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Empieza un nuevo curso (real y virtual)
Hoy ha empezado el curso. El ajetreo del primer día ha pasado por encima de todos: profesores, padres, alumnos... Dicho de otra manera: hoy los cuerpos estaban allí, en las aulas y pasillos. Las mentes estaban en otros sitios, alejados, separados por abismos que sólo el tiempo supera. Las clases de verdad empezarán mañana, pasado o al otro. En función de cómo haya regresado cada uno de las vacaciones. Una cosa es la que dice el calendario, y los variopintos gobiernos autonómicos y otra muy distinta el normal discurrir de la vida. Volverá la rutina en unos días: pasillos, clases, exámenes, evaluaciones... pero hasta entonces tenemos que vivir al día y hoy lo que toca es retomar la actividad. Volver a las aulas con un nuevo curso por delante en el que aquello del eterno retorno contará con una particularidad especial: será verdad y mentira a la vez. Todos los cursos se repiten, son iguales. Y al mismo tiempo todos distintos, únicos, irrepetibles. El caso es que un servidor no quería empezar hoy, y por eso la primera anotación estará dedicada a una costumbre muy española: el quejío.

Vayamos al tema: si miramos el calendario hoy es 14 de septiembre. Un día como cualquier otro. Pero si dirigimos la vista un poco más atrás, nos damos cuenta de que el día 1 fue martes. Y ese eterno retorno al que hacía referencia antes nos obliga casi por ley a comenzar los exámenes en esas fechas. Uno dos y tres: exámenes de septiembre (eso si no se tiene la desgraciada "suerte" de que alguno de esos días sea una fiesta local). El mismo jueves 3, sin apenas tiempo para corregir, hay que evaluar a segundo de bachillerato: la universidad que tan comprensiva es siempre con la enseñanza secundaria marcó el día 6 (azares del destino: ¡un domingo!) como último día para enviar la relación de alumnos de la PAU. El viernes 4 tocaba resolver posibles reclamaciones, mientras se evaluaba al resto de cursos en una jornada maratoniana. A quien diseña los calendarios no parece importarle demasiado obligar al profesorado de los centros a trabajar deprisa y fuera de plazos. Será, a buen seguro, un signo de la calidad de la enseñanza.

Sin embargo ahí no acaba la cosa. La semana siguiente comenzó con la apertura del plazo extraordinario de matrícula: lunes, mártes y miércoles. El funcionamiento correcto de cualquier centro educativo exigiría que los equipos directivos puedan organizar los cursos y asignaturas en función de esa matrícula que entra en septiembre. Igualmente, sería más que necesario que todos los profesores estén presentes en el claustro en el que se distribuyen asignaturas: teniendo en cuenta que la lista de profesores interinos se publicó el viernes día 4 y que muchos de ellos tienen que cerrar el curso en sus centros anteriores (reclamaciones, etc), no son pocos los casos de profesores que llegan a sus centros con un horario hecho: con asignaturas y grupos que no han elegido, y con un horario elaborado sin tener en cuenta sus posibles preferencias. El desprecio por el profesor interino que se percibe en algunos compañeros llega casi a respaldarse institucionalmente con según qué tipo de decisiones administrativas, como por ejemplo el calendario. Cada año empezamos antes, sin que los sindicatos parezcan preocuparse del tema. Y el problema no es empezar antes, sino hacerlo mal y presionado por las prisas: y así es como se está obligando a trabajar a unos cuantos equipos directivos. Algo que no importa demasiado a nadie, ya que son a lo sumo cuatro, cino o seis personas del centro. Conclusión: como no quería empezar hoy, tendremos que comenzar mañana.

Menos mal que hoy es un nuevo día, ¿no? Aunque yo me siento hoy como tú ayer. En mi instituto, hoy es la presentación, dentro de una hora. Y anoche hubo tormenta, hoy hace frío y yo no me creo que el verano haya acabado. Aunque bueno, supongo que tengo todo un curso por hacerme a la idea. ¡Que vaya bien!

¡Hola María! Me alegro de que sigas al tanto de la bitácora. No es que ayer fuera un mal día: es más, fue bastante mejor que la mayoría de los de la semana pasada, fundamentalmente porque sólo fui al instituto por la mañana. A lo que me refería en la anotación no es a que estuviera desanimado por empezar el curso, sino al cansancio acumulado de estar acudiendo al instituto toda la semana anterior, desde el lunes hasta el sábado en horario de mañana y tarde. Soy uno de los "pringaos" del equipo directivo, y a comienzos de curso toca hacer un esfuerzo extra que nadie aprecia, valora ni agradece. Ha sido muy curioso el tener que escuchar en estos días a más de un compañero decir "para eso te pagan", cuando lo cierto es que si todos los profesores cumplieran con el trabajo por el que se les paga todo funcionaría mucho mejor... ¡Saludos!

¡¡¡què vagos asì España no va a salir adelante¡¡¡,bue pero no se preocupen no hay mal que por bien no venga,ya hay en marcha ocho millones de africanos y/O sudacas para hacerse cargo del paìs de Almodovar. Saludos desde Bs.As.