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Si la abuela tuviera ruedas...

De la biotecnología a la metafísica: ¿qué es un yogur?
Todos sabemos como acaba el dicho: "Si la abuela tuviera ruedas, no sería la abuela, sería una bicicleta". Un dicho popular que viene a ponernos los pies sobre la tierra: "una abuela con ruedas, ¿tu sabes lo que pides"" podría ser la respuesta de cualquiera que tratara de entender la frasecita. No es posible que las abuelas tengan ruedas, de la misma forma que no podemos volar. A veces empezamos a soñar: si se pudiera... y terminamos lejos, muy lejos de este mundo real en el que habitualmente nos movemos. Sin embargo, hay una actividad humana, la tecnología, que nos permite ir rompiendo el universo cerrado de las posibilidades. Si tuviéramos alas, podríamos volar alto, tan alto como Ícaro. Pero como nos las tenemos, hemos de conformarnos con nuestras pobres herramientas que no son otras que los brazos y las piernas. A no ser que alguien encuentre un modo alternativo de volar. Quizás se consiga con un aparato enorme propulsado por motores. Eso es la ciencia aplicada: ampliación de posibilidades.

Sin embargo hay veces que esta ampliación se convierte en sospechosa, precisamente por lo que ofrece. Como si ya nada nos resultara chocante, estamos acostumbrados a romper con el pensamiento esencialista: yogures que aguantan fuera del frigorífico no sé cuántos meses, sin problemas de conservación, igualmente nutritivos y reconstituyentes. Sandías sin pepitas que conservan todo su sabor, comida ultracongelada que soporta largas temporadas en el frigorífico, lubinas de piscifactoría, y comida basura sana, saludable y refrescante. Ensaladas de plástico recién hechas. En definitiva: el "revival" de lo natural hace que lo artificial se nos presente como si no lo fuera, como si los productos de la naturaleza cumplieran unas condiciones que, hasta donde sabemos, jamás han cumplido. Lo "natural" es que las cosas se pudran, se pasen de fecha, y que tengan unos sabores y olores determinados. El colmo de las paradojas: tan acostumbrados estamos a ver estos productos en el supermercado o en las anuncios de la tele que terminamos creyendo que un yogur que dura 30 días fuera de la nevera es un yogur.

El cocido "light" no es un cocido ni la fabada no gasificante es una fabada. La relación entre natural y artificial es tan asombrosa que la tecnología pretende desarrollar artificialmente productos naturales, que se ajustan como un guante a las necesidades y exigencias del ser humano, del ese semidios adorado por todos que es el omnipresente consumidor. Una cuestión de filosofía de la tecnología que se prolonga en la metafísica: ¿Qué es un yogur" Que me respondan con cuidado los especialistas en tecnologías de la alimentación, porque si me dicen que un yogur dura 30 días fuera de la nevera, tendrán que aceptar inmediatamente que una abuela con ruedas sigue siendo una abuela y no una bicicleta. Rompamos con la realidad, introduzcamos posibilidades al ritmo de la ciencia y la tecnología, progresemos. ¿Pero hasta el punto de que las cosas dejen de ser lo que son" ¿Cuánto podemos estirar las palabras" Y si todo esto fuera poco, habría que cuestionarse por qué estamos dispuestos a comernos la trola de la biotecnología, sin estar dispuestos a creer que las abuelas con ruedas son abuelas. Tamaña injusticia es inaceptable.

Está bien el artículo, pero me gustaría señalar algunas cosas: -La concepción de la tecnología como ciencia aplicada es cuestionable. A esta concepción subyace el supuesto de la neutralidad de la ciencia respecto a cualquier valor externo, y entonces no es posible exigir responsabilidades a los científicos cuando se ponen en práctica los conocimientos, si acaso a quienes hacen uso de ellas. No obstante teoría y técnica han estado unidas siempre, y mucho más desde el fenómeno de la institucionalización de la ciencia. -No creo que haya una diferencia ontológica entre lo natural y lo artificial. ¿Qué tiene un yogur, dure lo que dure, de natural?, ¿qué tiene el maíz de natural?, ¿qué tiene de natural cualquier producto que consumamos proveniente de la tecnología de la agricultura?, ¿o qué tienen de artificial? Es un dualismo insostenible. ¿Por qué es más artificial una tecnología para conservar alimentos que para producirlos? Puede, no obstante, que la diferencia no sea ontológica, pero entonces, ¿qué tipo de diferencia sería?, ¿nostálgica?, ¿estética?, ¿arbitraria? -El problema es que hemos concebido la tecnología como autónoma, cuando está inscrita en sistemas sociales de los que depende funcionalmente. Las tecnologías son constitutivas de lo humano, parte de sus "circunstancias", no son autónomas, no se desarrollan con autonomía respecto a fuerzas y factores sociales. -Si la tecnología hace que las cosas dejen de ser lo que son, todo está pervertido: los caminos, los lápices, la escritura, la ropa, nuestros propios cuerpos, a los que vestimos, vacunamos, ponemos gafas si es necesario, con los que caminamos, escribimos. -¿Por qué es un trola la biotecnología?, ¿La injusticia no será social, y no tecnológica, dado que no existen tecnologías autónomas?

Y si la abuela fuera bloguera (amis95.blogspot.com), ¿dejaría de ser abuela?

¡Hola! Voy a continuar algunas de las propuesta de Keys: 1)Acepto que la tecnología como ciencia aplicada es demasiado general. De hecho se suele hablar de técnica como "saber aplicado" y de tecnología como ciencia aplicada que genera más ciencia, más saber (y hay gente que habla de tecnociencia, aunque me parece que esta discusión y el asentamiento terminológico correspondiente sigue en pie...) Pero en ningún momento interpretar la tecnología como ciencia aplicada implica afirmar la neutralidad de la ciencia. Creo que son cuestiones independientes. 2)Que la diferencia natural-artificial sea ambigua, difusa o abierta no implica que no tenga sentido. Un coche no es natural, lo miremos como lo miremos y un yogur es más natural que un coche. Queramos o no, por mucho bífidus que le pongamos al yogur. Y no es una cuestión de estética sino, probablemente, del procecimiento por el cual ambos son producidos. Y un producto de la agricultura ecológica (qeu también es una técnica, eso nadie lo niega) es más natural que un producto que crece sulfatado o abonado. Nos guste o no, es así, y las razones están, como digo, en el proceso. 3)Decir que el origen "tecnológico" de las cosas las pervierte va bastante más lejos de lo que yo quería sugerir. Productos típicamente tecnológicos, como el camino o el lápiz, difícilmente pueden pervertirse, pues dependen de la voluntad humana. Las caracteríristicas de un chuletón de ternera no dependen de esa voluntad. Y es más natural el que se despieza de una ternera que ha crecido libre en el campo comiendo pasto que aquel que se ha engordado con hormonas. Cualquiera persona que haya frito un filete en la sartén sabe de qué estoy hablando. Ese filete que termina reducido a la mínima expresión y suelta agua, lo siento, está "pervertido", es un producto que esconde mucha más tecnología que la que presenta a la vista. Y si se quiere se puede convertir en un asunto de mercado: el filete de la vaca "engordada" artificialmente debería incluir esos métodos de engorde en el etiquetado. 4) La biotecnología alimentaria (no he hablado de la biotecnología en general) me parece una trola porque no se atreve a presentarse públicamente, a explicar sus métodos de producción y a justificarlos. La mejor prueba de lo que digo son los alimentos trasngénicos. ¿Quieren sus productores incluir etiquetado? No. Y al final, claro que será una cuestión de justicia social. Puede que ya lo sea: los pudientes compran productos ecológicos, en los que la intervención humana no es tan agresiva como en otras formas de producción. Un programa de la tele decía que somos lo que comemos. Pues bien: los que tienen dinero pueden comer cosas que no puede permitirse el resto. ¿Enviaremos toneladas de maíz transgénico al tercer mundo sin conocer sus consecuencias? No me extrañaría nada que ya se estuviera haciendo, como aquel país que vendió varias toneladas de carne de vaca loca a un país tercermundista: para sus habitantes era mejor morirse por el mal de las vacas que morirse de hambre. Si deshacemos el binomio artificial.natural y lo vacíamos de sentido, ¿es lo mismo una vaca loca que una normal? ¿preferirías comerte un filete de vaca loca?

La concepción de la tecnología como ciencia aplicada implica que el conocimiento práctico se deriva directamente de la ciencia, del conocimiento teórico. Y habitualmente, desde esta perspectiva, se consideran las teorías conjuntos de enunciados que tratan de explicar el mundo. Como tales, están libres de valores externos: son racionales, objetivas, etc. Eventualmente, las teorías se aplican, y obtenemos así tecnologías. Pero la ciencia "pura" no tiene nada que ver, en principio, con la tecnología. Es, probablemente, este mismo prejuicio intelectualista, además de otros factores que habría que determinar, el que explica la tardía aparición de la filosofía de la tecnología, como ámbito autónomo de estudio, siendo la tecnología tan antigua como el hombre. La tecnología depende de la voluntad humana, precisamente. El desarrollo de las tecnologías depende de cómo sea integrado en el sistema productivo y de comercialización. No es autónoma, no es sólo un resultado sino un proceso que incluye factores sociales, psicológicos, económicos y políticos. Es decir, los factores humanos están constantemente presentes. No es beneficioso, en mi opinión, alentar una imagen del desarrollo tecnológico en la que éste sigue su propia lógica al margen de los humanos. Somos capaces de intervenir en el desarrollo. Creo que en eso podemos estar de acuerdo, porque yo tampoco quiero comerme filetes de vaca loca, con el maíz transgénico lo vamos a tener difícil, creo. También estoy de acuerdo en que los que tienen dinero pueden comer cosas que el resto no. Los alimentos de cultivo biológico están muy bien, claro, pero no dejan de ser para snobs acomodados. Creo que en lo fundamental estamos de acuerdo. Pero disiento de que sea necesario establecer una distinción metafísica natural/artificial. Más bien, concibiendo la tecnología como una práctica social, se trataría de pilotarla para que sus efectos sean beneficiosos. Quizá la distinción también sea útil en la práctica cotidiana, de sentido común, pero filosóficamente se vuelve problemática. Un enfoque social de las tecnologías nos obliga a asumir responsabilidades, aunque deshagamos el binomio natural/artificial. PD: Lo de los filetes es cierto. Doy fe. :-)