Respuesta: Quizás mi aprendizaje fue en negativo. Poco, muy poco, salvo algunos compañeros, recuerdo como algo positivo de aquella época. Y Ricardo, que fue compañero de aquella época es, precisamente, uno de esos recuerdos y un presente que mantengo como amigo. Quizás él mismo podría contarnos cómo lo vivimos. Creo que con el tiempo me he ido convirtiendo en el profesor que me hubiera gustado tener y no tuve. Estudiábamos de memoria, en Filosofía no nos explicaron Marx por ser un colegio religioso, teníamos que ir a misa a la fuerza, etc, etc. No me gustaba el modelo que nos ofrecían, de educación y de ser humano, así que creo que, por rebote o reacción, poco tengo que ver con aquello. Eso sí, aprendí mucho de algunos compañeros, unos pocos rebeldes a aquella institución absurda y oscura que poco potenciaba el pensamiento crítico, cuando no lo castigaba. No digo que aquellos profesores fueran malas personas, que no lo eran. Pero sí que eran demasiado sumisos a la dirección religiosa del centro, lo que puede humanamente entenderse en una época en la que no era fácil acceder a un puesto de trabajo. No les guardo ningún rencor. Hicieron lo que supieron o pudieron. Pero, muy mayoritariamente, fue muy poco y muy malo.
Respecto a los despachos, no aprendí nada. Quizás sí, en el mismo sentido de lo anterior, he hecho lo contrario de lo que vi. He intentado ser un director cercano, con la puerta del despacho abierta, accesible. En estos años si algo he hecho por encima de todo es hablar con alumnos, en los despachos, pasillos, patio, en la calle. Uno tiene la sensación y la obligación moral, en cuanto empieza a ejercer el cargo, de no querer alejarse de los alumnos. Eso lo he tenido muy presente, porque viví esa lejanía cuando era alumno.
Una buena iniciativa en tu centro ha sido el Banco Común de Conocimientos (BCC) ¿Podrías explicarnos en qué consiste esta experiencia"Respuesta: Básicamente, la experiencia, que nos vino propuesta por ZEMOS98, es una idea original de Platoniq. Se trata de aprender de las redes digitales y, sin tecnología, llevar a la práctica lo que éstas han posibilitado: oferta, demanda e intercambio de conocimientos sin otorgar un papel privilegiado a nadie como poseedor del conocimiento que los demás reclaman o necesitan. Se trata de eliminar roles, si se quiere de "desectructurar”, o no sé si deconstruir, la escuela, el currículum, las asignaturas…
Había un grupo de alumnos, llamado grupo-motor, que se encargó de dinamizar el centro para recabar demandas y conectarlas con quien podía satisfacerlas. Con papelitos post-it se construía una especie de mapa de ofertas y demandas, que se satisficieron en la medida que dio tiempo. La idea, en el fondo, es simple: si podemos olvidarnos de las asignaturas un tiempo y saber qué queremos saber y qué podemos enseñar todos en igualdad de condiciones, conseguiremos aprender todos de todos. Es fantástico ver que un alumno puede enseñarle a una profesora cómo se arregla el carburador de una moto, por ejemplo.
No puedo dejar de agradecer aquí el inmenso trabajo que en este proyecto han desarrollado Olivier y Susana, de Platoniq, y todos los miembros de ZEMOS98, especialmente Rubén y Patricia. Compartimos con ellos días inolvidables, y ahí también creo que tejimos una buena red entre nosotros.
¿Cuáles han sido los resultados concretos de este BCC respecto a los alumnos" ¿Ha habido una respuesta positiva"
Respuesta: La respuesta de los alumnos no es que haya sido positiva, es que ha sido fantástica, muchísimo mejor de la esperada. Lo han vivido como una auténtica, fiesta, como una experiencia, nos decían, "única en su vida”. Los resultados concretos tienen mucho que ver con la autoestima mejorada de muchos de ellos, con las redes que se han establecido, con el entendimiento de que pueden autogestionarse entre ellos para aprender, con la idea de que todos podemos aprender de todos.
Y a día de hoy, menos espectacularmente, de una forma más silenciosa, hay un grupo que sigue trabajando en el BCC. Nos reclaman cosas que quieren hacer y les devolvemos la pelota: busca, pregunta, conecta con compañeros, que vosotros podéis hacerlo. En el fondo, el peligro sería que el BCC lo gestionáramos los profesores desde una supuesta posición privilegiada respecto al conocimiento. Ya digo, la respuesta ha sido excepcional y muy emocionante. Todo esto desmonta de una forma clarísima esa vieja letanía docente que circula por ahí afirmando que "los alumnos no quieren aprender nada y no quieren hacer nada”. Pues sí, quieren y quieren mucho. Lo que a lo mejor no quieren es ser los únicos que aprenden en las instituciones educativas ni aprender exactamente lo que nosotros les queremos enseñar y en el momento en que se lo queremos enseñar. Es un error educativo la actual distribución de tiempos y espacios. Eso lo ha demostrado esta experiencia de una forma muy clara y exitosa.
¿Cómo fue la experiencia de presentar el BCC en el Simposio de Educación Expandida organizado por ZEMOS98" ¿Habéis logrado que los alumnos se involucren y tomen conciencia de la importancia de compartir el conocimiento"
Respuesta: La presentación fue la guinda final de un proyecto que supuso meses de reuniones y sesiones previas y una semana de intensísimo trabajo en el instituto. En realidad, lo verdaderamente importante no era tanto la presentación como la experiencia previa. En ese momento se trataba de hacer más público aún, de ocupar el espacio del Festival, de presentar en un tiempo limitado algo que habíamos vivido con la seguridad de haber hecho algo grande y novedoso. El Festival fue interesantísimo y pudimos disfrutar en él de propuestas absolutamente geniales. Pero en ese momento aún nos faltaba la distancia necesaria, que vamos teniendo, para darnos cuenta del enorme interrogante que estábamos lanzando sobre el sistema educativo en su conjunto. La Educación Expandida es hacer realidad el lema del simposio: "la educación puede suceder en cualquier momento, en cualquier lugar”. Esto, que evidentemente no excluye a la escuela, sí la sitúa como un agente más en nuestros tiempos, quizás no como el más importante. Necesitamos más festivales como éste y más iniciativas como las de ZEMOS98 en las instituciones académicas. Nos ayudan a abrirnos, replantearnos, revisar, autocriticarnos, vivir otras soluciones educativas.
Por supuesto que los alumnos se han involucrado y tomado conciencia de esa importancia. Sin su actitud hubiera sido imposible hacer nada. Ellos son los verdaderos protagonistas y actores de este proyecto, el resto nos hemos limitado a coordinar e ir progresivamente desapareciendo, porque llegado un momento ellos se autogestionaban casi sin necesitarnos.
En algunas anotaciones de tu bitácora has criticado abiertamente ciertas actitudes del profesorado. Entiendo que la crítica se dirige contra una parte, no contra la totalidad, pero me parece interesante. ¿Cuáles son las actitudes profesionales y docentes que, en tu opinión, representan un obstáculo en la enseñanza"
Respuesta: Por supuesto que la crítica se dirige contra una parte. Cualquier generalización tiene algo de mentira, y soy poco amigo de meter a todo el mundo en el mismo saco. Lo que ocurre es que, esa parte del profesorado contra la que abiertamente voy es normalmente muy ruidosa en los centros de enseñanza. Es decir, los creadores de opinión en las salas de profesores suelen ser los que lanzan mensajes negativos, porque los que triunfan con los alumnos no suelen decirlo tan abiertamente. En realidad, esa crítica solamente pretende que se lo replanteen para que sean más felices. Porque un profesor feliz es un mejor profesor. Alguien tiene que decir determinadas cosas que no son fáciles de decir. Y hay mucha gente, en los blogs y en persona, que me agradece que lo diga yo, y que lo diga alto y claro. Me niego a la autocomplacencia de nuestro gremio.
Esos mensajes negativos de los que hablo, de queja sistemática contra los padres, la Administración, los alumnos, etc, son paralizantes y autoexculpadores. Creo que esos mensajes son una ceremonia de distracción que lanza fuegos artificiales para que no miremos lo principal de la educación: la responsabilidad del profesorado. Hay soluciones, hay recetas. Pero hay poca observación entre nosotros, poca ciencia pedagógica seria y demasiada leyenda urbana y mito educativo. Resumidamente esas actitudes son la queja sistemática, la autoexculpación, la poca profesionalidad, la repetición de tópicos, etc. Todas conducen al mismo mensaje: yo no puedo hacerlo mejor. Creo, por otro lado, que la funcionarización de nuestro gremio, el sistema de acceso y la formación son un auténtico desastre que tendríamos que replantearnos si queremos de verdad mejorar en algo.
Mi idea y actitud básica es dejar de mirar todo lo negativo que hay en alumnos, padres, Administración, etc, y empezar a mirar qué tenemos que cambiar los profesores, porque eso sí está en nuestra mano. Y es muy llamativo observar cómo si cambiamos nosotros, el resto de elementos empiezan a observarse de otra manera. Un ejemplo: si llamamos a las familias con mensajes positivos, y no siempre para hablarles mal de sus hijos, rápidamente notaremos cómo se acercan a la escuela, colaboran, se responsabilizan, etc. Hay ejemplos de éxito, y sigo sin entender por qué no los generalizamos.
En los últimos tiempos, parece haberse convertido en un tema esencial del debate educativo la relación entre el sistema y la sociedad. Por un lado, hay quien afirma que la educación debe compensar desigualdades e incluso ser un factor de dinamismo y cambio social. Otros piensan que la educación no puede sobrecargarse con este tipo de problemas, y que el sistema educativo no puede "hipotecarse" para resolver problemas de carácter social. ¿Cuál es, en tu opinión, la función de la educación" ¿A qué podemos o debemos aspirar al organizar un sistema público de educación"
Respuesta: Tengo muy, muy claro, que soy más educador que enseñante, que me interesa mucho más formar ciudadanos responsables que expertos en asignaturas, sea la que sea. Y debemos aspirar a todos los alumnos, sin excepción ninguna. Siempre he tenido muy presente que somos un Servicio Público, con mayúsculas, que nos debemos a la sociedad, a los alumnos y sus familias. Y no entiendo, por ejemplo, que se pueda organizar un instituto en función de determinados intereses docentes, por ejemplo horarios. Oigo demasiado por ahí que hay "alumnos objetores”, pero muy poco o casi nada que hay instituciones supuestamente educativas que objetan de alumnos, que los expulsan sistemáticamente, que son excluyentes, segregadoras. Hay que incluirlos a todos, individualizar estrategias y formar ciudadanos críticos. No quiero que sepan de memoria la Apología de Sócrates, por ejemplo, sino que tengan voz propia, crítica, fundamentada. De poco sirve la Filosofía si no se lleva a la vida. Y de poco la educación o enseñanza si no formamos ciudadanos, que no es poco ni intrascendente. Supongo que alguno podrá leer en lo que digo una intención de determinado adoctrinamiento ideológico. Y ni mucho menos, no se trata de imponer actitudes ni valores, pero me interesan mucho más los valores que la lista completa de los diálogos de Platón.
Ideológicamente, todo educador tiene que creer, obligatoriamente, que hay un futuro mejor posible y confiar en su alumnado. En caso contrario es imposible hacer nada. Tenemos una gran responsabilidad y una maravillosa tarea: apostar por un futuro mejor. Y ese futuro, indiscutiblemente, es posible. Me revienta leer y escuchar a aquellos defensores del Apocalipsis según San Docente, que afirman la existencia de un paraíso perdido del que el demonio-LOGSE nos expulsó. No, la escuela de antes no era mejor. Era para unos pocos, en otra sociedad mucho más dócil, menos crítica, con menos fuentes de información. Digo a veces más en serio que en broma, que el jamón se democratizó en España a la vez que la escuela, y de lo primero nadie se queja, mientras que de lo segundo se quejan muchos profesores.
Mañana publicaremos la segunda parte de la entrevista, que incluirá las preguntas relativas a las TIC's.
- Comentarios bloqueados