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¿Nos aburrimos hoy más que antes?

Una de las consecuencias que no comentábamos ayer sobre el cierre de Megaupload: la gente se aburre. No son uno ni dos los que estaban acostumbrados a ver las seres de televisión o las películas de estreno a través del ordenador. Y los que no manejan todavía bien las alternativas a la famosita página andan sumidos en el ostracismo. Se aburren. Como si la televisión hubiera existido siempre. Dando por supuesto que los móviles han sido uno de los motores de la historia y que las videoconsolas de las más diversas marcas hubieran sido una oferta habitual de la jugueterías. Es difícil para muchos de los que viven su adolescencia y juventud en estos inicios del siglo XXI imaginar tan siquiera la posibilidad de que hace sólo un par de décadas la diversión había que buscarla de otra forma. Tanto ocio no impide sin embargo que se manifieste una de las características más propias del ser humano: el aburrimiento.

Nos aburrimos. Y no creo que haya muchos dispuestos a afirmar que hoy nos aburramos menos que antes. El aburrimiento es casi una categoría antropológica, forma parte de nuestro ser tanto como el pensamiento, el juego o el llanto. Algo que no sé si es fácilmente extrapolable a otras especies animales, que tienen sus tiempos de esparcimiento y descanso, si se quiere hasta de tedio y sosiego, pero difícilmente de aburrimiento. Porque no es lo mismo descansar qur aburrirse: mientras que lo primero implica realizar una cierta actividad, hacer algo, aquel que se aburre es el que no sabe qué hacer. Desearía no descansar ni yacer en un sofá o una cama, pero no encuentra el qué. De alguna manera, el aburrido encuentra tiempo que le sobra, que no es capaz de llenar. Tiene el deseo de dedicar su tiempo a algo, pero no es capaz de determinar el qué. Parece ser que su etimología nos remite al horror: el que se aburre tiene horror de esa situación que, sin embargo, no es capaz de superar.

Hay otra reflexión a mayores alrededor del aburrimiento: es una actitud tan universal como nociva para el ser humano. Todos nos hemos aburrido alguna vez, pero es peligroso estar aburrido mucho tiempo. Es como si a quien se aburre le sobrara vivir, como si estuviera de más. A quien le invade con demasiado frecuencia, la vida se le presenta con un cansancio inherente, con una falta de estímulos y motivación. Como si la vida misma se acompañara de su dosis correspondiente de vacío, de nada: el nihilismo como concepto filosófico es con toda probabilidad la expresión más abstracta del aburrimiento. Con una salvedad importante: uno de los autores que más utlizaron este concepto, Nietzsche, rechazaría totalmente el aburrimiento, que es una de las mayores negaciones de la vida. Y la presunta liberación que debería suponer la decandencia de varios de los valores occidentales no ha logrado que dejemos de aburrirnos. Es más: ni siquiera megaupload lo lograba. La conclusión es sencilla: quizás no podamos escapar de un aburrimiento del que en muchas ocasiones somos cómplices directos.

Son muchos los hilos reflexivos que nos sugiere la idea (¿idea?¿concepto?) de aburrimiento. El aburrimiento, como bien señalas, supone o trae a la vida una actitud pasiva que, sin embargo, se enfrenta a la exigencia de llenar un vacío. Es, por tanto, una pasividad un tanto extraña (o produce extrañeza) porque implica una cierta "actitud pro", un germen de acción, que choca con el derrumbamiento de todas las cosas que no hacemos pero están ahí, a la mano que decía Heidegger, pero que al ser tocadas parece como si se desplomaran o convirtieran en polvo. El aburrimiento devalúa las opciones y los proyectos vitales, convirtiéndolos no en espectros sino en flatus vocis emitidos por la realidad, la cultura, la nada... Especulando al modo mítico - y, personalmente, me encuentro en una posición de tránsito del logos al mito - no consideraría que el aburrimiento es una fuerza que nos invade o posee. Por eso, quizás sea mejor considerar el aburrimiento como una puerta del alma que dejamos abierta ( o se nos abre) y por la que no podemos salir (eligiendo cualquiera de los contenidos conservados en el gran almacén). No obstante por esa puerta sin vigía sí pueden entrar fuerzas que se apoderen de nosotros. ¿Qué cosas no hemos hecho y haremos por aburrimiento? Penetran en nosotros elementos alienantes que asumimos aunque captemos su elemento autodestructivo. Para el romanticismo - creo recordar que Leopardi trata la cuestión - el aburrimiento nos abre el espacio de lo absoluto, nos desborda hacia lo alto, hacia valores o ideas que pueden llegar a dar sentido a la vida. ¡¡ Ah, el romanticismo!!. En la época que nos ocupa, en estos tiempos que nos barren como polillas, no sé por qué el aburrimientos nos conduce - o conduce al vulgo, dejémonos de fustigar - a esos otros juegos de alienación, el ansia de almacenar y atender a la novedad en el sentido más tonto (la novedad que no es nueva). El aburrimiento, en los días angostos del futuro que ahora habitamos, nos lleva a considerar que la cima de la sabiduría se concentra en una frase de Barras (que hoy usaba para ejemplificar argumentos lógicos): "la pobreza es una idiotez; la virtud una torpeza y todo principio moral un simple expediente de cálculo del propio interés" (interés, por cierto, más bien pobre). En fin, como el aburrimiento no está en nuestros días para ser abordado por lo sublime, conviene por precaución cerrar - con las pocas fuerzas que poseemos - esa puerta y evitar que, para pasar el rato, asumamos la alienación y la impostura como moneda de cambio. Contra el aburrimiento, librepensamiento (otra forma de abrir puertas que, supongo, dejará entrar a fuerzas más dignas del mono miserable que nos define) Salud olímpica

Este que hoy es Humilde Estudiante, tuvo que trabajar dos años para comprender lo que realmente era el aburrimiento, tareas repetitivas durante 8 horas más las horas extra. La creatividad en el trabajo es aplastada por "lo que se ha hecho siempre". Los primeros meses genial, aprendiendo "mucho", pero a medida que pasa el tiempo, te das cuenta de que poco más vas a aprender el resto de tu vida. Cuando ves que las posibilidades de mejorar son nulas, que hay compañeros con 40 años haciendo lo mismo que tú, que no han aprendido nada, ver ese estatismo mental, te hace comprender la triste realidad de lo que significa la dimensión laboral. El que diga que se aburre porque le han quitado megaupload, no ha trabajado en su vida, eso si que aburre y si no, preguntádselo a vuestros alumnos cuando lleven 10 años trabajando. Ni que la vida tuviera que ir ligada a Megaupload, se puede salir a la calle, conocer gente, ligar, jugar al fútbol, al tennis, al baloncesto, echar un ajedrez, hacer un puzzle, manualidades, leer un libro, aprender otro idioma, hablar con tus amigos, con tu familia, en fin podría seguir pero mejor parar. No hay que simplificar la vida, que ya se simplificará ella sola bastante cuando parte de nuestro alrededor vaya desapareciendo. No digo que el aburrimiento deba ser eliminado, representa un estado en el cual, lo que estás haciendo no te es agradable, creo que se debe considerar como un incentivo para el cambio. El aburrimiento debe ser el combustible para el cambio. Si se hubiera eliminado el aburrimiento, es probable que yo hubiera seguido trabajando, pues no habría conseguido aburrirme, a lo mejor nunca habría visitado este blog. Creo que el aburrimiento debe hacer tender al individuo al cambio, partiendo de un estado en el cual haces algo que no te agrada, el aburrimiento, podría ser como un punto inestable con tendencia a la estabilidad, en fin, el combustible para el cambio.