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De viaje

Pinceladas de un paseo por Guatemala
Volcan Toliman (Guatemala)

Hasta luego España, hola Guatemala. Hay quien tiene una prometedora carrera por delante: un chaval de quince años sirve los desayunos en un hotel. Mucho mejor que los niños que venden bolsas de plásticos a medio quetzal la unidad. La riqueza no está en la actividad sino por debajo: el país crece a ritmo de propina. Un diez por ciento para saltar el abismo de la miseria a la dignidad. En el día de la revolución se manifiestan los que podrán desaparecer mañana, mientras las frutas y hortalizas se venden a medio gas: en festivo se trabaja, pero menos. Hay tiempo para la ceremonia y el ritual. Se suceden los gestos, los rostros y las miradas, espejos del miedo vivido y la persecución: mayas a los que se les ha inoculado la vergüenza hacia sí mismos. Hacer de la necesidad virtud: sincretismo religioso. Símbolos con significados múltiples e incluso opuestos y ritos en los que lo exterior no siempre se correponde con lo interior. Significante y significado: Guatemala es un país de contrastes.

La presencia constante de los volcanes es un recuerdo vivo del peligro natural. Dicen que el país aún está en formación, crepitando sobre fallas que pueden hacerlo estallar en mil pedazos: los volcanes son hijos de los terremotos y a veces se apagan gracias a las tormentas tropicales. La naturaleza muestra aquí su cara menos amable, y golpea con crudeza: hundirse y levantarse es un movimiento natural en países como Guatemala. Si un terremoto te arranca la casa, el lamento sólo puede ser una pérdida de tiempo: hay que volver a construir. Casas y ciudades enteras: la historia de las gentes y los pueblos es la de sus desastres naturales. Quizás sea otra de las causas de que todo esté poblado de dioses y espíritus: ante tanta amenaza es mejor tener la suerte de lado, invocar a quien sea necesario para salvar el cuello, la familia, la casa o la cosecha. Mezclar agua, tierra, aire y fuego porque son cuatro fuentes de maldiciones y bendiciones.

De los desastres nace también la belleza: el lago Atitlán rodeado por tres volcanes, el mirador de la sierra de los Cuchumatanes, la ascensión al Pacaya o Antigua, la vieja capital de la tenacidad. Las ruinas de Tikal engullidas por la selva. La vida tiene estas paradojas: los mayas sucumbieron, entre otras cosas, por su voracidad. Se dicen que arrasaban la naturaleza que ocupaban (y a la que adoraban). Hoy es la naturaleza la que se ha comido sus restos. Las venganzas del tiempo son así. Como las que ocurren por las calles a diario: invisible para el turista, la muerte y la violencia campan a sus anchas. Las balas de momento no se pierden: saben a dónde se dirigen. No se sabe a dónde van los niños que desaparecen. Todo ello forma parte del paisaje de Guatemala: naturaleza, cultura, tradiciones, costumbres, arte, cultura... pero también la pobreza, el hombre, el analfabetismo, y el crimen del tráfico de drogas y de personas, que ponen en la cara de las gentes una mirada triste y una sonrisas desconfiada. La primavera ya no es eterna en primavera. Lo único eterno ahora es la impunidad. Hasta luego Guatemala, hola España.