El panorama de fondo que nos sirve para sostener esto es el irraionalismo que defendió Nietzsche. Quizás en pocos personajes históricos se haya encarnado de un modo tan brutal como en el lider del nazismo. Pero si nos paramos a comentar algunos de los conceptos más importantes de Nietzsche vemos que las piezas también encajan. Para empezar, podríamos fijarnos en la voluntad de poder: es claro que Hitler la tuvo, que trató de llevar su ámbito de influencia tan lejos como pudo, y que en ningún caso la razón pudo actuar como freno a su ambición, a lo que su instinto y su voluntad le dictaban. Y otro tanto de lo mismo ocurre si nos fijamos en esa vida al margen de la moral y de la religión que propone Nietzsche: también en este sentido se podría decir que Hitler asume la propuesta del Así habló Zaratustra. El nihilismo llevado a su máxima expresión (algo que después Hannah Arendt denominaría la "banalidad del mal") y además un nihilismo dominador, activo, que no se asusta ante la falta de sentido. Estas expresiones reflejan de un modo correcto la personalidad del líder del nacionalsocialismo alemán, que despreciaba también la debilidad, la mediocridad, la compasión.
Sé que este tipo de análisis pueden resultar molestos en los círculos filosóficos. No son pocos los que intentan moralizar a Nietzsche, domesticarlo y convertirlo en un manso provocador. Sin embargo, en el fondo de Nietzsche respira este radical irracionalismo, un vitalismo exaltado y sin control, que igual conduce a una de las mayores matanzas de la historia que a creaciones artísticas insuperables. Estas son las contradicciones del pensamiento de Nietzsche, en el que todos podemos encontrar ideas lúcidas, pero cuyo planteamiento general es insostenible si queremos mantener la vida y el pensamiento. Su forma de filosofar ha dado mucho fruto en todo el pensamiento posterior, sus ideas siguen despertando la crítica y animándonos a ver la realidad desde otro punto de vista. Pero no por ello hemos de olvidar que es imposible formular una filosofía que niegue la filosofía, hacer uso de la razón para negarla, o afirmar la vida hasta el punto de reducirla a nada, de negar cualquier sentido a la misma o de anular toda manifestación de vida que no sea la propia. Eso es, en cierta forma, lo que hizo Hitler, que, por mucho que nos duela, puede quizás ajustarse a las características del superhombre que Nietzsche describe en sus obras.
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