
De manera que los diccionarios se han convertido en el reducto de las palabras y las cosas. Y eso por no hablar de las enciclopedias: allí está todo el saber acumulado (como si quien supiera una enciclopedia no necesitara saber nada más). El caso es que los diccionarios no son esa garantía del rigor que nosotros pensamos, sino que por verse obligados a tratar con el lenguaje se contagian también de algunas de sus enfermedades. La imprecisión y la polisemia que denunciaron los filósofos analíticos se termina colando no sólo en el hablar cotidiano sino también en los diccionarios. A nadie se le admitiría, por ejemplo, una definición que incluya el término a definir. La estrategia de los sinónimos entra en juego: buscamos una palabra similar para definir la primera. Un mero y agudo ejercicio de sustitución. Sin embargo, esto no nos salva de evitar uno de los grandes peligros de esta estrategia: la circularidad.
Un experimento de andar por casa: miremos la definición de libro, que en una de sus acepciones nos remite a volumen. Esta segunda palabra, en una de sus acepciones, nos lleva precisamente a "libro". Cierta familiaridad (y cuasicircularidad) se puede encontrar entre palabras del mismo campo semántico: conocimiento, ciencia, saber sabiduría y filosofía no quedan del todo deslindadas cuando leemos el significado que nos ofrece el diccionario de la academia. Y sin embargo todos sabemos que ciencia, filosofía y conocimiento no son exactamente la misma cosa (y pongo un ejemplo sencillo, sin meter en el "baile lingüístico" al saber y la sabiduría). Seguro que hay muchos más ejemplos en los que esta circularidad puede comprobarse de una forma más clara, es tan sólo cuestión de dedicar cierto tiempo a la cuestión. La conclusión de todo esto no es tan compleja como parece: hemos de aceptar, sencillamente, que nuestro lenguaje incluye imperfecciones y que ni siquiera los académicos (maestros del lenguaje, no tenemos por qué dudar de ello) lo tienen fácil para elaborar un diccionario que pueda superar ciertas pruebas lógicas elementales. El lenguaje, en algunas ocasiones, se nos muestra como un círculo irresoluble.
- Comentarios bloqueados