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Legislar al futuro

¿Cuánto tiempo durará una ley aprobada desde el enfrentamiento?

Vivimos tiempos de grandes reformas políticas y ebullición legislativa. No son pocas las decisiones del gobierno que están generando una fuerte polémica, tanto en el parlamento como en la calle. Un repaso muy general nos puede llevar a hablar de leyes como la reforma laboral o la nueva ley educativa. Cada gobierno pasa realizando su propia aportación a lo que ellos consideran su modelo de país. Esto tiene un doble efecto que es auténticamente interesate en política: las leyes que no lo serán frente a aquellas que pasarán a formar parte de la vida cotidiana de los ciudadanos. Dos fenómenos bien distintos de los que todo partido político que ocupe los puestos de poder debería aprender una lección importante: un buen gobierno es aquel que aprueba leyes con vocación de permanencia. En este sentido, se podría decir que la tarea de todo gobierno es aprobar hoy las leyes del mañana. Y como todo esto puede sonar un tanto críptico, vamos a intentar explicarlo un poco mejor.

Hay leyes que son flor de un día. Auténticos abortos legislativos, que nacen ya muertos debido a la falta de respaldo político y poruncipalmente social. Son esas leyes que buena parte de la sociedad percibe como provisionales. Se aprueban y entran en vigor, pero muchos de los afectados son conscientes de su fragilidad. Dos ejemplos educativos: cuando se aprobó la polémica asignatura de ciudadanía fuimos unos cuantos los que anticipamos su corto recorrido. Estemos o no de acuerdo con ella, la reacción social contra la misma y las dudas que generó dentro y fuera del sctor educativo hacían prever que en cuanto hubiera un cambio de gobierno desaparecería. Algo parecido ocurrirá, a buen seguro, con esta nuevareforma educativa que está promoviendo (o más bien imponiendo) el gobierno actual. Ignoran la naturaleza de la democracia si esperan que vaya a consolidarse y mantenerse en el tiempo. La alternancia política es un principio incontestable y la LOMCE, tal y como está planteada, durará mientras se mantenga el partido que la promueve. Algo que en el fondo es estúpido: aprobar una ley con tanta confrontación social que incluso sus valedores son conscientes del escaso tiempo en que cinfigurará la realidad educativa española.

Un buen político y un buen gobierno deberían aspirar a aprobar leyes más estructurales y menos coyunturales. Y el caso es que todos los gobiernos que hemos tenido en nuestra aún corta experiencia democrática han aprobado leyes que después se han mantenido y que la sociedad asume de una forma tácita como componentes esnciales de su vida diaria. En su día pudieron causar revuelta y oposición medidas como la del divorcio, la ley del matrimonio homosexual, las leyes de estabilidad y control del gasto público, la ley de dependencia, o las leyes que promueven la trasparencia en la administración. Se trata, sin embargo, de decisiones políticas que los partidos que han llegado después no han modificado sustancialmente. Es verdad que la implantación de algunas de ellas es hoy más que dudosa, pero no cabe duda de que estas leyes y algunas otras son marcos que contribuyen a crear una sociedad mejor. Y precisamente porque es así, porque en su día han anticipado la sociedad del futuro, son leyes que terminan dotando de una identidad al país que las aprueba. Y esta debería ser la tarea de todo gobierno: tratar de perfilar, al margen de las escaramuzas parlamentarias insuperables, cómo va a ser la sociedad del mañana, sin aprobar leyes de una forma voluntarista, estrategia que sólo puede producir como efecto su derogación inmediata al producirse en cambio de gobierno.

la integración y el respeto a la diferencia no se pueden conseguir por decreto. No basta con que estén recogidos en una ley y se impongan en los colegios. No es suficiente con concienciar al profesorado mediante cursillos, ni con dotar a las escuelas de logopedas, orientadores, terapeutas, psicólogos y demás personal especializado. No se consiguen rebajando la dificultad de los contenidos, bajando el listón para que haya más que lo puedan saltar. No se llega a ellos ni se puede llegar mientras que la escuela y la sociedad de la que es reflejo confundan la igualdad con la igualación y, al mismo tiempo, sigan siendo selectivas. Es decir, no se puede implantar un modelo de escuela inclusiva y mantener las prácticas de la escuela convencional. Si se sigue enseñando en masa siempre habrá alguien que se quede rezagado. Si se siguen poniendo notas siempre habrá alguien que suspenda. Si se entiende el saber como mera acumulación de contenidos siempre habrá quien no haya almacenado lo suficiente. Si uno se ve obligado a estar donde no quiere siempre opondrá resistencia. Todo ello añadido a la impresión errónea de que el derecho a la educación también otorga el derecho a que todos obtengan los mismos resultados, no tanto en cuanto a los saberes adquiridos sino más bien en cuanto a los privilegios que estos otorgan. Y tal vez esté ahí el problema, en concebir la educación como un derecho y una obligación en lugar de pensar en ella como una responsabilidad que cada uno asume. Mientras que se piense en la educación como en una especie de inversión o de requisito para ascender en la escala social y no como en algo necesario para alcanzar lo mejor que tiene de sí cada persona, mientras no se crea firmemente que cada uno tiene el compromiso de educarse para contribuir a que los otros estén mejor de lo que ahora están, uno tras otro fracasarán todos los sistemas educativos. http://www.otraspoliticas.com/educacion/entre-la-mediocridad-y-la-excelencia

La integración de los alumnos es buena, aunque es imposible pensar que todos los alumnos puedan aprender lo mismo. Como dices el objetivo principal de la educación es desarrollar las mejores capacidades de cada alumno. Aunque esto sea así, muchas veces la educación les permite integrarse mejor en la sociedad y alcanzar un trabajo. En las escuelas hay logopedas, orientadores, terapeutas, psicólogos, etc., pero no hay suficiente personal en los centros para atender a todos los alumnos que necesitan ayuda. No se trata de legislar, si no se pueden poner los medios. Muchas veces los alumnos más capacitados no desarrollan todo su potencial debido a que para que aprueben un mayor número de alumnos se baja el listón. Dices que no se pueden mantener las prácticas de la escuela convencional, ¿pero entonces cuál sería tu solución?. Pienso que nos faltan medios y por el hecho de haber bajado el listón muchos alumnos han perdido el valor del esfuerzo. De todas formas creo que las leyes educativas cambian demasiado y por lo que se ve no mejoran los problemas de la educación. Sería importante pensar en una ley que solucione los problemas educativos y por lo tanto se mantenga en el tiempo. Quizás no se haga porque necesitaría una inversión económica. Una ley educativa no puede ser de derechas ni de izquierdas, debe de buscar el mayor desarrollo del alumno. He visto a muchos alumnos de 15 y 16 años perder el tiempo en el instituto porque no quieren aprender. Habría que darles una salida. Se ven más motivados a estudiar una formación profesional que les capacita para insertarse en el mundo laboral. Hay más paro entre los universitarios que entre los que han estudiado FP. Yo creo que es importante invertir en FP, en personal cualificado para atender a los alumnos, etc.