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Economía y moral

¿Hasta qué punto se puede separar la vida privada y la pública?

Llevan los periódicos varios días echando humo con el aunto de la denuncia al director del FMI. Uno de los efectos inmediatos ha sido, según dicen los expertos, la caída de los mercados. Algo que resulta especialmente simbólico, pues nos sirve de ejemplo para una vieja cuestión: la separación entre la virtud, que pertenece al terreno de la moral, y la profesionalidad que se encuadra dentro de lo que ha dado en llamarse "vida laboral". No importa que sea o no buena persona, lo que importa es que trabaje bien, hemos escuchado decir más de una vez. Un ejemplo muy repetido nos lo ofrece la televisión: House. Mientras cure, adelante con él. Está claro que el caso actual va más allá de la oposición moral/inmoral en tanto que estamos hablando de un delito de agresión sexual, pero de no ser así, la opinión general iría en la misma linea: nos da absolutamente igual lo que el director del FMI haga con su vida privada, siempre y cuando tome las decisiones adecuadas al mando de su organismo. La separación entre vida privada y vida pública tan propia del liberalismo parece plantearnos un problema difícil: ¿Acaso es tan sencillo o razonable que cumpla como "buen profesional" quien no es "buena persona""

La respuesta "oficial" es que no tiene por qué haber conexión entre ambas "vidas": lo que cada uno haga al salir de trabajar es asunto suyo. Lo sucedido en estos días parece sugerir lo contrario: si un alto cargo de una institución como el FMI ha cometido un delito, hay miles de millones en juego en toda la economía mundial. No es la primera vez que las mentiras "privadas" de empresarios o de altos cargos provocan el hundimiento de empresas. Es difícil imaginar que quien no es capaz de mantener su palabra en su vida personal vaya a hacerlo también en su trabajo: las conductas y los patrones morales no admiten semejante esquizofrenia, a no ser que estemos precisamente ante algún tipo de trastorno. Llevamos ya varios años en los que no se deja de oir, por ejemplo, la más que dudosa validez de las llamadas agencias económicas de calificación internacional, que suben y bajan puntos y calificaciones de una forma más que cuestionable desde un punto de vista moral. Quizás movidos más por el propio interés, no siempre manifiesto, que por el cumplimiento exquisito de lo que debería ser su obligación profesional.

Vida privada, vida pública. Vida personal, vida laboral. La escisión entre ambas es tan perjudicial como su confusión absoluta. La economía es precisamente una disciplina que nos sirve para ejemplificiar la necesaria conexión: el mercado más tradicional del pueblo más pequeño está integrado por quienes van allí como una opción más de compra dentro su vida privada y quienes están "trabajando". Comprador llevando a término su vida privada que interactúa con quienes han hecho de la venta de productos su medio de vida. Al vendedor no le basta con que el comprador sea "bueno" en su vida profesional y "mal pagador" en su vida privada, o que no se atenga a su palabra. Dicho de otra manera: el mundo no se puede sostener con buenos profesionales, necesita de personas virtuosas. Lo cual no implica, por cierto, seres humanos idealizados y totalmente sacrificados por causas que podamos considerar morales. Y si la economía encuentra sus orígenes en la moral, parece que tiene mucho sentido esperar de la misma que se enmarque en una serie de condiciones morales. De lo contrario, dejará de funcionar y las consecuencias serán sufridas por todos. Porque el efecto de la mentira y el engaño no se deja sentir sólo en las personas, sino también en los bolsillos.

Se puede ser buen profesional y mala persona, ahora bien, la contraria no es cierta. Esto me recuerde cuando muchos padres y madres dicen que su hijo es mal estudiante pero buena persona. Pues no, padres y madres, si su hijo es mal estudiante no es tan buena persona. En una sociedad en la que sólo rige el capitalismo salvaje la moral no importa. Se dice, entonces, que la moral pertenece al ámbito de lo privado. Pues yo no estoy totalmente de acuerdo con lo dicho. En una sociedad donde rige el capitalismo salvaje, la moral, si es rentable económicamente, se utiliza. Y ahí están todos los programas llamados del “corazón”. Siempre apelando a la inmoralidad de los personajes tratados. Aunque bien es verdad, que en estos programas, la moral es algo impostado. Personalmente considero que en cualquier sociedad es necesario desarrollar una ética pública mínima. El problema radica en establecer cuál debe de ser esa ética mínima. Sobrepasar ese límite, sería volver a épocas pasadas, que yo al menos no deseo. Un Saludo