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El mito de Er

¿Qué estilo de vida elegiríamos?
¿Preferirías ser Brad Pitt o es mejor una vida anónima" La elección del mito de Er…Al final de la República, Platón nos presenta un curioso mito, en el que aparece un armenio que volvió de la muerte y contó todo lo que había visto. Entre otras cosas, el mito incluye notas sobre la estructura celeste y también se nos habla de la inmortalidad del alma. Si hemos de dar crédito a las palabras de Er, al morir cada uno de nosotros llega a una gran llanura desde la cual, según haya sido nuestra vida, se nos envía a un periplo por el cielo o bien por la tierra. A la vuelta de este viaje, hemos de escoger cuál será nuestra vida futura. Y cuenta Platón, por boca de Er el armenio, cómo se despliegan ante el ser humano todo género de vidas: tiranos, ricos, famosos, agricultores, sabios... e incluso animales, pues bien pudiera ocurrir que un ser humano prefiera vivir como un animal antes que volver a experimentar en sus propias carnes la condición humana. No sé si es asombroso o no, pero los primeros en escoger su forma de vida escogen la del tirano, que no en vano acumula poder y riquezas a lo largo de toda su vida. ¿Quién renunciaría hoy en día a ser un hombre rico, poderoso, famoso" A renglón seguido, los que han optado por este género de vida comienzan a reflexionar y se dan cuenta de lo que va aparejado a este estilo de vida: traiciones, asesinatos, miedo, injusticias... y lamentan desde el principio la irresponsable elección que han realizado.

Más extraña todavía es la forma de vida predilecta de varios personajes de la mitología griega: algunos de ellos prefieren ser animales, y el gran Ulises busca afanosamente "la vida de un hombre común y desocupado". Al encontrarla entre el montón de vidas que la mayoría había despreciado, el héroe griego afirma que esa misma vida hubiera buscado en caso de haber tenido la oportunidad de escoger el primero. ¿Cómo puede un héroe preferir la vida anónima de un ser humano normal" Con este mito cierra Platón uno de sus diálogos más importantes y cierra, en cierta forma, la pregunta con que lo iniciaba: ¿Acaso no es más feliz el hombre injusto que el justo y conviene, por tanto, ser injusto en todo lo que nos sea posible" La respuesta platónica nos puede parecer ingenua e inocente, pero no está exenta de cierta fuerza: sólo cuando nos vemos en la piel del injusto (representado en el mito por el tirano) tomamos conciencia de las dificultades que acompañan a este género de vida. Miedo, amenazas, remordimientos, responsabilidades insorportables... De hecho, en el mismo diálogo ha subrayado Platón la esclavitud a la que también el tirano vive sometido. Es la dependencia que caracteriza a todo ser humano y se convierte en el caso de los tiranos en una espada de doble filo: mandando sobre todo el pueblo, necesita su reconocimiento, y también la protección de unos allegados a los que el tirano, de una forma u otra, ha de pagar por sus servicios (ideas que analizará siglos después Hegel en la dialéctica del amo y el esclavo).

Lo bueno de los mitos es que son sólo eso, mitos. Lo malo es que todos ellos suelen tener algo que ver con la realidad. Preguntados por el género de vida que nos gustaría llevar, es probable que entre los primeros puestos estuvieran nombres de actores, deportistas, empresarios... Cuántos no se cambiarían hoy por Brad Pitt o Angelina Jolie. Y además, estaríamos convencidos de que nuestra elección era la correcta. Muy pocos seguirían el ejemplo de Ulises: ¿Acaso alguno de los millones de hombres "comunes y desocupados" desearía volver al anonimato del que puede escapar" Pero muchos menos aún serían los que piensan que Platón no tiene ni idea cuando nos dice que es más feliz la vida del justo que la del injusto. Algo conectado con otra de las tesis socrático-platónicas: es mejor padecer la injusticia que cometerla. Corren tiempos opuestos a estas ideas platónicas que, por otro lado, quizás hayan estado siempre alejados de toda sociedad humana: el poder, el dinero, la fama o el honor son preferibles a una vida justa y buena ("virtuosa" diría Platón). Sin haberlo pensado demasiado nos identificamos más con la propuesta de Nietzsche: el que prefiera sufrir injusticia antes que cometerla es un esclavo, débil, misericordioso (un "pringao", se dice ahora) y un héroe que prefiera ser un ser humano normal no puede ser calificado como héroe, sino como un cobarde ("gallina", decían los niños antes). Hay elecciones que están fuera de nuestra mano. No podemos elegir ahora ser tiranos, futbolistas o científicos. Pero sí podemos tomar decisiones más importantes, como las relativas a la virtud y la justicia. ¿Pensamos, como los sofistas, que el injusto es más feliz que el justo" ¿Defendemos también que es mejor sufrir la injusticia que cometerla" Preguntas implícitas en el mito de Er, y que todos tenemos que contestar, seamos labradores, futbolistas, profesores, obreros o presidentes del gobierno.