Pasar al contenido principal

Ética, moral y política

Un dilema moral sobre tres conceptos clave para la sociedad

Durante el curso pasado, participé junto a otros compañeros en un proyecto de innovación educativa, en el que estuvimos trabajando con dilemas morales. En mi aportación al mismo, fue abordando mediante un dilema cada uno de los temas de la educación ético-cívica de 4º de ESO. Y en este curso, cumplido ya el proyecto, intentaré compartir todo aquel material generado. A cada uno de los dilemas le acompaña un pequeño comentario, siguiendo una forma de trabajo que se puede encontrar en libros como el de Martin Cohen (101 dilemas éticos)Así que aquí va el primer dilema, relacionado en este caso con una introducción a los conceptos de ética, moral y política.

Corruptilandia era una sociedad peculiar. De puertas afuera, la corrupción y el robo eran muy criticados, pero todo el mundo reconocía, en las conversaciones de amigo a amigo, que robaría dinero y recursos públicos en cuanto pudiera. Siempre que tuviera cierta seguridad, claro está, de que nadie le iba a descubrir. Esta era una de las peculiaridades de esta sociedad: aunque todo el mundo robaría, eran tremendamente críticos hacia quien lo hacía. No tanto por las leyes, que en el fondo eran bastante benévolas, sino más bien por las acciones públicas: manifestaciones civiles y medios de comunicación repudiaban con toda su alma toda corrupción que se descubriera, sin reconocer ni por asomo que ellos mismos, quienes la rechazaban, cometerían ese delito de encontrarse en la situación oportuna.

Había, como siempre, honrosas excepciones. Gentes que, creyéndose las manifestaciones y las denuncias de los periódicos, estaban convencidas de que cada vez había menos corrupción, y que los índices de robos impunes descendían. Así ocurría con un alto cargo del ministerio de Fomento: Constantino Cente había logrado ascender gracias a su esfuerzo, trabajo y dedicación, siempre acompañado por su inseparable amigo Jesús Tracción. Se conocían desde pequeños, y sus familias pasaban mucho tiempo en común: excursiones, vacaciones… Por eso tampoco era de extrañar que las carreras de ambos hubieran sido muy similares y Jesús pasaba por ser uno de los mejores asesores y ayudantes de Constantino.

Sin embargo, todo se torció el día en que Constantino descubrió un agujero en las cuentas de su ministerio. Preocupado, se quedó haciendo horas extras, hasta darse cuenta de que Jesús había robado 90.000 euros. Ahora empezaba a explicarse cómo había logrado pagar los caros tratamientos médicos que había requerido uno de sus hijos. Esas cuentas iban a enviarse a hacienda y allí podrían ser descubiertas. ¿Qué debería hacer Constantino, traicionar a su mejor amigo y denunciar públicamente la corrupción de su ministerio o guardar silencio y hacerse cómplice por tanto del robo en las cuentas públicas"

Comentario

El problema de la corrupción política es uno de los más recurrentes, tanto dentro de la teoría política como en los diarios. La vieja pregunta de quién vigila al vigilante ha recibido muchas respuestas a lo largo de la historia. En nuestra historia, hemos querido darle un toque distinto, al introducir el componente de la amistad y al evitar la cuestión que todo el mundo esperaría: ¿Serías corrupto en caso de tener la ocasión" Esta pregunta, por desgracia, se responde con mucha frecuencia desde las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación. Hay entonces algo que no podemos ignorar: los políticos, los banqueros o los grandes empresarios, tan frecuentemente centro de las iras de muchos, no son marcianos de provengan de un lejano planeta, sino ciudadanos formados en una sociedad que es también la nuestra. No sé si es demasiado razonable esperar de otros ciudadanos, hijos de la misma sociedad, comportamientos más ejemplares. Hay sólo dos formas de luchar contra la corrupción: la educación, que tarda décadas en introducir cambios sociales significativos y las leyes, que en tantos y tantos países son excesivamente benévolas con quienes se apropian de lo público.

El bueno de Constantino ha de tomar una decisión que puede interpretarse desde muchos puntos de vista: tiene que elegir entre la amistad y la honestidad. ¿Con cuál de los dos quedarse" Otra forma de enfocarlo: hay dos males a la mano, o bien la pérdida de uno de sus mejores amigos o bien el pasarse al "lado oscuro”, con el riesgo implícito de que todo sea descubierto y al final termine pagando el propio Constantino los platos rotos. ¿Diríamos entonces que si delata a su amigo está siendo altruista y manteniendo su honor, o más bien se podría interpretar como una forma más de "salvar” su piel" ¿Sería entonces Constantino tan "honesto” como pretende" Como si Kant y Aristóteles echaran un pulso de difícil solución, entre el "nadie puede vivir sin amigos” de Aristóteles y la universalización de la acción moral de Kant.

Yo concibo la ética no como una elección entre el bien y el mal sino como la elección de lo óptimo. Generalmente se presupone que si hay dos alternativas y elijo una de ellas es porque esa es la buena o la correcta, y por ende, la otra es la mala o incorrecta. Personalmente considero que en las grandes cuestiones éticas hay muchos valores implicados y que no se trata de elegir uno sólo entre todos los demás sino de optimizar, en la medida de las posibilidades, la máxima cantidad de valores positivos implicados y desarrollarlos lo máximo que sea posible. En el caso que nos ocupa y como muy bien apunta Miguel no se trata de elegir entre un bien y un mal sino de elegir entre dos bienes: la amistad y la honestidad. Y personalmente no creo que sea una cuestión de todo o nada. Se trata de conciliar en la medida de nuestras posibilidades la amistad y la honestidad. En realidad la ética es un arte y no un método. Es que puedo delatar a mi amigo o también puedo hablar con él y explicarle qué es lo que voy a hacer y porqué voy a hacerlo. Le puedo dar un poco de tiempo para que se prepare y afronte lo que se le viene encima e incluso puedo interceder por él a la hora de denunciarlo. Y puedo seguir apoyándole cuando lo condenen. Bueno, recuerden que estamos en corruptilandia, es decir, en España, así que yo tampoco me preocuparía mucho de que lo fuesen a condenar. Sí, sé que esto es muy fácil de decir y que muy probablemente la relación quede totalmente rota en cuanto le diga que lo voy a denunciar. Sé que las cosas en la vida real no son tan fáciles como en un ejercicio teórico. Es más, yo que he dicho lo que habría que hacer lo haría realmente llegado el caso. Y si en vez de ser un amigo fuera un hermano. En mi descargo, y en el de todos, decir que para saber que es lo que hay que hacer hay que hacerlo. Aún repitiéndome decir que un buen zapatero no es el que “sabe” de zapatos ni el que “hace” zapatos sino el que “sabe hacer” zapatos. Y cómo un buen zapatero “sabe hacer” zapatos. Pues, haciéndolos. Claro, con los zapatos es fácil, si me salen mal simplemente me deshago de ellos. Pero algo que afecta tan íntimamente a nuestras vidas ya es una cuestión bien diferente y mucho más peliaguda. Por ello hay que tener un exquisito cuidado (responsabilidad moral) a la hora de juzgar a las personas que pasan por situaciones tan complejas desde el punto de vista emocional y moral por las cuales uno no ha pasado ni tan siquiera de lejos.

OTRO COMENTARIO SOBRE “ETICA, MORAL Y POLITICA” No he podido resistirme a la idea de añadir algo a este tema, aunque sea impertinente. En los periódicos deportivos, también en los otros, hay un hervidero de comentarios sobre si Casillas debe seguir como portero de la selección nacional de futbol y del Madrid C.F. El dilema se le debe plantear a los entrenadores, al seleccionador y a Anceloti. Pero hay muchas personas a las que este problema no les interesa en absoluto, incluso algunos ni sabrán quién es Casillas. Personas que están fuera del juego, fuera del sistema. En una entrevista le preguntaron a R.Rorty, ¿cómo sabemos qué debemos hacer?, y éste contestó: En tanto que individuos kantianos no podríamos saberlo, en tanto que miembros de una comunidad lo sabemos todo el tiempo. (cito de memoria) El sistema, el gran juego, es el que determina qué se debe hacer. La pregunta es, no como pensaba Kant, saber qué debemos hacer, sino ¿por qué “debemos hacer” tal o cual cosa? Porque, volviendo al tema original, hay dilemas morales porque hay deberes que parecen oponerse, pero ¿cuál es el origen de tales “deberes”?, ¿qué gran juego hay que jugar necesariamente? Saludos del búho.

Hola,búho Hablaba el profesor Aranguren, y distinguía, entre la ética como estructura y la ética como contenido. El hombre es constitutivamente un ser moral (moral como estructura). El hombre, a diferencia de los animales, es una realidad abierta. No es una realidad hecha sino que es una realidad que contitutivamente tiene que hacer-se. Así como los animales tienen que a-justarse al medio los hombres, y para poder estar y hacerse cargo de la realidad, tienen que justificar-se. En un animal, y por muy ricas y variadas que pueden ser sus respuestas frente a cualquier estímulo, éstas (las respuestas) siempre están determinadas. Cosa que no acontece con el ser humano. El hombre tiene que “crear” sus propias respuestas para poder estar en la realidad. Y “crear” o “construir” sus propias respuestas es tener que justificar sus propias acciones (moral como estructura). Es decir, la moral como estructura es algo constitutivo de todo ser humano y cumple en primer lugar una función puramente biológica. La supervivencia. Un hombre, y al no estar determinadas todas sus respuestas frente a los estímulos reales, si no fuese capaz de “crear” sus propias respuestas no sería un ser viable porque no sería un ser capaz de estar y hacerse cargo de la realidad. Cuestión aparte es que el ser humano, y a lo largo de su historia, haya dado diferentes respuestas de lo que debe de hacerse. Es decir, otra cuestión es que haya habido diferentes respuestas o diferentes justificaciones de lo que debe de hacerse (moral como contenido). Son los diferentes códigos morales. El hombre podrá tener uno u otro código moral pero es algo constitutivo a todo ser humano, y por tanto algo necesario, el que tenga que tener uno.

ETICA, MORAL Y POLITICA, 2 Hola Elías, saludos. Dado que es un hecho que en nuestra conciencia aparecen “deberes”, con frecuencia, contradictorios, (de ahí los dilemas morales y el problema de la decisión), preguntaba en mi anterior comentario, por el origen de tales deberes, ¿por qué hay deberes? Distingues, siguiendo a Aranguren lo moral como estructura y como contenido. De acuerdo. Que la moral como contenido es originada por la existencia social nadie lo discute. Aranguren escribe que no es necesario ser marxista para reconocer que no es la conciencia la responsable etc., (doy por conocido el resto de la cita). “Pero la moral no es social solamente por el origen de las normas, sino también como acabamos de insinuar, por el origen de la conciencia moral” ( Aranguren, Etica y Política). Todos sabemos hoy que, la biología, la psicología, la sociología, la economía política, la política en general, son condicionantes de la moral, de la conciencia moral de cada individuo, no solamente como contenido, lo que es obvio, sino como estructura, según tu distinción. La cuestión es que, como dices, “hay que justificar las propias acciones”, y “justificar” implica un reglamento, un juego y sus reglas. El caso es que, en mi opinión, la pretensión de encontrar una explicación universal, válida para todos, El “gran juego”, aún dentro de la misma cultura e incluso en la misma familia, sobre la decisión, y la responsabilidad y culpabilidad consiguientes, es, cuando menos, discutible, problemática, por muchas razones que exceden los límites de este comentario. Excepto si se colocase el carro delante de los bueyes. Saludos del búho

Saludos, Buho Verás, yo no creo que exista contradicción en los dilemas morales. En el ejemplo que nos cita Miguel podré elegir entre dos valores: la amistad y la honestidad. Si por ejemplo elijo la honestidad entonces pondré en conocimiento de las autoridades las irregularidades que está llevando a cabo mi amigo. Y si elijo la amistad, o mejor dicho, una determinada concepción de la amistad entonces puede que no lo delate. El que haya varias alternativas no significa que éstas sean contradictorias. Y no lo son porque parten de presupuestos diferentes o de distintos valores. Lo que sería contradictorio sería que si elijo tan sólo una de ellas, y sin más condicionamientos, por ejemplo, la honestidad, entonces podría delatarle o no hacerlo. Sí, efectivamente, yo tampoco creo en una ética universal. Pero ello no tiene porqué llevarnos a un relativismo moral.

Hola de nuevo. Quizás el término contradicción no sea el correcto. Existe un problema cuando hay que elegir entre dos opciones, ( o más) y cada una presenta ventajas( bienes) e inconvenientes(males). Viene a ser lo mismo en el caso de la llamada “doble acción”, cuando de la misma acción se siguen efectos buenos y malos. (¿vale el caso del perro Escalibur?) Entiendo que el presupuesto inicial es, “el hombre en una sociedad”, aquel ser-en-el-mundo, lo que equivale a decir, ”ser-en-una-cultura”. Un hipotético “hombre-no-en-una cultura” no tendría ningún problema moral, actuaría según sus intereses personales, sus emociones,...(así parece que actúan algunos personajes en algunas películas, “hoy estoy en forma, me he cargado a siete”, decía A. Delon en una película) La cultura proporciona los estandares morales que nos permiten justificar nuestro comportamiento y el de los otros. No quiero extenderme mucho más. Si, como dije antes, no ponemos el carro delante de los bueyes, hay que razonar “si existe una respuesta para justificar la decisión”. Alguno, T. Scanlon, propone, ”una acción es correcta sólo si hay un principio que permite esa acción y nadie podría rechazar razonablemente ese principio”. Pero, parece la historia interminable, ¿cómo definimos “rechazar razonablemente”? Aquí se podría volver con el caso del perro Escalibur. Estoy de acuerdo en que rechazar la ética universal no implica el relativismo moral. Pero esta es otra historia. Saludos del búho

ETICA, MORAL Y POLITICA A modo de apostilla:"Es muy difícil decir lo qué es bueno o malo en una situación determinada. Y también lo que hay que valorar como más eminente. Fidelidad, honor, amistad,familia, valentía, justicia, temor a la ley: esos conceptos tropiezan unos con otros de forma desordenada y causan por doquier muerte, confusión y duelo." R.D. Precht, "El arte de no ser egoísta"