Uno de los aspectos valiosos de la cultura es su relación con la sociedad de la que emerge. Esta relación es compleja y está llena de matices. Uno de los procesos que me llaman la atención es cómo la sociedad incorpora a la vida cotidiana las aportaciones de científicos, artistas y filósofos, sin apenas darse cuenta de ello. Nietzsche decía que nuestras palabras son metáforas fosilizadas y, en verdad, no le faltaba razón. El descubrimiento y la innovación de hoy, es el pasado y el atraso del mañana, a más tardar, de pasado mañana. Este proceso de permeabilización social de la cultura, hace, por poner un ejemplo, que ya nadie se acuerde de Aristóteles cuando dice: "en el término medio está la virtud". Como se ha dicho tantas veces, somos, entre otras muchas cosas, griegos y romanos, pero muchos todavía no lo saben...
Este proceso es particularmente llamativo en todas las manifestaciones de la cultura popular. Para todo hay un dicho en español, que seguramente ya está, además, disponible en internet. Y desde luego que hay mucho de filosofía y pensamiento en estas frases cortas y densas, cargadas de significado. Un pueblo se retrata también en sus refranes donde acumula su presente y su pasado, y toda una forma de ver el mundo. Siempre me ha llamado la atención uno especialmente, el que podríamos llamar el refrán de todos los refranes, y que además podría dar mucho jugo para los sesudos investigadores de filosofía del lenguaje, por aquello de que es un refrán sobre refranes. Todos hemos oído alguna vez eso de refranero verdadero.
Siempre me ha maravillado: "vaya, tantos siglos y tantas gentes buscando la verdad, y resulta que está aquí, en el refranero..." Y a poco que gustemos de soltar alguno de estos refranes, siempre nos sorprendemos a nosotros mismos tirando de sabidría popular. Sin embargo, y aquí es a donde quería llegar, se queda uno como desilusionado cuando se encuentra ante ejemplos como estos: "Críate la fama y échate a dormir", "Unos cardan la lana y otros se llevan la fama" y "Cuando el río sueña agua lleva"... Por ejemplo, si cuando el río suena agua lleva, ¿cómo es posible que paguen "justos por pecadores"" Aquí es donde todo esto empieza a resultar sospechoso: con la enorme cantidad de refranes que existen, terminan apareciendo las contradicciones, y la sabiduría popular se nos desmorona como esa fuente de la verdad que nos habíamos imaginado. Al final, como siempre, nos vemos en la obligación de seleccionar: habrá refranes verdaderos, y los habrá falsos, y terminamos colocando a la sabiduría en su sitio. El pueblo acierta muchas veces, pero también se equivoca. ¿Se os ocurren más ejemplos de refranes contradictorios"
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A quien madruga, Dios le ayuda.
No por mucho madrugar amanece más temprano.
De tal palo tal astilla.
No donde naces sino con quien paces.
Ocurre que solemos considerar al refranero como un corpus perfectamente articulado y con respuesta ordenada y veraz para todo.
Y nada hay más falso que eso. El refranero no es más que la suma caótica de múltiples lugares comunes acerca de la vida cotidiana, a menudo contradictorios unos con otros y en su mayoría superados por la evolución de la mentalidad y los cambios culturales.
Examinarlo como una guía de sabiduría para la vida cotidiana contemporánea es una pérdida de tiempo. La función actual de su conocimiento no pasa del puro divertimento y, en todo caso, de instrumento de cierto valor para conocer algunos aspectos de la mentalidad colectiva en épocas pretéritas.
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