Hoy empiezo con una anécdota, ocurrida esta misma mañana: alumno de 1º de ESO que sufre una caída durante el recreo. Se golpea la cabeza y al levantarse de nuevo siente un poco de mareo. Como tantas otras ocasiones, los profesores de guardia acompañan al alumno a jefatura de estudios para que sus padres puedan venir a buscarle y acudir al médico. En lo que venía el padre a buscarle, me acerqué a la clase del alumno a recoger su mochila y su abrigo. Fue cargar con la mochila a la espalda y recordar inmediatamente las noticias que salen en los medios de comunicación cuando no tienen nada que contar: el enorme peso que tienen que soportar las espaldas aún sin formar de los alumnos de secundaria. No sé cuantos libros y cuadernos llevaría en la mochila, pero el caso es que pesaba lo suyo. Cuando el alumno se fue, discutíamos sobre el tema en jefatura: algunos compañeros decían que a su edad a todos nos ha tocado cargar. Otro aludía a la idea del gobierno de equipar con un portátil a cada alumno, lo cual debería disminuir el peso transportado.
Inmediatamente salió el tema de los profesores y las nuevas tecnologías. En una reciente charla con alumnos del centro, me comentaban que los libros de un curso cuestan alrededor de 200 euros. En la actualidad, con poco más de ese dinero, es posible adquirir un ultraportátil con la suficiente potencia como para navegar por internet o utilizar archivos de apuntes, ejercicios, etc. Con la ventaja añadida de que un equipo de este tipo podría valer para varios cursos. Contradictorio es el califitcativo que se me ocurre para la iniciativa del gobierno de regalar un portátil en una sociedad en la que el gasto en libros de texto por cada familia ronda los 200 euros. Frente a estas ideas, se suele argumentar que este tipo de cambios som imposibles por impensables: los intereses y los juegos de poder de las grandes editoriales. Ahora mismo, hay materiales de calidad en la red, gratuitos y accesibles para que todos los profesores puedan dar la clase a través de archivos de texto, imágenes, esquemas, etc. Otra cuestión es que no interese: el mayor eco que alcanza en internet una página educativa es una referencia en algún suplemento de un diario.
Es el eterno tema de la invisibilidad: los docentes están ahí, elaboran trabajos que merecen la pena y que están muy por delante de los planteamientos de las editoriales. Sin embargo, su nula visibilidad impiden su utilización. Sólo a ojos de otros compañeros con inquietudes tecnológicas (y bajo esta categoría incluiría a cualquiera que busca asiduamente materiales en internet, lo cual no es mucho pedir) cobra valor ese trabajo y se convierte en material didáctico para el aula. La red docente y educativa parece no existir: ni para los grandes medios ni para los políticos, que se hacen fotos en los grandes actos institucionales, llenos de grandes autoridades que divagan al respecto, para tener bien engrasada la maquinaria de la industria cultural.. Esperar que diarios que son primos hermanos de grandes editoriales inicien una campaña por la enseñanza con las TIC es iluso. Lo mismo ocurre con los grandes responsables políticos: ¿por qué no pedir a las familias el esfuerzo de invertir en un ordenador e incentivar a los profesores a su utilización" Aún siendo "tradicionales" podemos facilitar las cosas a las familias: los apuntes de Historia de la filosofía de nuestro centro, cuestan ocho euros en fotocopiadora, frente a los más de treinta del resto de libros. ¿Es tan difícil pensar que los alumnos pudieran tener ese archivo en su ultraportátil y trabajar a través del mismo" Algo tan sencillo como eso será imposible mientras la web educativa no tenga visibilidad, ni reconocimiento ni sea objeto de estudio y valoración, para distinguir los materiales valiosos de los que no lo son. Hasta entonces, el debate sobre las TIC seguirá vacío de contenido.
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