En las últimas décadas el materialismo se ha ido consolidando como la teoría científica más consolidada a la hora de explicar al ser humano. Dos perspectivas dominan el panorama: la neurociencia y los programas de inteligencia artificial. El primero, trata de explicar cómo nuestras emociones, sentimientos e ideas pueden explicarse en función de las reacciones eléctricas que se producen en nuestro cerebro. Por otro lado, las diferentes líneas de la IA tratan de mostrar que las máquinas son capaces de asumir tareas que se habían considerado específicamente humanas. Nuestros procesos cognitivos, se nos viene a decir, pueden ser explicados como reacciones puramente materiales, con lo que palabras como "alma” o "mente” parecen desterrarse para siempre del vocabulario científico.
La cuestión sería: ¿Es este destierro para siempre o sólo una circunstancia temporal" Los propios científicos reconocen los límites de sus investigaciones: hay procesos mentales que una máquina no puede realizar y nuestro conocimiento del cerebro humano es aún muy limitado y las ideas rectoras del mismo han sufrido importantes cambios en los últimos años. Al margen de la situación más o menos saludable de ambas teorías, cabe señalar un aspecto humano que plantea problemas tanto a la neurociencia como a la inteligencia artificial: la voluntad. Somos animales deseantes, y construimos nuestra vida en función de planes y proyectos. ¿Es esta una actividad únicamente cerebral"
Asumamos por un momento la perspectiva de la neurociencia: a cada una de nuestras actividades mentales, le corresponde la estimulación de cierta región cerebral. Pensamos que sabemos dónde se localiza el lenguaje, la memoria, el razonamiento… y concluimos que todo ello no es más que materia en movimiento. Sin embargo, hay una pregunta crítica para la neurociencia: ¿Se activan esas zonas cerebrales de una forma automática o hay un yo o una conciencia que quiere leer, pensar o razonar y que indirectamente activa las zonas correspondientes del cerebro" No parece tan sencillo encontrar las bases neurológicas de la voluntad, más aún cuando ésta se ve afectada también por la experiencia y las circunstancias vitales. Argumento que se puede plantear a todos los programas de IA: ¿Puede una máquina desear, proyectarse, planear" A menos que estemos dispuestos a aceptar que algún día las máquinas puedan rebelarse contra sus creadores, parece algo más propio de la ciencia ficción. ¿Representa la voluntad una objeción a los planteamientos materialistas de la ciencia" Quizás querer saberlo no sea más que una consecuencia de nuestra disposición neuronal…
P.D: fuente de la imagen
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