfocar, también, desde la ciencia. Los filósofos no pueden perder de vista las aportaciones de los científicos si quieren estar puestos al día y resolver sus interrogantes con rigor y seriedad.
Desde el campo de la lógica y las matemáticas, Kurt Gödel demostró los teoremas de limitación. Se trata de demostraciones complejas, pero una de las conclusiones que se desprenden de ellos es bien sencilla: cualquier intento de expresar las matemáticas a partir de un conjunto de fórmulas lógicas tendrá como consecuencia que este mismo conjunto pueda generar fórmulas "indecidibles", es decir, fórmulas cuyo valor de verdad (o cuya consistencia con el resto) no puede ser determinado de un modo definitivo. Dicho de otro modo: no seremos capaces de demostrar si algunas fórmulas son compatibles con el sistema o no, no podremos saber si algunas fórmulas son verdaderas o no. Las interpretaciones de los teoremas de Gödel trascienden la propia lógica, y una de ellas podría ser precisamente esta: la razón tiene sus propios límites, y existen teoremas que no podrán ser demostrados nunca.
Pero a los límites de la razón hemos de unirles los límites de la experiencia. Tres años antes de que Gödel demostrara su teorema de la incompletitud, Heisenberg había enunciado el famoso principio de indeterminación: cuando se estudia el movimiento de partículas elementales, las partículas de luz que se envían para determinar su posición y su movimiento afectan a ambas variables, por lo que es imposibles determinarlas de un modo simultáneo. O la posición o el movimiento. Ambas cosas a la vez son imposibles. Con este principio se rompe el prejuicio de que la ciencia sea objetiva, pero también el de que pueda conocerlo todo. Con la física cuántica hay que dejar sitio para la incertidumbre y la probabilidad, para un conocimiento menos seguro que el pretendido por los mismos científicos. El conocimiento humano influye en lo conocido, y debe aceptar además ciertos límites que no puede traspasar. De esta forma, aportaciones científicas en principio tan dispares como la de Heisenberg o Gödel, deben ser tenidas muy en cuenta por los filósofos que quieran dedicarse a la teoría del conocimiento. ¿Tiene límites el conocimiento humano" Contestar esta pregunta al margen de la ciencia es, desde hace ya unas décadas, una imprudencia filosófica imperdonable.
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