
Al final se logró un acuerdo que enmendaba los errores de un borrador nefasto para la filosofía, que negaba su presencia en primero de bachillerato. Las diferentes asociaciones quedaron más o menos satisfechas y, para ser fieles a la verdad, no faltó quien se quiso atribuir el mérito de "salvar a la filosofía", con descalificaciones que no venían muy a cuento en un debate en el que todos los implicados (profesores al fin y al cabo) deberían haber compartido el mismo interés. El caso es que aquel acuerdo se alcanzó en un caluroso mes de julio, y desde entonces se detuvieron las movilizaciones, las campañas y el trabajo (más o menos) coordinado. Se cerraron los blogs de protesta que se habían abierto, y los profesores volvieron a su actividad cotidiana, confiando en que la filosofía iba a seguir manteniendo su presencia en el bachillerato con la misma carga lectiva. Con diferentes contenidos, de acuerdo, pero con 3 horas semanales, algo que en el primer borrador de la LOE ni siquiera aparecía.
Por azares del destino, nos encontramos ahora, tres años y medio después, con una situación desconcertante: se aprobó la LOE (con polémica por cierto, en algunas de las condiciones del bachillerato), y ahora son las comunidades autónomas las que han de publicar sus propios desarrollos legislativos. Y qué casualidad que el borrador que se maneja en Cataluña y el de Madrid coincidan al menos en una misma cosa: mantener la filosofía de primero de bachillerato con dos horas semanales. Todo indica que la asignatura de filosofía va a ser una de las perjudicadas por la aparición de esa nueva asignatura llamada Ciencias para el mundo contemporáneo, que contará con dos horas semanales para temas como "nuestro lugar en el universo", "vivir más, vivir mejor", "nuevas necesidades, nuevos materiales" o "la aldea global". Y que nadie hable de conspiraciones: se está haciendo en comunidades gobernadas por el PSOE y el PP. A ver quién pone ahora el cascabel al gato: tras las críticas al Ministerio de Educación, ¿quién se reuniría seriamente con los gobiernos autonómicos" ¿Será posible encontrar interlocutores válidos que vayan a ser escuchados" La fragmentación autonómica disuelve el debate, y la pérdida de horas parece más segura que su permanencia... ya nos podemos ir preparando.
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