Inauguramos hoy una nueva sección siguiendo la estela de tantas y tantas bitácoras filosóficas que de vez en cuando incluyen alguna canción como un recurso en el que buscar ideas relacionadas con los contenidos de clase. Lo he visto con frecuencia en Seres vacíos entre mundos habitados y en La lechuza de Minerva. Así que en lo sucesivo irán apareciendo por aquí canciones que, de un modo u otro, pueden sugerirnos interrogantes o propuestas de calado filosófico. No con la intención de que la canción sustituya a la filosofía, sino simplemente que le sirva de acompañamiento musical, nunca mejor dicho. Comenzamos hoy con Daniela, canción de Pedro Guerra.

Entre otras cosas, la canción puede venirnos bien para una clase de psicología en la que abordemos el tema de la conciencia o la personalidad. Cada uno de nosotros está lleno de puertas, y las abrimos y las cerramos según quién llame a ellas: es otra forma de expresar la idea de "máscara" que está en la raíz de la "persona". Experiencias y vivencias acumuladas que nos hacen ser como somos, un intrincado laberinto lleno de matices, espejos y rincones. Existen muchos "yo" dentro de cada uno y es algo que la canción pone de manifiesto. ¿Cuántas personas o personalidades dentro de cada uno" Quizás tantas como puertas, como salones oscuros y escondidos o diáfanos y abiertos. Somos públicos y privados a la vez, con mil caras que mostramos alternas en las diferentes circunstancias de la vida.

Si hubiera algo que destacar de la canción sería su estribillo. Unas líneas que nos recuerdan los problemas de ser uno mismo, pero que también se pueden leer en otra clave: conocemos sólo una parte de las personas y por extensión de la realidad. Del intramundo del yo al mundo exterior, las cuatro líneas del estribillo están llenas de metafísica (el ser, el ver, la apariencia, el haber, fenómeno, noúmeno, en fin... mejor no dejar volar mucho la imaginación):

"Y a veces es difícil ser
y lo que hay no siempre es lo que es,
y lo que ves no siempre es lo que es.