
Hay que decir que el texto incluye ciertos rasgos que nos pueden parecer anacrónicos: a partir de su lectura da la sensación de que el cristianismo fuera la mejor religión y la que más se acerca a la verdad (y hay algún texto del propio Locke en el que aparecen actitudes hostiles hacia otros credos). Sin embargo, es más lo que podemos aprender de su lectura que lo que puede resultarnos superado o anticuado. Debieran pasar por él quienes abogando por la separación Iglesia-Estado parecen querer perseguir cualquier signo de religiosidad, pero también los que interpretan la fe de un modo político y hegemónico. Ni el estado religioso ni el laicismo intolerante parecen ser la solución, y el texto de Locke ofrece argumentos desde los que discutir y replantear un problema que quizás viva ahogado por los fanáticos que ven al resto como infieles y por tertulianos y líderes políticos que esconden su resentimiento bajo la etiqueta de progresismo. Que los extremos lean a Locke y traten de aprender algo.
Para finalizar, una última virtud del texto de Locke: nos puede servir como introducción para pasar a otras obras más extensas del autor, como pueden ser los Dos tratados sobre el gobierno civil. Algunas de las ideas de la obra que comentamos hoy están recogidas también ahí: su proximidad en el tiempo es sólo un síntoma más de lo que en realidad es toda una época de la vida de un filósofo dedicada a la fundamentación y estructura del poder político, así como a la relación del mismo con los individuos. Temás clásicos de la filosofía política para los que la Carta sobre la tolerancia puede ser una perfecta introducción. En fin, una recomendación más para leer filosofía, y aprovechar para entender un poco mejor este mundo en que vivimos. Este y no otro quiere ser el sentido de todas nuestras recomendaciones. A ver si alguien se anima, empieza a leer a Locke y le saca partido. Es mucho más sano que "ejercer" nuestra libertad de conciencia pegados a la televisión.
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