Hasta hace bien poco, la reivindicación del profesorado de la concertada se centraba fundamentalmente en el sueldo. En los últimos años, la asignación económica de ambos colectivos se ha ido igualando de una forma progresiva, de manera que la reivindicación actual se fija en el número de horas de docencia directa. El intervalo de 17-20 propio de la pública está muy lejos de las 25 de la concertada, se critica, siendo esta sin duda una de las claves que explican por qué el estado gasta menos por alumno en un colegio concertado que en un colegio público. Los sindicatos y asociaciones de la escuela concertada lo tienen muy claro: si se realiza el mismo trabajo, ha de aspirarse a que las condiciones de trabajo también se igualen, y la reducción horaria semanal de docencia directa es el caballo de batalla. Mejorar la educación concertada pasa, dicen, por una reducción en las horas semanales de un profesorado que a partir de la tercera o cuarta hora diaria no puede ya rendir de la misma forma que al comienzo de la mañana.
Desde los sindicatos defensores de la "res publica" se contraargumenta: los profesores de la concertada no han tenido que superar ninguna criba, y en ocasiones el amiguismo o el enchufe prima en las contrataciones. Si no hay un examen de oposición entre medias, no se puede equiparar el trabajo de la pública con el de la concertada. Y no sólo eso: ni siquiera la condiciones de sueldo deberían ser las mismas, toda vez que el profesorado de la concertada jamás pasa por las condiciones de un concurso de traslados que implica vivir alejado de tu casa, y estar obligado a asumir un gasto significativo en viajes, alquileres, etc. De manera que para estos sindicatos la conclusión es clara: si el profesorado de la concertada quiere trabajar en las mismas condiciones que el de la pública, debería opositar y estar dispuesto a pasar seis, ocho, diez o doce años fuera de su casa, cuando no más en caso de no lograr aprobar la oposición en las primeras ocasiones. Además, estos sindicatos aluden a un hecho diferencial respecto al alumnado de ambos sistemas: mientras que el profesor de la pública se enfrenta a un ambiente más hostil y complejo, la concertada emplea diversos mecanismos para filtrar el alumnado de sus aulas, que no suelen caracterizarse por la presencia de alumnos con necesidades educativas especiales, emigrantes, o pertenecientes a minorías étnicas. ¿Hacen entonces el mismo trabajo los profesores de ambos sectores" ¿Deberían igualarse las condiciones" ¿Sólo para salarios y horas trabajadas o también para traslados y otras condiciones" A ver quién le pone el cascabel al gato y se atreve a responder estos interrogantes...
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