Basta coger cualquier periódico o ver incluso el más contaminante de los telediarios (da igual la cadena, eso lo dejamos a gusto del consumidor) para poder profundizar un poco en nuestro tiempo y hacernos una pregunta que por aparentemente estúpida merece el más alto grado en la escala "filosófica" (si es que hubiera tal escala de preguntas filosófica): ¿por qué pasa lo que pasa" ¿Cuál es la causa de lo que ocurre, de lo que está en portada del periódico, de la primera noticia de la sección nacional o internacional" Un preguntarse por el presente que, en último término, podría desbordarse hacia el pasado, terminando así en la pregunta por las causas de la historia, por su dinamismo interno. Una pregunta que, desde teorías opuestas, respondieron Hegel y Marx. Para el primero son las Ideas (el espíritu, decía él) las que mueven la historia, que sería el desplegarse de la conciencia y la libertad. En las antípodas, Marx afirmara que el mundo se mueve por las relaciones económicas que genera cada modo de producción. ¿Con cuál de los dos nos quedamos"
Puede que sea demasiado optismista e ingenuo afirmar que son las ideas las que hacen que el mundo cambie. Que la lucha por la libertad y la autonomía es la que mueve a las gentes, y que se puede apreciar una evolución en la historia que confirma esta teoría. Pero el polo opuesto resulta algo triste y miserable: pensar que el acontecer de la humanidad está dirigido por los modos de producción, por el dinero y la economía es una visión un tanto pobre del mismo. El problema, como tantas otras veces, es cómo conjugar ambas fuerzas motrices. ¿Por qué se produjo, por ejemplo, la revolución francesa" ¿Era el lema de "igualdad, libertad y fraternidad" lo que empujaba a la población que se rebeló contra la monarquía absoluta" ¿O fue, por el contrario, una situación de explotación y de miseria insoportable la que alentó a la masa a levantarse contra el autoritario poder de la monarquía"
A estas alturas, muchos lectores tendrán en la cabeza una posible solución al problema: ni las ideas, ni la materia, sino las dos cosas. Podríamos buscar ejemplos de sucesos históricos relevantes que vinieron provocados fundamentalmente por las ideas, mientras que otros casos estarán motivados por las condiciones económicas. Cualquier solución unilateral me parece escasa y pobre. El idealismo planteado por Hegel no sólo termina ignorando al individuo, sino que adolece de vista cansada: deslumbrado por el esplendor de las ideas, es incapaz de detectar las situaciones de miseria que pueden estar en la raíz del devenir histórico. El marxismo, sin embargo, es un tanto miope: perocupado por identificar las circunstancias materiales que alumbran cada uno de los procesos históricos, se olvidan de que el ser humano es capaz de pensar, de procesar información y actuar en consecuencia, según sus propias ideas, intereses y criterios. En general, podríamos admitir como principio que no hay materia que no termine produciendo ideas, ni ideas que estén completamente desconectadas de la materia. Por mucho que esto pueda molestar tanto a los idealistas como a los materialistas...
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