Los mitos que circulan al respecto no son nada despreciables: según ciertas opiniones, en la enseñanza concertada hay contenidos proscritos del temario. Pongamos ejemplos filosóficos: mientras que la filosofía medieval recibe mucha atención, Marx o Nietzsche se explican con desgana y en tono crítico. Igualmente, la historia se explicaría de una forma uniforme y partidista, la teoría de la evolución no recibiría demasiada atención. Alguna vez he llegado a escuchar que en tal o cual colegio el director o el jefe de estudios revisa los apuntes o que incluso llegan a entrar en el aula para estar al tanto de lo que se imparte. Nadie niega que este tipo de conductas pueden ocurrir de manera aislada. Frente a esto, pretender generalizarlas asociadas a la enseñanza concertada es un despropósito. Entre otras cosas porque pone en duda la profesionalidad de quien puede trabajar tanto en el sistema concertado como en el público: no son pocos los funcionarios que se han iniciado en la enseñanza concertada. Y para continuar, porque hay motivos de imagen y prestigio que obligan a incluir contenidos y perspectivas diversas. Aunque pueda existir orientación en la presentación de los temas, parece difícil de creer la acusación de manipulación u omisión.
Centrémonos en el polo opuesto: ¿Puede legítimamente un defensor de la enseñanza pública acusar al sistema concertado de "manipular", "orientar", u "omitir" contenidos" La experiencia me dice que hay profesores de todos los colores, tamaños y formas. Los alumnos saben perfectamente qué visión de la historia van a recibir de cada profesor. Es esta una materia tan "humana" (en lo que de sublime y de miserable tiene este adjetivo) que cualquier alumno avispado conoce perfectamente las inclinaciones y preferencias políticas, morales y religiosas de sus profesores, independientemente de la materia que imparta. No hace mucho que decíamos por aquí, que toda enseñanza de la filosofía es ya interpretación: ¿acaso puede ser muy distinto en otras materias, aún aceptando que las de carácter científico pueden estar más libres de este carácter interpretativo" No acierto a ver cómo se garantiza esa neutralidad u objetividad de la que presumen algunos, ni me parece sencillo concretar las medidas que puedan garantizarlas. Lo "políticamente correcto" funciona como mecanismo homogeneizador, al margen de que nos encontremos en colegios o institutos: lo que en un lugar resulta adecuado en el otro puede ser visto como excesivamente progre o conservador. Igual da. Al final, hay un proceso de socialización, un filtro cultural, y una inspección que supuestamente supervisa lo fundamental. ¿Es lícito entonces establecer algún tipo de diferencia entre la enseñanza pública y la concertada en lo referente a los contenidos y la forma de impartirlos"
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