Nunca tuve el más mínimo interés por los dinosaurios. Quizás por un motivo generacional: la explosión jurásica me pilló ya en el extinto BUP, y no creo recordar ni una sola linea que hablase de los lagartos terribles en mis libros de texto. Sencillamente: no se estudiaba. Sirva esto como muestra de que la educación cambia: en el colegio han decidido dedicarle prácticamente un trimestre. Para más señas: educación infantil. Hay que echarle valor e imaginación al asunto: trabajar por proyectos y con dinosaurios. Aprender a través de ellos qué es ser herbívoro, carnívoro u omnívoro o dedicarse a hacer cuentas con las refrescantes aletas de los estegosaurios. En fin, que se lo curran los compañeros de infantil y primaria y que se equivocan, y mucho, quienes piensan que se trata de una etapa menor en relación a la secundaria y al bachillerato. Muy al contrario: es la etapa educativa en la que se forman las actitudes de trabajo, y qué mejor que hacerlo como un auténtico T-Rex. La cosa es que luego los niños preguntan cosas en casa: también se equivocaron en su día quienes despreciaron la capacidad filosófica de los niños. El último ejemplo de pregunta "infantil": ¿Hubo dinosaurios buenos?
Echando balones fuera: No. Rotundamente no. Cómo va a haber dinosaurios buenos y malos. Carece de sentido extender valoraciones morales (concepto que no cabe usar cuando se habla con un niño) al reino animal. Si un tiranosaurio descuartizaba una presa o se la zampaba "a lo vivo" no cabe recriminarle ni hacerle responsable del vacío familiar que ha dejado, pongamos por caso, en una manada de coritosaurios. A nadie se le ocurriría llamar egoista a un braquiosaurio que haya comido más plantas de la cuenta, poniendo en peligro que algún semejante pueda también saciar su hambre. La respuesta tradicional, a la que estamos acostumbrados, es la que separa el mundo animal no humano de la esfera humana: nosotros somos morales, buenos o malos, pero ellos no. Ellos simplemente siguen su instinto. Si nos ponemos técnicos nos puede venir incluso a la memoria la falacia naturalista que tanto criticó Hume en su día: no hay bien y mal en la naturaleza, no se puede inferir norma o valor alguno de la realidad.
La respuesta tradicional no es la única posible. Más aún: posiblemente no sería la más extendida en nuestro tiempo. Una de las tendencias de la filosofía es el acercamiento entre el ser humano y los animales. Vamos dándonos cuenta, valga la expresión, de que nosotros, los humanos, somos más animales de lo que pensamos. A la par, descubrimos que hay animales que se nos parecen mucho y que anticipan rasgos que posteriormente han encontrado en nuestra especie un mayor desarrollo, complejidad y sofisticación. Los sociobiólogos nos han enseñado, por ejemplo, que hay ya códigos de comportamiento insectos tan "sencillos" como las hormigas, que poblaban ya por cierto el cretácico. No sólo comportamientos altruistas, sino también incluso jerarquías y reparto de trabajos. ¿Pudo ocurrir algo similar entre los dinosaurios? Sabemos que algunos iban en manadas: ¿Llegaban a compartir tareas o colaborar? Si es así, por ejemplo, podría ser un mal triceratops aquel que iba contra el grupo. Si adoptamos la evolución como un hecho de nuestra propia biología, por qué no aceptar también que hay por tanto una moral evolutiva y que algunas de nuestras pautas morales han venido escribiéndose, muy lentamente, a lo largo de millones de años. Lo que abre campo a que el tiranosaurio fuera un dino odiado por el resto, o a que el oviraptor fuera una compañía poco recomendable para una especie ovípara. Animales bestiales que fueron territoriales, agresivos, cooperativos, sociales, carroñeros y violentos. ¿Cabe hablar de una moral entre ellos? Intuitivamente decimos no. Cambiemos el sujeto de esa frase y en lugar de "animales bestiales" escribamos "seres humanos". Parece que la respuesta cambia. Los animales parecen condenados al submundo del instinto. Nosotros reinamos en el paraíso de la razón. Puede que no sea todo tan sencillo y que debamos dejar la pregunta abierta por si nos la contesta algún filosofosaurio.
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