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De lo caro y lo barato (en educación)

A partir de cierto anuncio indecente

Desde que la TDT ha venido a salvar nuestras aburridas y anodinas vidas hay un entretenimiento más para ese tiempo muerto que son los anuncios: zapear. Se me dirá que ya se hacía antes. ciertamente, pero no con la profusión y profundidad que nos brinda el disponer de más veinte canales entre los que elegir. ¿Qué encontraremos en el próximo canal" Como diría un buen amigo: "nunca se sabe". Teniendo en cuenta la calidad de nuestra oferta televisiva, el zapeo se puede convertir casi en un deporte de riesgo: se puede uno encontrar con auténtica demagogia. Al pasar por cierto canal de cuyo nombre no quiero acordarme, me topé con un anuncio en el que se comparaba el precio que el estado paga por cada alumno en la escuela pública y en la escuela concertada. Como era un anuncio televisivo no se especificaba cómo se había realizado el cálculo, pero sí se señalaba la diferencia escandalosa entre uno y otro sistema. El lema de conclusión rezaba más o menos: la enseñanza pública es más cara y de peor calidad. Por el cheque escolar, ya.

Supongamos que fuera cierta la cantidad que pregonaba el anuncio. De ahí a concluir abiertamente que la enseñanza pública es más "cara" y de "peor calidad" va un abismo. Entre otras cosas, porque conceptos como el de caro y barato no son tan fáciles de definir. Los mismos elitistas que predican estas soflamas, son los que suelen apostar por lo "más caro" como seña de identidad. Y es que al final, como se suele decir, puede pasar también que lo barato salga caro, incluso en un terreno como el educativo. Comparar "precios" educativos sin comprar servicios y tareas sociales es tan estúpido como afirmar de forma ramplona y superficial que la enseñanza pública es "de peor calidad". Entre otras cosas, porque el tema de la calidad educativa puede venir muy regulado por empresas, auditorías y normas. Pero de ahí a la realidad hay mucha distancia: primero díganme qué es calidad educativa, y luego ya etiquetamos y calificamos. No sea que vayamos a abrir una guerra que probablemente no interese ni a unos ni a otros.

El tema del cheque educativo siempre me ha despertado ciertos recelos. No porque esté en contra de la competencia y de la exigencia de rigor, tanto en la enseñanza pública como en la concertada. El problema de fondo es que las condiciones de partida no son las mismas, por lo que colocar en una situación "de mercado" ambos modelos de enseñanza difícilmente encajaría con unos requisitos elementales de justicia. Probablemente, estamos una vez más ante una mascarada que mana de la cobardía: quienes no se atreven a defender públicamente la privatización de la enseñanza, abogan por mecanismos indirectos que podrían ser tan sólo un primer paso hacia reformas de más calado. Aunque a algunos no les guste, un sistema público de educación vertebra la sociedad y es la única oportunidad de cambio y progreso para muchas familias y adolescentes. E independientemente de que estemos a favor o en contra del cheque educativo, afirmar en una televisión que la enseñanza pública es peor y más cara es tendencioso y malintencionado. Si así entienden algunos la libertad de expresión, se lo tendrían que hacer mirar. ¿Qué es caro y barato en educación" ¿Qué es la calidad" Que vengan, y me lo expliquen...

Querido articulista: Gracias por tratar el cheque escolar aunque desde una perspectiva que no comparto. Sin embargo sacarlo a la luz a raíz del anuncio realizado por Intereconomía es algo bueno porque los debates públicos creo que enriquecen y hacen que la gente pueda aportar ideas y limarlas en debate con otros. Respecto al coste de una plaza en un centro estatal y en un centro de iniciativa social hay que preguntarse por qué no informan las distintas administraciones. Debía ser un dato público al alcance de todos los ciudadanos. ¿No te parece? Pocas Administraciones han informado de lo que cuesta al dinero de todos, al arca común, una plaza. La Comunidad de Madrid lo hizo hace unos años y dio las cifras de 3.600 (estatal) y 2.600 (iniciativa social). Para el conjunto de España la diferencia puede ser aún mayor pero al menos parece que hay 1/3 de ahorro en la escuela de iniciativa social que en la estatal. Es algo que debemos estudiar La idea del cheque favorece principalmente a los que ahora no pueden elegir. ¿Quién puede ahora elegir? Los de rentas altas incluidos algunos políticos que hablan mucho de la escuela estatal y luego llevan a sus hijos a la privada de élite (p ej colegios alemanes) ¿Quiénes no pueden elegir? Los padres de rentas bajas y medias. El cheque daría a todos los padres, pero especialmente a esos de rentas menos altas, la ampliación de sus opciones pues podría escoger muchos más colegios Sería importante abordar este temas del cheque desde la óptica de los padres y de su derecho a educar y no desde ideologías sean de un tipo o de otros Más información en www.chequeescolar.org

¡Saludos! Para empezar habría que desligar dos temas: por un lado el anuncio y por otro el cheque. El anuncio es descalificador y ofende a cualquier intento de razonamiento. Si de lo que se trata es de descalificar, no sé qué iniciativa educativa es la que se pretende promover... En cuanto al cheque, daría ciertamente más libertad a los padres, pero debería situar ambos modelos de enseñanza en condiciones de igualdad. Repartamos, por ejemplo, a los alumnos con dificultades educativas. Igualemos también las condiciones laborales del profesorado (a ver cuánto cuesta entonces la concertada) y prohibamos que la enseñanza concertada se financie por otros medios. De otra manera, se está generando un sistema clasista para satisfacer a cierto sector de la sociedad con una apariencia de burguesía acomodada, bajo la ilusión de que un modelo de enseñanza tiene mayor calidad que otro. ¿Es calidad enseñar sólo a los mejores alumnos y buscar los mecanismos de librarnos de los problemáticos? Si ese es el modelo de calidad del chque, podemos llamarlo elitismo. Ese que, en teoría, se pretende evitar. Menos demagogia, y más argumentación. Y, por supuesto, sin descalificar ni atribuir planteamientos ideológicos que no vienen al caso.