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¿Está matando el escepticismo a la filosofía?

¿Qué ocurre cuando no confíamos en la posibilidad de encontrar respuestas a las preguntas?
El homo escepticusPuede parecer una contradicción, pero ya se ha convertido en un lugar común aquello de que cuanto mayor es nuestro conocimiento, más grande es también nuestra conciencia de lo que ignoramos. Saber más implica, en cierto modo, saber menos. Saber hasta dónde podemos llegar, dónde están esas fronteras que jamás podremos traspasar. Y no sólo eso, sino que el progreso de la ciencia (nuestro mejor "producto" en el terreno del conocimiento) trae consigo un inquietante descubrimiento: la fragilidad de buena parte del conocimiento anterior. Las viejas verdades son exactamente eso, viejas, y ya no sirven tanto como nos habíamos pensado. El progreso del conocimiento científico pone de manifiesto que tampoco sus teorías son verdades absolutas: hay diferentes modelos y cada uno de ellos nos ayuda a responder preguntas distintas y cuenta con aplicaciones diversas. El relativismo es uno de los signos de nuestro tiempo y viene a actualizar una teoría ya antigua en filosofía: el escepticismo. Anunciar cualquier seguridad o certeza despierta recelo y sospecha y es el punto de partida para el despliegue de todo tipo de argumentos que puedan mostrar la debilidad de esa verdad que se creía firme. Se trata, en realidad, de una actitud propia de la filosofía que sin embargo puede tener consecuencias nefastas para la misma: de tanto ser escépticos, podemos anular la existencia de la filosofía.

El escepticismo fue una actitud muy sana en la atigüedad, una respuesta necesaria al dogmatismo filosófico, religioso y científico. Servía, por así decirlo, para rebajarle los humos, cortarle las alas. El problema es que hoy se ha pasado de la raya: pensemos por un momento en las clásicas preguntas filosóficas. ¿Cuál es el sentido de la vida" ¿Qué es la realidad" ¿Qué es el ser humano" ¿Existe Dios" ¿Cómo debemos comportarnos" ¿Qué podemos conocer" Antropología filosófica, ética, metafísica, teoría del conocimiento, teología natural... Cualquiera de estas preguntas despierta en el lector, seguramente, una especie de hartura, un cansancio teórico, que se puede expresar prefectamente en el resoplido de agobio e indiferencia que a menudo sigue a estas preguntas. Es probable que un altísimo porcentaje de la población (y una aplastante mayoría de filósofos "profesionales") no cree en la posibilidad de que cualquiera de esas preguntas puedan encontrar una respuesta compartible por todos, es decir, que no hay verdades en esos terrenos. Para qué preguntarse por la ética, se podría argumentar, si hay verdades éticas universales. Para qué perder el tiempo pensando sobre Dios, si como decía Protágoras nos lo impiden la oscuridad de la cuestión y la brevedad de la vida.

Total, que de tan escépticos que somos se hace realmente difícil encontrar una sola pregunta filosófica que podamos abordar con unas mínimas garantías. La disciplina que aspira a la verdad sin límites ni circunscripciones no encaja muy bien con unos tiempos en los que se niega su existencia. Es verdad que la etimología de escepticismo nos remite a ese "mirar con cuidado" al que se aludía antes, pero da la sensación de que hoy el escepticismo mirase casi de un modo dogmático, convencido con absoluta certeza de que lo que honestamente se presenta como verdad no es más que un embuste. Mirar con desprecio, por encima del hombro, con superioridad, con la malicia de quien piensa "criaturita, todavía es tan ingenuo que cree en la existencia de la verdad". Esa es, a menudo, la mirada de los escépticos que de tanto predicamento gozan en nuestros días. Una postura intelectual muy a la moda, muy de nuestros días, pero improductiva. Algo que por repetido y extendido se ha convertido en una verdad inamovible e incuestionable, bajo pena de ser desterrado del reino filosófico. Más que una postura, una impostura intelectual entre otras cosas porque no se puede escribir mucho desde el escepticismo. Es imposible crear algo valioso cuando no se cree en la existencia del valor y se vive convencido de que la tarea de uno es buscar los puntos débiles del interlocutor. ¿Acaso no puede este escepticismo dominante acabar con la filosofía" ¿Queda alguna pregunta que se libre de la mirada del escéptico"

P.D: imagen extraída de esta página.

A lo mejor nos estamos equivocando de instrumento a la hora de responder a esas preguntas. Puede que la clave para comprender esté en transpasar los límites del conocimiento racional. En este sentido, es posible que el relativismo de hoy sea un signo de crecimiento, de ver que lo que hasta ahora nos servía, ya no sirve. ¿Desde dónde podrá surgir la respuesta adecuada a esas preguntas, entonces? Supongo que tendremos que ir descubriéndolo entre todos. En mi opinión, verdad y relatividad no tendrían por qué estar reñidas. En la práctica, una comprensión global de este tipo podría llevarnos a resolver verdaderamente conflictos humanos que hoy son irresolubles desde nuestro bagaje de conocimientos culturales.

¿Acaso cabe otra cosa que eso que se da en llamar relativismo ---- por abreviar,porque parece que no queremos salir de la jaula de algunos recetarios?¿Existe alguna posibilidad de decir o enunciar - meditación, texto, poema - que no nos remita a una contexto, horizonte o manía?¿Puede pensarse sin ser Luis el que piensa?¿En verdad ha habido alguna vez una "descripción privilegiada", salvo como deseo, postulado u oración? Mr Candelero habla de "traspasar los límites del conocimiento racional": ¿qué lugar es ese en el que se adquiere independencia de criterio?¿espacio de oración y devoción, quizás?Perfecto, abrámonos pero si seguimos en la reflexión filosófica preguntándonos, ¿no volveremos a definir horizontes?¿"Comprensión global", holismo privado y caospolis pública?Mejor busquemos holismos públicos- o casi - y dejemos el vicio para la privada alcoba. Quede claro: entre verdad y relativismo sí existe un conflicto - salvo que la verdad se flexibilice hasta declinarse al modo plural y signifique decir acorde con reglas humanamente dibujadas. Y también me parece, aludiendo a lo dicho por Miguel, que este debate es un debate de la filosofía, en torno a cuestiones del tipo " ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué es la realidad? ¿Qué es el ser humano? ¿Existe Dios? ¿Cómo debemos comportarnos? ¿Qué podemos conocer?" y no debemos mezclar con la experiencia común de que el fuego quema, la nieve está fría y la luna ilumina. ¿Está la filosofía muriéndose? Alguno de sus avatares, esos que juegan con la idea de verdad o relativismo, seguro que sí. Pero queda un discurso, una meditación de límite incierto y siempre en el contexto de una "dramatis personae" postulado. Y queda la incierta tarea ética- práctica, no especulativa - de fundar un club para casi todos, que dure hasta - al menos - la mañana del mañana.

No es nada nuevo en la filosofía, desde Pirrón, pasando por Sexto Empírico(cuyas "Hipoteiposis Pirrónicas" son casi el manuel del escepticismo), Kant, Hegel, Nietzsche... la filosofía siempre ha tenido entre sus hijos y detractores a los escépticos... No se trata de algo de nuestra época...

¡Hola Juan! Estoy de acuerdo. El escepticismo es una constante en la historia. Sin embargo, en otros tiempos servía como corrección a un excesivo racionalismo o dogmatismo, de las más diversas índoles (no sólo filosófico, por supuesto). El problema es que hoy, me parece, se ha convertido en la teoría dominante en el dogma (aunque suene contradictorio) del pensamiento actual.

Me parece que no es el escepticismo sino la duda metódica lo que permitido superar argumentos de autoridad o dogmáticos, el escepticismo que sostiene que no podemos conocer se niega a sí mismo. Si nada puedo afirmar tampoco puedo afirmar que nada puedo conocer y por lo tanto renuncio a la filosofía y también a la ciencia. Y la verdad es que los escépticos se las arreglan bastante bien ,como observó Russel, para decir mucho sobre lo que no se puede hablar.

Siguiendo a Hannah Arendt podría decir que el problema es confundir conocimiento con pensamiento. El conocimiento busca la verdad y su criterio es la evidencia, que sólo es refutable por otra evidencia sea sensible o científica , que no sería más que una ampliación mediante instrumentos de la percepción sensible humana o del llamado sentido común que nos sirve para actuar en el mundo que es el mismo para toda la especie. Pero el pensamiento busca el sentido y no existe ninguna evidencia o hecho con el cual podamos verificarlo,puedo pensar cualquier cosa siempre que no entre en contradicción, creer que con el solo pensamiento podemos llegar a la verdad puede llevarnos al escepticismo o al dogmatismo. Pero en palabras de Arendt el viento del pensar que se manifiesta en esa otra facultad que es el juicio (descubierta por Kant y que consiste en juzgar particulares sin subsumirlos en leyes generales y cuya carencia es la estupidez) nos salva de muchas catástrofes.

Creo que se olvida de la apuesta inicial del escéptico. Sería una contradicción si éste afirmara que "no existen verdades absolutas" es algo de lo cual debería dudar. Sin embargo, el escéptico investiga (y para mí, también propone) y debe seguir dudando. Considero que es el camino más seguro al conocimiento, tratando de mirar el pensamiento desde afuera, sin dogmatizarse. Al final, esa es la apuesta del escéptico: Encontrar la verdad absoluta, si es que existe. El esceptico no tendría que desvalorar el pensamiento, el Escéptico lo estudiaría y seguiría dudando, y necesitaría de investigar más. El Escéptico es, ante todo, un Filósofo en el sentido etimológico de la palabra, es quel que ama el saber, él nunca "mataría" la filosofía. El escéptico la utiliza, el escéptico la hace.

Ciertamente, el escepticismo, al dudar tanto, hace que nos acerquemos de algún modo a la verdad. Pero se aleja totalmente de ella al decir que la verdad es completamente subjetiva. En mi opinión, el escepticismo es, de algún modo, una máscara de la mediocridad. Si se va a dudar, es para llegar al completo conocimiento del objeto. Obviamente, como varios saben, la verdad absoluta es inalcanzable, ya que depende de varios medios ajenos. Respondiendo a la pregunta "El escepticismo está matando a la filosofía?" contesto que no, ya que ayuda de un cierto modo, pero está matando la esencia de esta.

DE LO UNICO QUE NO DUDO ES DE LA PROPIA DUDA. A.R 1986.. quien mata a la filosofía?

¿existes?