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¿Debe el profesor ser un referente moral para sus alumnos?
Una frase de la sabiduría popular nos recuerda que no hay mejor forma de enseñar que "predicar con el ejemplo". El decir y el hacer se entrelazan y se ayudan mutuamente cuando el profesor (cabría incluir al padre/madre o a cualquiera que esté dispuesto a defender una idea) es coherente con aquello que dice, lo pone en práctica y muestra a los alumnos, con su forma de vida, que es posible vivir según ciertos valores, normas y pautas. Tradicionalmente se ha mantenido una idea curiosa, que separa al profesor (y a algún que otro colectivo más) del resto, exigiéndole en cierta forma una solidez moral que al resto no se le exige. Un ejemplo simple: si cualquier ser humano lleva a cabo una acción reprobable será censurado por ello. Si además es profesor, antes o después aparecerá la coletilla: "Y encima es profesor. A saber lo que enseñará en sus clase. Qué vergüenza" Por detrás de esta expresión respira la idea de que el profesor debe poner en práctica lo que dice y que su profesión va aparejada a ciertos valores morales que han de transmitirse, independientemente de la asignatura que se enseñe.

Hasta en la más técnica de las materias hay una relación entre el profesor y el alumnado. Las propias explicaciones, las correcciones o las calificaciones son actividades cotidianas en las que intervienen habilidades personales así como valores morales como la igualdad, la justicia, la no discriminación... Si aceptamos este punto de vista, ser profesor no es lo mismo que ser fontanero, informático o arquitecto. Cierto es que en todos estos casos existen también relaciones humanas, pero en ninguno de ellos se exige ese "plus" de moralidad, de ejemplaridad que a menudo se le pide al profesor, que ha de ser en su vida privada un buen modelo. Un buen ciudadano, se diría ahora abusando de la palabra de moda. Frente a esta perspectiva, hay otra concepción de la enseñanza que trata de alejar al profesorado de ese conjunto de valoraciones morales. Así, ser profesor es tan sólo una profesión más, tan "técnica" como cualquier otra. El profesor llega a clase, imparte unos contenidos y se marcha. En su vida privada puede hacer lo que le venga en gana, pues su actividad profesional no va de la mano con ciertos comportamientos morales.

Lo hemos oído también en muchos foros: es la familia la que educa, el instituto enseña. En la clase se aprenden lengua, matemáticas e historia. No se aprende a ser persona, tarea más cercana a padres, familiares, amigos... El profesor es un trabajador más y no son de recibo, por tanto, valoraciones de tipo moral relacionadas con la actividad que desempeña. En su vida privada el profesor no tiene por qué ser peor ni mejor ciudadano que cualquiera de sus vecinos. Se trata en definitiva de un rechazo absoluto a aquella situación de hace unas décadas, en la que el profesor representaba en cierta forma una autoridad que merecía un respeto, pero también cierto tipo de excelencia moral por parte de quien ocupaba el cargo. Ante visiones tan opuestas de la docencia, que se pueden constatar diariamente en cada centro, sólo cabe mostrar cierta perplejidad. ¿Hasta qué punto se debe "revestir" al profesor del aura de la moralidad" ¿No es una forma de aumentar la presión social que se ejerce sobre el profesorado" Y en el otro extremo: ¿Cómo no aceptar que cualquier profesor es algo más que un mero "transmisor de conocimientos"" ¿Acaso los defensores de esta visión "técnica" no reivindican cierto prestigio y reconocimiento social que quizás va más allá de la mera comunicación teórica" ¿Con qué modelo nos quedamos" ¿En qué lugar situaríamos al buen profesor" ¿Cómo justificar estas respuetas, en función de razones, de experiencias vividas, de intereses personales"

Hola! En calidad de alumna, mi opinión es que el profesor debería ser un modelo a seguir. El buen profesor, como tu decías, yo lo definiría como aquel que aparte de impartir su materia, que es lo único que está obligado a hacer, da ejemplo con su conducta, su forma de ser, y además se implica con los alumnos. Me refiero con esto, a que el profesor es un "maestro", una persona en la que los alumnos se guían y toman como modelo, que sea firme cuando haga falta, pero que sepa reír, que exija respeto, pero que a su vez, ofrezca respeto. No se.. no estoy tampoco de acuerdo con el modelo de profesor de hace unas cuantas décadas, quizá tenía demasiada autoridad, aunque hoy en día pienso que algunos bajan demasiado la guardia. Sin más rodeos, el buen profesor tiene que encontrar ese equilibrio, tiene que saber lo que implica su profesión y que está tratando con personas, cuyo aprendizaje, y también, moral y madurez dependerá en gran medida de lo que él les enseñe.

No sé si el aut-aut está bien planteado. Creo que entre los dos modelos hay más continuidad de lo que parece y que la verdadera distinción la encontramos entre los PROFESORES QUE PROFESAN SU PROFESIÓN y los CRETINO. Y no hay modelos puros. Lo digo mirando desde abajo, como padre y/o alumno. El profesor que "imparte unos contenidos y se marcha" puede mostrar una alta altura moral si es responsable de su trabajo: ofrece claridad en sus explicaciones, se adapta al alumno y sus dificultades (no exige lo que no se puede exigir), es coherente en sus pretensiones... recuerdo muchos profesores distantes pero ejemplares sólo por su trabajo ( en lo que yo les conocía; fuera del recinto tal vez eran psicópatas, no lo sé. El caso de Anibal Lecter, en el silencio de los corderos, puede ser ejemplo de tipo maligno que con su discípula, es buen profesor y se comporta con lealtad moral). Por otro lado, el profesor que pretende ser "cálido" con sus pupilos y que se esfuerza por acercarse a los alumnos y sus problemas vitales, que es ejemplar dentro y fuera de las aulas ( haría una pregunta al presidente si se lo pidieran, vota, mantiene un estilo de vida saludable, es solidario con los otros...) puede ser en clase un verdadero cretino si no sabe exigir de manera adecuada, si en el desempeño de su función dice hoy una cosa y mañana otra etc.... y eso aunque celebre el día de la no violencia y acuda en su tiempo libre a las manifestaciones pacifistas y sea para los chicos un tipo majo y cercano. Es - moralmente, en el aula - un mal tipo por ejemplar que sea.Los alumnos rechazan al profesor incoherente, al que no juega claro... aunque sea un ejemplo de ciudadanía. En fin: la reflexión sobre una ética del profesor es necesaria y creo que tiene que ver con la coherencia y el esfuerzo razonable por la obra bien hecha. Saber ordenar el esfuerzo para conseguir más de lo que se tenía también es un eje de valoración moral. Luego existe variedades. Personalmente creo más en la piedad hacia el esforzado( "venga, al final le apruebo con 3,75 porque ha aguantado el esfuerzo") que en la frialdad indistincionista (sólo se aprueba si se tiene 5), aunque la "indistinción" no me parece negativa en la educación y desde luego tiemblo si los médicos e ingenieros tuvieran sus títulos por mera piedad (Sánhez Ferlosio reflexionó muy interesante sobre el "tratar igual como tratar indiferente" en algunas páginas sobre la ciudadanía). Hecho en falta una deontología del profesor en paralelo a la médica. En el fondo los médicos y los profesores trabajamos en el ámbito del cuidado ( de cuerpos y mentes y almas y espíritus). Por eso quizás funcionen los mismos princicpios que en bioética: NO maleficiencia (no estropees al chaval con exigencias desproporcionadas que acaben haciéndole odiar el conocer), Justicia (Igualdad: no discrimines pedagógicamente al tonto o al listo, al zoquete...). Autonomía (ayuda a que el alumno asuma la responsabilidad por sus obras y tome decisiones --- esto, en el caso d elos menores de edad, debe ser codulado); beneficencia (intenta que el alumno llegue al máximo de sus posibilidades). Si cumplo con estos principios y, en mi tiempo libre, practico la zoofilia, no pago mis impuestos o abandono a mi familia por una bailarina ( o bailarín) exótica,... supongo que no tiene nada que ver (¿O sí? Caemos en bluque; léase de nuevo el artículo de Miguel, etc, etc.) Un abrazo (Nota: por cierto, María Grigore: ¿eres profesora o alumna? El asunto no tiene importancia - ya fueras un camionero tailandés tus letras serían interesantes - pero me siento un tanto confundido a ese respecto) Salud y librepensamiento

¡Hola Luis! Pues yo diría que la alternativa no es tan errada. No faltan en nuestro colectivo compañeros (incluso de algunos sindicatos, pero es de mala educación señalar) que piensa que somos "profesionales" pero no en el sentido ético que incluyes en tu texto. Hay una ética de la profesionalidad, desde luego: indirectamente aludes a ella y quizás podamos hablar de ella en próximos días. Sin embargo, no creo que los que abogan por la dignificación y la autoridad del profesorado estén tan dispuestos a admitir esa ejemplaridad (incluso laboral, no en la vida privada) a la que haces referencia. A veces, los que más protestan, son los que menos hacen. La cuestión de fondo, tomando tus ejemplos, sería: ¿valoraríamos igual que un profesor practique la zoofilia que si lo hace un carpintero? El ejemplo es un tanto humorístico, puede que el de la evasión de impuestos sea más real. Ahora que está de moda la EpC: ¿puede alguien evadir impuestos y no pagar sus multas y ser buen profesor de EpC? Al escribir el artículo estuve a punto de poner otro ejemplo de profesión con resonancias morales: la medicina. Me lo has quitado del teclado... Coincido contigo en que hay más paralelismos de los que en principio parece. ¿Y en la política? ¿Puede un médico de respiratoria decirme que deje de fumar e hincharse los pulmones de humo entre consulta y consulta? ¿ACeptaríamos que un político nos hable del bien común y se descubra que está implicado en tramas de corrupción? Quizás haya profesiones y profesiones. María es, creo, alumna, y ahí están sus palabras, que como dices son bien interesantes...

Un profesor de EpC puede ser buen profesor y evadir impuestos. Si es un tipo que sabe sacar la "luz" al personal. Incluso podría intentar hablar a los chicos de las razones para la evasión de impuestos ( y para la no). El problema radica de en que "si las tiernas mentes" ven que el profesor que tan bien les hizo comprender que no había que evadir impuestos en su vida extra-escolar incumple con hacienda, puede provocarle una decepción... Pero eso es, poniendome cínico, parte del proceso de la experiencia vital. En la película Quadrophenia el chico-mod protagonista ve como su gran ídolo de rebeldía(As de oros) es en realidad un botones servil. El chico siente frustración, abomina de su cultura mod... pero aprende más. En todo caso, el ídolo As de Oros mientras fue "ejemplo" para el joven que quería ser modo fue excelente maestro. Lo otro vino después. (Para acabar - hoy estoy verborreico, perdón -pensemos en el caso de las drogas. Un profesor que en su vida privada consuma marihuana o cocaína, ¿debe no ser hipócrita y hablar de las bondades de la droga? Yo creo que no ... -- aquí aplicaríamos aquello de Kant del uso privado y del uso público, o con Rorty lo de liberal público e ironista privado. En este sentido, el profesor que me sale tras esta reflexión es un mercenario de unas ciertas ideas comunes u oficiales o convencionales.

Hola otra vez! Por supuesto, no se valora igual, ni al profesor, ni al médico ni al político. Pero la cuestión es que estas personas que enseñan lo que no son capaces de aplicar a su vida no actuan.. de manera coherente, al menos, a mi modo de verlo. Claro está, no hace falta seguir todo al pie de la letra, yo soy la primera en admitir que no siempre hago lo que (por ej.) aconsejo, etc. Aún así, intento actuar siguiendo mi moral, consciencia o como se quiera llamar. Aunque, claro, visto por el otro lado (por los que piensan que la familia educa, el instituto enseña)... si al profesor, médico, político le exigimos objetividad en su profesión, no deberíamos nosotros también ser objetivos al juzgarle? Es decir, si su profesión la hacer bien, que más da lo que haga en su vida privada? Bajo este concepto, sí que habría que valorar igual, tanto al profesor como al médico o al político, aunque después actuen de forma incoherente. Al menos educan. Y por último.. Luis, confundido por qué? Todavía me quedan unos añitos siendo alumna, no sé si después llegaré a ser profesora, jaja. Saludos!