Por un lado, los defensores de la diversidad esgrimen los beneficios sociales que de ella se derivan: si los alumnos que requieren mayor atención educativa conviven en el aula con el resto, se logra evitar la creación de grupos diferenciados, disminuyendo por tanto la marginación y la discriminación. Además de los beneficios sociales, aparecen otros educativos y psicológicos: los alumnos conviven desde el principio con aquellos con los que después van a compartir espacios públicos en la vida social: ¿Qué sentido tendría separar a los alumnos y después situarlos en la sociedad sin que exista un conocimiento previo" ¿Podría funcionar una sociedad así" La comprensividad tendría efectos positivos incluso en lo referente a la educación afectiva y emocional: la escuela se convierte, en definitiva, en el marco de la convivencia, un pequeño retrato de la vida social, en la que según qué tipo de diferenciaciones en función de las capacidades cognitivas no resultan operativas. Visto así, la educación sería incluso un factor de progreso social, en tanto en que dinamiza procesos de integración de minorías culturales o étnicas, o personas con problemas de aprendizaje.
En las antípodas, se sitúan los críticos de la comprensividad. Para ellos, la educación debe girar en torno a los conocimientos, y las circunstancias sociales, culturales o educativas de un grupo no justifican que a otros alumnos se les limite su derecho a la educación. El alto precio de la comprensividad es, en cierta manera, una menor exigencia de contenidos, lo cual es considerado como un perjuicio para aquellos alumnos que podrían aprender más, si no compartiera aula y pupitre con los que requieren mayor atención. Y esto sin que necesariamente se interprete de manera elitista: se puede compartir el juego, la actividad extraescolar o cualquier otro momento, pero no la enseñanza. El horario escolar y la vida en general incluyen numerosos espacios y tiempos para la convivencia, la tolerancia y la integración: desde asociaciones juveniles hasta movimientos de voluntariado, en los que es posible abogar por una integración real y efectiva, que, implantada en el aula, puede convertirse en un lastre. ¿Caben estrategias intermedias" ¿Nos acercamos, como sugiere la profesora Enkvist, al fin de la escuela comprensiva" ¿Representa la comprensividad un obstáculo" ¿Impide el aprendizaje de los que no requieren tantas ayudas o representa también un obstáculo, por falta de recursos humanos, a los que necesitan más atención" ¿Qué consecuencias sociales y culturales implica la escuela no comprensiva" Algunas preguntas para un debate de décadas...
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