
El último caso es ya conocido por buena parte de los profesores con blog: Lourdes Domenech comentaba en un artículo la injusticia cometida en un proceso de acceso a cátedras en el que todo su trabajo a través de la bitácora no fue valorado por la comisión correspondiente, mientras que otros trabajos (en papel y con su ISBN correspondiente) sí que habían recibido una valoración positiva, aunque en algunos casos tenían contenidos copiados (literalmente) de su blog. Todo parecería kafkiano y absurdo (casi de risa) si no fuera porque estamos hablando de algo muy serio: la condición de catedrático es una de las pocas (por no decir nulas) posibilidades de promoción del profesorado de secundaria (por mucho que a sindicatos y partidos políticos se les llene la boca con la famosa "carrera docente"). Por ello todos deberíamos involucrarnos en algo que viene sugerido por la más elemental de las justicias.
A raíz de aquello, ha surgido un manifiesto y también una recogida de firmas, además del grupo de la red ning creado para canalizar las movilizaciones. Nadie está pidiendo que a cualquier profesor que abra un blog con cuatro entradas se le den varios puntos. Yo mismo he criticado la inflación de las TIC en la docencia en este mismo blog. El debate ahora es muy distinto: las TIC canalizan también contenidos y actividades de calidad, que mejoran la práctica docente y que son utilizados por miles de personas a lo largo de un curso, muchos miles más de los que leerán los artículos de revistas o los libros especializados que se prensentan en los concursos de méritos. Ese trabajo tiene que ser reconocido ya. Sin más dilación y sin más demora. Independientemente de que las autoridades educativas no sepan demasiado de internet y tampoco muchos de nuestros representantes sindicales, que tuercen el gesto cuando oyen palabras relacionadas con las TIC. ¿Acaso tendremos que esperar a que los que tienen la sarten por el mango abran un blog para que comience a valorar su calidad como mérito académico"
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