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Un experimento con bitácoras

Sobre Respuesta a la pregunta: ¿qué es Ilustración?
Ilustración es la salida del hombre de su culpable minoría de edad. Minoría de edad es la imposibilidad de servirse de su entendimiento sin la guía de otro. Esta imposibilidad es culpable cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino de decisión y valor para servirse del suyo sin la guía de otro. Sapere aude!. ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración. Pereza y cobardía son las causas por las que tan gran parte de los hombres permanece con agrado en minoría de edad a lo largo de la vida, pese a que la naturaleza los ha librado hace tiempo de guía ajena (naturaliter maiorennes), y por las que ha sido tan sencillo que otros se erijan en sus tutores. Es muy cómodo ser menor de edad. Tengo un libro, que suple mi entendimiento; a quien cuida del alma, que suple mi conciencia; a un médico, que me prescribe la dieta, etc., de modo que no tengo que esforzarme. No tengo necesidad de pensar, si puedo pagar; otros se encargarán por mí de la enojosa tarea. Aquellos tutores, que se han hecho cargo tan bondadosamente de la supervisión, se cuidan muy bien de que el paso hacia la mayoría de edad sea tenido, además de por molesto, también por muy peligroso por la gran mayoría de los hombres (y por todo el bello sexo). Después de entorpecer a su manso y prevenir con cuidado que estas pacíficas criaturas se atrevan a dar un paso fuera del camino rodado en que se las ha encerrado, les muestran el peligro que les amenazaría si trataran de ir solas. Sin embargo, este peligro no es tan grande, pues al final aprenderían a caminar después de algunas caídas; pero un ejemplo de esta índole intimida y, por lo común, escarmienta para futuros intentos. Es difícil, por tanto, que cualquier individuo logre salir de esa minoría de edad, que casi se ha convertido en él en naturaleza. Incluso le ha cobrado afecto y se siente realmente incapaz de servirse de su propio entendimiento, pues nunca se le ha dejado intentarlo. Estatutos y fórmulas, instrumentos mecánicos de un uso, o mejor abuso racional de sus dotes naturales, son los grilletes de una perdurable minoría de edad. Quien los arrojara, apenas si daría un inseguro salto sobre la más breve zanja, pues no estaría acostumbrado a un movimiento tan libre. Por eso son pocos los que, con propio trabajo de su espíritu, han logrado superar la minoría de edad y, sin embargo, proseguir con un paso seguro. Pero es posible que un público se ilustre a sí mismo; es casi inevitable, si se le deja en libertad. Pues siempre se encontrarán algunos que piensen por sí mismos, incluso entre los tutores establecidos de la gran muchedumbre, que difundirán a su alrededor, luego de haber arrojado de sí el yugo de la minoría de edad, el espíritu de una estimación racional del propio valer de cada hombre y de su vocación a pensar por sí mismo. Pero aquí sucede algo extraordinario: que el público, al que aquellos tutores llevaron bajo este yugo, los obliga a someterse a su vez, cuando es incitado por algunos de sus autores, incapaces de suyo de toda ilustración; tan perjudicial resulta sembrar prejuicios, pues acaban por vengarse de aquéllos, o de sus precursores, que fueron sus autores. De aquí que el público sólo pueda alcanzar lentamente la ilustración. Acaso mediante una revolución sobrevenga un derrocamiento del despotismo personal y de la opresión acaparadora y dominante, pero nunca la verdadera reforma del modo de pensar; sino que nuevos prejuicios, tanto incluso como los viejos, servirán de riendas de la gran muchedumbre carente de pensamiento. Para esta ilustración no se requiere sino libertad; y. por cierto, la menos perjudicial de las que pueden llamarse libertad; a saber: la de hacer uso público en todas partes de su razón. Mas oigo exclamar por todos lados: ¡No razonéis! El oficial dice: ¡No razones, sino ejercítate! El consejero de hacienda: ¡No razones, sino paga! El clérigo: ¡No razones, sino cree! (Sólo un único señor en el mundo dice: ¡Razonad tanto corno queráis y sobre lo que queráis; pero obedeced!). Por doquier, limitación de la libertad. Pero ¿qué limitación obsta a la ilustración" ¿Y cuál, por el contrario, la fomenta" Contesto: el uso público de su razón debe ser en todo momento libre, y sólo éste puede llevar a los hombres al estado de ilustración; pero su uso privado debe ser a menudo limitado muy estrechamente, sin que ello obste, en particular, al progreso de la ilustración. Entiendo por uso público aquél que alguien, en calidad de docto, puede hacer de su propia razón ante el público entero del mundo de lectores. Llamo uso privado al que le está permitido hacer de su razón en un puesto civil, o función, que se le ha confiado. En ciertas tareas, que se emprenden en interés de la república, es necesario cierto mecanismo, por cuya mediación algunos miembros de la república deben comportarse de modo meramente pasivo para ser dirigidos hacia fines públicos mediante una unanimidad artificial del gobierno, o, al menos, para impedir la destrucción de tales fines. Entonces no está permitido razonar, sino que se debe obedecer. Pero, en la medida en que esta parte de la máquina sea considerada como miembro del conjunto de una república, e incluso de la sociedad cosmopolita, por tanto, en calidad de docto que se dirige a un público por escrito con la propiedad del entendimiento, puede, en efecto, razonar, sin que afecte a las tareas en que es utilizado, en cuanto parte, como miembro pasivo. Resultaría muy perturbador que un oficial, al recibir tina orden de sus superiores, quisiera razonar en voz alta durante el servicio acerca de la pertinencia o utilidad de esta orden; debe obedecer. Pero no se le puede prohibir con justicia que, como docto, haga observaciones sobre los errores del servicio militar y los exponga al juicio de su público. El ciudadano no se puede negar a pagar la contribución que se le ha impuesto; incluso puede ser castigada como escándalo una desaprobación indiscreta de tal carga, cuando ha de pagarla (pues podría dar lugar a una oposición general). Pero él mismo obra sin perjuicio del deber de un ciudadano si, como docto, manifiesta públicamente su pensamiento contra la inconveniencia o aun injusticia de tales medidas. Del mismo modo, el clérigo está obligado a predicar a sus catecúmenos y a su congregación según el símbolo de la iglesia a la que sirve, pues fue aceptado con esta condición. Mas, como docto, tiene plena libertad, e incluso la vocación, para comunicar al público todos sus pensamientos, cuidadosamente examinados y bienintencionados, sobre "os defectos de tal símbolo y las propuestas para mejorar la institución de la esencia de la religión y la iglesia. Tampoco en esto hay nada que pueda resultar una carga para la conciencia. Pues aquello que enseña al cumplir su función, como titular de las tareas de la iglesia, lo presenta corno algo respecto a lo cual no tiene libre poder para enseñarlo según le parezca bien, puesto que ha sido enviado para predicar según la prescripción y en el nombre de otro. Dirá: nuestra iglesia enseña esto o aquello; tales son las pruebas fundamentales de que se sirve. Extraerá, entonces, toda la utilidad práctica para su congregación de principios que él mismo no suscribirá con pleno convencimiento, a cuya prédica se obliga porque no es imposible del todo que en ellos esté oculta la verdad o que, al menos, no alberguen nada que contradiga la religión interior. Si creyera encontrar esto último en ellos, entonces no podría, en conciencia, desempeñar su función; tendría que dimitir. Por tanto, el uso que de su razón hace un administrador de la doctrina ante su congregación es meramente un uso privado; ésta siempre es una reunión doméstica, por grande que sea, respecto a la cual, como sacerdote, no es libre ni puede serlo, puesto que administra un mandato ajeno. Por el contrario, como docto, que por escrito habla al público auténtico, o sea, al mundo, el clérigo, en el uso público de su razón, goza de una libertad ilimitada para servirse de su propia razón y hablar en persona. Que los tutores del pueblo (en asuntos espirituales) deban volver a ser menores de edad es un absurdo que acaba en la perpetuación de los absurdos. Pero ¿no debería estar autorizada una sociedad de clérigos, tal una asamblea de la iglesia, o una reverendísima classis (como suele llamarse entre los holandeses), a comprometerse bajo juramento respecto a cierto símbolo inmodificable, para instaurar así tina continua y suprema tutela sobre cada uno de sus miembros y, por medio suyo, sobre el pueblo, perpetuándola de este modo" Digo que esto es del todo imposible. Un contrato semejante, que consideraría cerrada para siempre toda ulterior ilustración del género humano, es absolutamente nulo y vano, aunque sea confirmado por el poder supremo, por la dieta imperial y los más solemnes tratados de paz. Una época no puede aliarse y conjurarse para dejar a la siguiente en un estado en que le sea imposible extender sus conocimientos (sobre todo los perentorios), depurarlos de errores y, en general, avanzar hacia la ilustración. Sería un crimen contra la naturaleza humana, cuya determinación original consiste, precisamente, en este progreso; y, por ello, la posteridad está en su pleno derecho de rechazar todo acuerdo tomado de modo incompetente y ultrajante. La piedra de toque de todo aquello que pueda decidirse como ley de un pueblo reside en la pregunta: ¿podría imponerse un pueblo a sí mismo semejante ley" Esta valdría, si bien a la espera de una mejor, para introducir, en el menor tiempo posible, cierto orden que, al mismo tiempo, dejara libre a cada ciudadano, principalmente a los clérigos, para, en calidad de doctos, manifestar públicamente, es decir, por escrito, sus observaciones sobre las faltas de tal institución, mientras continúa el orden introducido, hasta que la comprensión de la índole de estos asuntos se haya extendido y acreditado tanto que, mediante la unión de sus votos (aunque no sean todos iguales), pueda elevarse al trono una propuesta para dispensar protección a aquellas congregaciones que se han puesto de acuerdo, según su concepto de una comprensión mejor en lo que atañe a una institución de la religión modificada, aunque sin obstar a quienes quisieran seguir con lo antiguo. Pero es absolutamente ilícito ponerse de acuerdo, ni siquiera por el plazo de duración de la vida de un hombre, sobre una constitución religiosa perdurable, de la que nadie pudiera dudar en público, y destruir con ello un período en la marcha de la humanidad hacia su mejoramiento, dejándolo estéril y perjudicial para la posteridad. Un hombre puede en lo que a su persona concierte, aunque sólo por algún tiempo, aplazar la ilustración en aquello que está obligado a saber; pero renunciar a ella, en lo que a su persona concierne y aún más en lo que concierne a la posteridad, significa vulnerar y pisotear los derechos sagrados de la humanidad. Y lo que ni siquiera un pueblo puede decidir de suyo, menos podrá un monarca decidirlo para el pueblo; porque su autoridad legisladora reside, precisamente, en que reúne toda la voluntad del pueblo en la suya. Si aquél sólo mira a que todo mejoramiento, verdadero o presunto, coexista con el orden civil, entonces dejará que sus súbditos hagan lo que consideren necesario para la salvación de su alma; esto no le concierne, pero sí prevenir que unos a otros se entorpezcan violentamente al trabajar por su determinación y promoción según todas sus facultades. Lesiona su majestad si se inmiscuye en estas cosas, al aplicar la inspección del gobierno a los escritos en que sus súbditos tratan de poner en claro sus opiniones, tanto si considera su propia opinión como superior, en cuyo caso se expone al reproche: Caesar non est supra grammaticos, como si humilla su poder supremo para favorecer el despotismo espiritual de algunos tiranos contra el resto de sus súbditos. Si ahora nos preguntáramos: ¿vivimos en una época ilustrada", la respuesta sería: no, pero sí en una época de ilustración. Falta mucho todavía, tal como están las cosas, para que los hombres, tomados en conjunto, se hallen en situación o puedan estar dispuestos para servirse con seguridad y provecho de su propio entendimiento sin la guía de otro en materia de religión. Tenemos claras señales, sin embargo, de que se les ha abierto el campo para trabajar libremente y de que los obstáculos para una ilustración general, o para la salida del hombre de su culpable minoría de edad, son cada vez menos. Con esta perspectiva, esta época es la época de la ilustración, o el siglo de Federico. Un príncipe, que no se considera indigno al declarar que tiene por deber no prescribir a los hombres nada en materia de religión, sino que les deja a este respecto plena libertad y que, incluso, rechaza el pretencioso nombre de tolerancia, es de suyo ilustrado y merece ser alabado por el mundo y la posteridad como el primero que, al menos del lado del gobierno, se resolvió a terminar con la minoría de edad del género humano y dejó libres a todos, en lo que es asunto de la conciencia, para servirse de su propia razón. Con él, dignísimos clérigos, sin menoscabo del cumplimiento de su misión, pueden exponer libre y públicamente al examen del mundo, en calidad de doctos, sus juicios y consideraciones diversos con el símbolo aceptado; y aún más quienes no están limitados por el cumplimiento de misión alguna. Este espíritu de libertad se extiende también hacia fuera, incluso donde ha de contender con los obstáculos exteriores de un gobierno que se ha malentendido a sí mismo. Este ejemplo ilumina cómo, en libertad, no se ha de estar preocupado respecto a la tranquilidad pública y la unidad de la república. Los hombres salen poco a poco con su trabajo de su estado de rudeza, si no se trata de mantenerlos en él de modo absolutamente artificial. He establecido el punto principal de la ilustración, esto es, la salida del hombre de su culpable minoría de edad, principalmente en asuntos religiosos, pues, respecto a las artes y las ciencias, nuestros señores carecen de interés en ejercer la tutela sobre sus súbditos; además de que aquella minoría de edad es, de todas, la más funesta e infame. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece la ilustración en aquel sentido va más lejos y comprende que tampoco hay peligro, en lo que respecta a la legislación, al permitir que sus súbditos hagan uso público de su propia razón y expongan públicamente al mundo sus pensamientos sobre una mejor institución, incluso con una franca crítica de lo existente; de esto tenemos un ejemplo brillante, pues tampoco monarca alguno se ha anticipado a aquél que nosotros honramos. Pero sólo aquél que, por ilustrado, no teme a las sombras » al mismo tiempo, dispone de un disciplinado y numeroso ejército para la tranquilidad pública de los ciudadanos, puede decir lo que un Estado libre no se atrevería: ¡razonad tanto como queráis y sobre lo que queráis; sólo que obedeced! Adviértese aquí una extraña e inesperada marcha de las cosas humanas; pues, en general, si la observamos con amplitud, casi todo en ella es paradójico. Un grado mayor de libertad civil parece favorable a la libertad del espíritu del pueblo y también le fija límites infranqueables; un grado menor le proporciona, por el contrario, el espacio en que extenderse según todas sus facultades. Pues si la naturaleza ha desarrollado bajo esta dura cáscara la semilla, que cuida con delicadeza, de la inclinación y vocación del libre pensar, esto reobra paulatinamente sobre el modo de sentir del pueblo (con lo que se va haciendo cada vez más capaz de la libertad de actuar) y, al cabo, sobre los principios del gobierno, al que le resulta beneficios tratar al hombre, que es algo más que una máquina, conforme a su dignidad. Lo que acabas de leer es el texto kantiano Respuesta a la pregunta: ¿qué es Ilustración". Probablemente muy pocos lectores hayan llegado hasta el final de esta anotación. Su contenido filosófico es mucho más valioso que cualquier cosa que hayas leido antes en esta misma bitácora. Sin embargo, es muy probable que esta sea una de las entradas menos leidas. En el mundo de la filosofía, este texto es un opúsculo. Sin embargo, me temo que en el mundo de las bitácoras sea un texto demasiado largo. ¿Tienen cabida estos textos en las bitácoras" ¿Qué condiciones o características deben cumplir los contenidos educativos para aparecer en una bitácora" ¿Son igualmente aplicables a todos los niveles educativos" ¿Potencian la lectura y la difusión de contenidos culturales y educativos a la vez que les imponen un formato determinado" ¿Qué te ha pasado por la cabeza a medida que leías esta obrita kantiana" ¿Te parecía demasiado larga como para aparecer en una bitácora" ¿Qué reflexiones alrededor del potencial educativo de las bitácoras se podrían realizar" Si has llegado hasta el final, te agradecería mucho que me dieras tus impresiones sobre alguna de estas preguntas. ¡Muchas gracias! -----

aquí hay uno que no ha llegado al final: sólo leí los dos primeros párrafos y salté al último. Pero que conste que está marcado para leer! qué pensé al leerlo? pues que el mensaje era interesante en tanto en cuanto parecía mezclar lo que se entiende ahora por desarrollo personal y el desarrollo de occidente, pero no tanto la forma. En el segundo párrafo me encontré varias chinitas, así que decidí saltar y no estresar más mi atención a estas horas. Al bajar y ver la longitud, como quien mira por la ventana del tren, sí me pareció demasiado largo para una bitácora. Pienso leérmelo, ya lo dije, pero en general, en muchas cosas, yo soy bastante rarito. reflexiones sobre uso educativo de las bitácoras...? las limitaciones del medio a veces reducen artículos interesantes a anécdotas y cuentitos. Por otra parte los buenos artículos son concisos y directos, eliminando morralla y barroquismos (creo que hay otra palabra más adecuada... pero no me sale). ánimo!

No sabes cuánto te agradezco el comentario, sobre todo por la franqueza. A veces me entra la sospecha de que esté reduciendo (a través de esta misma bitácora) a anécdotas y cuntitos lo que son más que artículos: obras y sistemas filosóficos que no pueden reducir su tamaño para amoldarse a los nuevos medios. Es verdad que ciertas obras de filosofía (que no todas) pueden pecar de ser demasiado extensas, que tengan demasiada "morrala y barroquismo" (la expresión no es mala...), pero eso no quita para que haya otras también extensas y que merecen ser leídas con detenimiento, poniéndolas en relación además con otras obras del mismo autor, o de otros filósofos. Eso es la filosofía, y no termino de ver claro que todo eso tenga cabida aquí, en una bitácora... Lo que sí me anima a seguir escribiendo es que, quizás, a partir de esta bitácora pueda haber gente que se anime a acercarse a la filosofía de verdad, o que se anime, por qué no, a hacerse un poco "filósofo", es decir, a mirar la realidad de un modo crítico, interrogativo, radical, último, sistemático... Pero quizás sean también objetivos muy altos para una bitácora.

No he leído el texto entero. He pasado por encima de cada párrafo para ver a dónde querías llegar. No es el tipo de texto habitual en una bitácora. Los blogs son un formato apropiado para las reflexiones y comentarios personales. En la parte final era lo que yo pensaba que iba a encontrar: tu opinión sobre lo que escribías. Desde el comienzo he visto que no era tuyo. Este tipo de textos los asocio más con sitios web temáticos o la sección de artículos filosóficos de una web como Boulesis, pero no del Blog. Quien escribe en una bitácora lo hace también para que otros puedan opinar enviando comentarios. Este texto es para expertos y tiene más un carácter científico/teórico que divulgativo. Otra cosa es que en esta entrada de tu bitácora hubieses escrito una invitación a leer el artículo de Kant y a comentar después aquí algo sobre su contenido con alguna pregunta que oriente el debate, como has terminado haciendo aunque orientando las cosas hacia otro lado. Creo que las bitácoras sí que sirven para enseñar a hacer comentarios de textos filosóficos y que eso se puede hacer de muy diversas formas. Muchos aprendizajes relacionados con la composición escrita pueden ser perfectamente trabajados a través de un blog. También pienso que quizás la bitácora no sea tan buen medio para enseñar filosofía como para enseñar a filosofar, aunque también.

A mí, por el contrario, me parece que no te merces ningún tirón de orejas; entre otras cosas creo que faltan más personas como tú y yo, que demos un poco de caña crítica a este tipo de cuestiones... al menos para fomentar la reflexión. Con respecto a tus preguntas, pienso que no procede hacerlas. Te centras en buscar una relación entre el texto y el medio en el que se expone, para conocer si puede existir algún tipo de conciliación o no. Pero yo, animaría a pensar que el mencionado texto, publicado en el suplemento dominical de El País, podría producir el mismo tipo de debate. En mi caso, también he leído sólo los dos primeros párrafos y el último (probablemente como muchos de los post que leo); si me hubiera encontrado con el mismo texto en el dominical la cosa no hubiera pasado de los dos primeros, probablemente sin pasar ni siquiera por el último. Se trata pues de que es un texto que tiene una "audiencia" determinada y que sólo suele ser leído en contextos muy concretos (estudiantes de filosofía, amantes incansables de la lectura y poco más). Así, si alguna persona encuadrada en estos perfiles pasa por tu blog y se encuentra con el texto, probablemente lo leerá, al igual que un estudiante de bachillerato al que se lo "recomiendes". En todo caso, en lo que respecta a la longitud del texto, es algo que no es inherente a los blogs, más bien va relacionado con los niveles de lectura con los que contamos en la actualidad en una sociedad como la nuestra. Salud.

Yo tampoco me lo he leído entero, solo los primeros párrafos y luego, en triple salto mortal hasta el último. El problema para mí no es el soporte, o solo el soporte, como dice Aníbal, me habría ocurrido lo mismo si hubiera aparecido en el dominical de El Pais, suscribo su valoración, no obstante quiero responder a tus preguntas. Los "entendidos" dicen que nos son las pantallas el medio ideal para leer textos largos, que cuando leemos en internet, lo que hacemos es lectura rápida, escaneo, de los contenidos, parece que resulta más cansado leer en pantalla o que el tipo de lectura es distinto, aunque yo ya me he habituado y no me supone mucho problema hacerlo. Creo que cuando el texto es largo y complejo lo que procede es imprimirlo, ofrecer una versión descargable que conserve el formato. Pregunas si potencian la lectura, yo creo que pueden ser un medio para ello y para que cada cual tenga el valor de "servirse de su propio entendimiento" y contrastarlo con el de los otros. No se nada respecto a la Ilustración, pero tuvo como soporte la imprenta, los foros de debate, y las relaciones epistolares entre erudit@s. A mi eso me recuerda mucho a lo que sucede con los blogs, salvando todas las distancias, entre ellas la erudición de la que carezco. Ese es un enorme potencial, es un medio de sacar fuera, de reflexionar, de experimentar, de poner en común, de recibir feedback ... Por otro lado, supongo que la materia de filosía no se soporta sólo sobre sesudos escritos, no aptos para no iniciados, sino también sobre el ejercicio de la reflexión, de la crítica, de la lógica, etc.. y para eso yo diria que este medio puede tener utilidad.

Acabo de leeros compañeros/a y me está dando “yuyu” decir que me he leído el texto entero, desde luego no en pantalla sino utilizando el botón que Miguel muy oportunamente nos pone para imprimir porque estas cosas se leen sobre papel, recostado y con una luz indirecta. Lo he leído entero por dos razones, la primera por dar respuesta a la petición de un compañero aunque sean muy diferentes nuestros ámbitos de trabajo y la segunda porque la disquisición filosófica me gusta y la diatriba también aunque reconozco que cada vez me cansan más ambas y, en este caso, no halle nada de diatriba y sí mucho de disquisición. Quiero responder Miguel puntualmente a tus preguntas tal como las formulas y según mi “libre” entender que espero a la altura de las circunstancias porque nos reconocerás que has puesto el listón alto al encabezar con una lectura gruesa una serie de preguntas livianas…. acepto matices en ambos aspectos. Empiezas preguntando si tiene cabida este tipo de textos en una bitácora; pienso que sí pero en un ámbito reducido y especializado, factor que no creo muy alejado de muchas bitácoras presuntamente muy leídas. Pienso que, de hecho, en torno a las bitácoras, nos movemos en círculos de afinidad y comunión de intereses. No acabo de percibir la bitácora como un medio de comunicación de masas, como puede ser un periódico u otra publicación del estilo. En este sentido, tu escrito es sectorial, tiene su propia audiencia, creo que reducida pero en la misma medida que otras con temáticas diferentes. Tus estudiantes y tus lectores pueden hallar en este post un motivo de reflexión, yo lo he hallado (1) y tú también (2), uno por leerlo y otro por escribirlo (hay mucha diferencia consistente ??? ), pues ya somos dos, alguno más, al menos lo ha intentado, seguro que otros lo han acabado… ya somos 10 o 12 ; ¿somos pocos? ¿a partir de cuántos somos muchos?. ¿Qué condiciones deben cumplir los contenidos educativos que aparecen en una bitácora? . Según mi entender y suponiéndoles su carácter educativo, ( perfeccionamiento intencional del ser humano) , solamente una condición; estar acomodados al receptor y favorecer la comunicación en ambos sentidos haciendo posible el aprendizaje desde todas las partes que comunican. ¿Son igualmente aplicables a todos los niveles educativos? No, estamos moviéndonos en un medio “letrado” y eso requiere conocimientos previos en cuyos aprendizajes puede intervenir un blog pero de forma muy colateral y complementaria. ¿Potencia la lectura y la difusión de contenidos?, evidentemente sí (no entro en detalles de alcances mayores o menores desde el punto de vista de número de usuarios, además no me gusta este tipo de cuentas en estos medios). ¿Imponen un formato determinado? , claro que sí, por lo cual la bitácora ni es, ni pretende, ni debe ser un medio culto y exclusivo… es un medio más, sin más. ¿Potencial educativo en este post ? . A mí me ha hecho reflexionar sobre la libertad a la que tanto se apela para que el ser humano pueda servirse de su propio entendimiento saliendo así de su minoría de edad cultural para acometer el acto del propio juicio y valoración de las cosas. Me llama la atención como se enfoca la libertad a modo de dádiva social, desde el prócer hacia el lego, desde cierta verticalidad que no comparto. La libertad, entiendo, no se da ni es social, la libertad es individual y radica en la voluntad de cada sujeto que la ejerce. Por lo tanto, esté equivocado o no, probablemente ni lo uno ni lo otro… potencial educativo en este post ¿? , claro está, qué hacemos ahora si no es educarnos a través de la comunicación, en este caso soportada en este medio, tu bitácora.

Cuento: he abierto mi bloglines. He llegado, por el orden alfabético a la bitácora de Aníbal. He leído su post sobre el experimento sin saber de qué iba. Me he encontrado con esta entrada. He leído los dos primeros párrafos y como sabía de qué iba el texto (cosa que no le pasaría a un alumno), me he permitido ir mirando por encima cada párrafo para saber a dónde se quería llegar. Hay que tener en cuenta que me quedaban cincuenta blogs más que mirar y unas cuantas cosas que hacer para clase. Y he llegado a la reflexión y preguntas finales. He sacado mis conclusiones. Para bien o para mal, leemos mucho pero todo muy rápido. Así que se agradece que las entradas vayan muy al grano. Es preferible publicar en distintas partes o entradas un mismo artículo. Si pienso en los alumnos, saqué esta conclusión hace tiempo, cuando nada más ver un post con un texto largo preguntaban exaltados "¿y qué hay que hacer con esto?". A ellos no les falta tiempo, pero sí hábito de lectura. Así que hay que hacerles leer, pero en dosis que admitan. Espero no contradecirme con la extensión de mi comentario. Enhorabuena por la entrada.

Hay un dogma que pretende que no se puede escribir un texto largo en Internet. Escribir en la red significaría forzosamente escribir páginas cortas. Este tópico proviene da la mala interpretación de los resultados de un estudio de Jakob Nielsen, “How users read on the Web” (http://www.useit.com/alertbox/9710a.html), que muestra que el 79 % de los lectores sobrevolarían la páginas sin leerlas, mientras que solamente el 16 % las leería en su totalidad. Este estudio es muy conocido entre los que se interesan por la ergonomía de la redacción para la web. Pero esto no significa que « escanéemos » o sobrevolemos siempre y continuamente las páginas largas de internet. Nielsen y otros ergónomos han demostrado que nuestro comportamiento de lectores cambiaba según nuestros objetivos. Si, en fase de búsqueda, preferimos sobrevolar una página, somos capaces, sin embargo, de leer un texto largo cuando pensamos que hemos encontrado la información que buscábamos. Y si nos encontramos a disgusto leyéndola en la pantalla, la imprimiremos. Resumiento: se puede escribir un texto largo en la web. Se deben tomar sin embargo algunas precauciones para “airear” y estructurar el texto y hacerlo “escaneable” como dice Nielsen (dar puntos de referencia al lector en nuestro texto). Todo esto no impide que se adopte un estilo conciso. Jakob Nielsen ha demostrado la eficacia de esta regla. Tras reescribir un sitio (http://www.useit.com/papers/webwriting/rewriting.html) aplicando las reglas de concisión de estilo y de « scanability » dándole un tono “objetivo” más que comercial, logró aumentar la satisfacción de los lectores en un 159 %. Traducción propia de Adverbe.: “Écrire pour le web: court ou long?” http://www.adverbe.com/2006/08/04/ecrire-pour-le-web-court-ou-long/ P.S. : He escaneado y sobrevolado el opúsculo kantiano que nos has colocado hoy.

¿Tienen cabida estos textos en las bitácoras? Creo que si porque puedo leer"¡Muchas gracias!" que supongo será el final, yo veo 2.876 palabras en 11 párrafos. Si escribiste más, la respuesta es que no cabían. ¿Qué condiciones o características deben cumplir los contenidos educativos para aparecer en una bitácora? Las mismas que los contenidos que se pueden poner en otros medios. La principal: despertar la curiosidad. ¿Son igualmente aplicables a todos los niveles educativos? Si, pero, es dificil despertar la curiosidad a un niño de 8 años con este texto, pero a un docente puede que sí. ¿Potencian la lectura y la difusión de contenidos culturales y educativos a la vez que les imponen un formato determinado? Si pueden potenciar la lectura y, creo que, ese "formato impuesto" sólo debe venir determinado por los límites de la tecnología empleada, no por ningún prejuicio de esa "usabilidad". ¿Qué te ha pasado por la cabeza a medida que leías esta obrita kantiana? Solo he leido los cinco primeros párrafo, al ver que el quinto no cabía en la pantalla me he ido al último. Esperaba algún tipo de experiencia o aplicación concreta de las bitácoras a la educación, no lo encontraba y he saltado al final esperando leer las conclusiones y al caer en la cuenta de que estabas haciendo un experimento con tus lectores ya no he considerado necesario leer el resto para dar respuesta a estas cuestiones. ¿Te parecía demasiado larga como para aparecer en una bitácora? No. Todo depene del contexto, de los lectores a los que vaya dirigido el blog, de lo que se prentenda ... Supongo que estos comentarios, a pesar de lo extenso del texto y de que muchos no lo hayamos leído entero, son los que querías para tu experimento y en consecuencia, sí está logrando su objetivo. ¿Qué reflexiones alrededor del potencial educativo de las bitácoras se podrían realizar? Que valen hasta para hacer experimentos de sociología. Saludos. José Fernando.

He comenzado a leer la entrada por el párrafo final, y acicateado por el reto, la he vuelto a leer desde el principio. No es una baladronada, ni una afirmación para contentar al autor; de hecho, tengo pruebas: yo diría que el texto ha sido escaneado (si no por el propio autor, por otra fuente anterior) y que el OCR es el culpable de algunas erratas, pues hay un par de "tina" en vez de "una" y algún otro fallo. Creo que las preguntas que haces al final son perfectamente pertinentes, y muy adecuadas al discurso actual de la blogosfera. De hecho, alguna vez me he quejado en La Bitácora del Tigre de esos prontuarios para blogueros que animan a escribir de un determinado modo y proscriben o desaconsejan otros. Me permitirás que, en vez de contestar a tus preguntas en este comentario, lo haga en una próxima entrada de mi propio blog. Mi enhorabuena por este extraordinaria bitácora. No la sigo con tanta frecuencia como se merece, pero es un referente ineludible de todos los docentes blogueros.

Hola, desde mi punto de vista, el experimento en realidad no llega a ser tal desde su planteamiento, ya que omite considerar aspectos importantes que siempre suceden antes de leer cualquier cosa y que pasan desapercibidos. Antes de leer de lleno cualquier texto, ya sea libro fancine, revista, apunte, ensayo o lo que sea, uno siempre hace una lectura de segmentación gruesa, la cual permite hacer estimaciones respecto a lo que está pronto a leer. De hecho, la lectura detallada nunca es tan cuadrada, sino que viene siempre acompañada de la lectura de líneas duras, contornos y figuraciones. Todo esto es parte del sentido práctico de quien sabe disponerse a leer, como en un trance extático, al menos por más de dos horas. Por ello uno nunca llega a leer de lleno sin antes hacer estas estimaciones programáticas para decidir si algo es leíble y para calcular cuando es posible lograr una lectura profunda y detallada. Quizá esto sea particularmente aplicable al mundo de las bitácoras electrónicas con pretensión filosófica, ya que hablando de filosofía, uno siempre activa todo tipo de consideraciones para declinarse a favor o en contra la lectura de un texto: uno siempre está a la defensiva respecto a sus propios esquemas de referencia filosófica, en el sentido de evitar ruidos, disturbios y articulaciones basura: uno en el fondo sabe por sentido práctico que no todo lo que se dice filosófico es compatible con los propios esquemas, ya que muchas veces tal mote sólo sirve para enmascarar todo tipo de aberraciones virulentas, intencionalidades ideológicas y hasta impotencias, de las cuales es menester estar atento para cerrarles las puertas. No todo es educativo sólo por ser filosófico, y muy pocos escritos filosóficos logran evitar hablar del ensimismamiento de quien lo escribe. Lo peor de un texto es que no atrape por sí mismo desde su propio contenido, y que se vuelva una especie de dolor de cabeza o de indigestión ilustrada, ante la poca generosidad de quien lo escribe. Para que un texto atrape a su lector es menester escribirlo saliéndo de la propia escafandra existencial y poniendo de relieve cierta libertad de pensamiento. Así pues, después de hacer una lectura gruesa de este post, dando scroll por todo su cuerpo, decidí leer el comienzo para ver si se despertaba mi interés, y para ver si se cumplía cierta intriga de predestinación: como parece ser obvio, me sucedíó que el texto no me atrapó en ningún sentido. Acá es menester acotar que luego luego saltó cierto anacronismo que no estaba justificado, y que perdía sin más su justa actualización (cosa importantísima en la lectura blogosférica). Sin embargo terminé por leer los dos primeros párrafos, un poco como bajo protesta, y preguntándome si la extensión del texto era producto de la generosidad escritural de su autor, y cuestionando también en dónde residía el experimento (ya que eso era lo que vendía el cabezal del post). Dada esta incertidumbre, desatendí para volver a hacer una lectura de segmentación gruesa: scaneando el texto, scrollenado y buscando con la mirada la palabra "experimento", "bitácora", o "blog". Fue en el último párrafo que las encontré, y al leer dicho párrafo, lejos de descubrir que a pesar de todo el texto es feliz (como podría llegar a suceder a pesar de las sospechas iniciales) más bien confirmé que no lo es. También confirmé que el experimento era un fiasco y una mala trampa. En fin, lejos de hacer coraje rescaté la reflexión final como una buena intención que pude corroborar en la sección de comentarios (aplicando lecturas de segmentación gruesa y fina a los mismos). En el fondo, no creo que el problema sea del dispositivo blog, más bien todo se circunscribe a la alquimia que es posible lograr entre los modos de lectura (tanto de segmentación fina como de segmentación gruesa) y una escritura de primera mano, fresca, hecha en voz propia, es decir, una escritura franca, llena de parresía, que libere al lector tanto como al escritor de ostracismos y de ensimismamientos, de una escritura inconvergente que abra líneas de fuga que sean divergentes en sus intersticios, que libere deseo, moléculas, que afecte al cuerpo, en suma que sea generosa: que no tenga la intención de atrapar al lector gratuitamente, sino más bien de impulsarlo a leer más sin subestimar su potencia y su capacidad de compresión. Cualquier escrito que refleje esto y que cumpla con estos requerimientos metadiscursivos invitará a la lectura sea a través del medio que sea. Personalmente y con todo respeto: nada de esto lo encuentro en Kant, sino más bien en pensadores como Spinoza, Nietzsche, Foucault o Deleuze... pero esto ya es una cuestión un tanto más íntima. saludos

Para empezar somos muy educados pero lo malo esque algunas personas escupen por la calle o tiran cosas bueno ay que ver como esta esto.Lo que queria desir esque pongais reglas por la calle.Adios