- Dios es el ser más perfecto que se puede pensar
- La existencia es una perfección
- Luego, Dios existe
Para empezar, el argumento está lógicamente mal construido. A la conclusión ("Dios existe") habría que añadirle la coletilla de la primera premisa: "en el pensamiento". Si partimos del ser más perfecto que se puede pensar, llegaremos a demostrar la existencia (en el terreno del pensamiento) de ese ser que reúne todas las perfecciones, por lo que el argumento carece de validez real (ontológica, dirían los especialistas). Pero no es la única crítica que se le puede plantear: la segunda premisa, que la existencia sea una perfección, es también cuestionable. La existencia es una característica más de las cosas, no le añade "perfección". Si un ser que existe es más perfecto que uno que no existe, han comentado los alumnos, un violador que existe es más perfecto que uno que no existe. La existencia es sencillamente eso: existencia, y no hemos de añadirle ninguna calificación de tipo moral. Por el mero hecho de existir algo no es moralmente mejor que lo que no existe. Para que luego se diga que los alumnos de 2º de bachillerato no piensan...
Una tercera crítica se ha dirigido hacia la palabra "perfección". Por debajo de este concepto se esconde una enorme carga valorativa, es un caballo de troya para dotar de existencia a cualquier objeto que deseemos demostrar: si decimos, por ejemplo, que ET es el extraterrestre más perfecto que se puede pensar, y que la existencia es una perfección, parece que nos veríamos obligados a deducir que ET existe. Podemos aplicar esto al mismísimo demonio: si éste es el ser más perfectamente malo que existe, entonces deduciríamos inmediatamente que existe, pues si le faltara la "perfección" de la existencia, el diablo no podría ser perfectamente malo. En fin, que la demostración de San Anselmo es ingeniosa, para qué negarlo: tiene el mérito de ser a priori (independiente de la experiencia) y basarse en los únicos medios de la razón. Sin embargo, tiene un gran defecto: su validez es nula. Una pena, ya que de haber logrado ser lo que pretende (una demostración en sentido estricto) hubiera despejado una de las mayores preguntas de la filosofía. Mirándolo con otros ojos, podemos sentirnos aliviados de que San Anselmo no demostrara la existencia de Dios: así, esta cuestión sigue dando que hablar, sigue generando debate y motivando pensamientos de todo tipo. Como por ejemplo, el de Nietzsche, uno de los pensadores que con mayor energía ha defendido el ateísmo. La filosofía es así...
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