
Estos "iconos de la emoción" tienen más significado del que aparentemente pudiéramos pensar. Para empezar, resulta muy llamativo (y hasta cierto punto inquietante) que nuestra capacidad de expresión necesite de este tipo de apoyos. ¿Seríamos capaces de expresarnos sin un emoticono" Su uso se debe, creo, a dos causas esenciales: o bien se es incapaz de expresar la misma idea con un matiz de alegría, tristeza, enfado o comlicidad (principales "emociones" de estos iconos) o bien, sencillamente, se pretende ahorrar espacio. Para qué escribir en 10 líneas lo que puede describirse en la mitad añadiendo tres o cuatro iconos. La economía del lenguaje, igual que sucede en los móviles, juega con sus propios criterios, y a menudo logra que su lógica intachable sea aceptada por todos los usuarios. El problema es que esta economía puede provocar, en el terreno lingüístico, pobreza. Paradoja y contradicción: a mayor economía, menor capacidad expresiva.
Pero vayamos un poco más allá: los emoticonos implican también una homogeneización de la expresividad, de las emociones y los sentimientos. Con los emoticonos no caben los matices. El muñeco que ríe se limita a eso: a reír. ¿Acaso lo hace con sarcasmo" ¿Con ironía" ¿Es una risa noble" ¿Sana" ¿Malintencionada" Nadie lo sabe. La convicción perversa de que una imagen vale más que mil palabras nos lleva a vernos en la necesidad de acompañar de imágenes nuestras palabras. Quien sabe: puede que, a la larga, seamos incapaces de expresar nuestras emociones, sentimientos, pasiones, sin estas simpáticas y graciosas imágenes que son los emoticonos. Todos sentimos igual, todos vivimos igual. El repertorio de nuestras emociones es limitado porque, por otro lado, muchas de ellas no se pueden expresar con una simple cara. La nostalgia y la melancolía, por poner dos casos, son "inefables" en el lenguaje emoticónico. Como si las emociones fueran sólo caras. El siguiente paso: pensamienticonos, ideiconos. Para que todos pensemos igual. Para que no sepamos pensar.
Entrada relacionada:
- Comentarios bloqueados