Comentaba hace unos días una de las "sentencias" que me tocó escuchar al poco de empezar a dar clase. "Los simpson están haciendo mucho más por la educación de este país que toda la mierda que nos dais aquí". El poder de la televisión no es ninguna novedad, pero sí merece al menos un comentario el incuestionable influjo de la familia amarilla sobre la sociedad en general y de un modo más marcado entre los jóvenes y adolescentes. Y es que estamos ante uno de esos casos en los que el gusto de la masa no chirría respecto respecto al de la academia: en el caso de la filosofia, por ejemplo, existe ya un libro sobre la filosofía de los Simpson (II) y alguna vez se han organizado cursos universitarios al respecto. El mundo está fascinado por los simpson y parecemos encontrar en los episodios la clave explicativa de no pocos fenómenos de nuestra sociedad. Son tantos los niveles de lectura posible que incluso la machacona repetición de los capítulos a la hora de comer logra mantener los índices de audiencia. ¿Hemos de dar la razón, entonces, al descarado alumno que soltó aquella frase"
Podemos darle a los dibujos de Groening todo el recorrido que queramos: afirmar que incluyen un alto potencial educativo, que pueden utilizarse en diversas asignaturas o que son un excelente instrumento para dinamizar las tutorías. De ahí a decir que están educando más que el propio sistema va un abismo. Me voy a permitir interpretar al autor de la frase: si en vez de utilizar la palabra "educación" hacemos referencia a alguna otra, no estaríamos muy desencaminados. La televisión (y sus productos estrella asociados) modelas las mentalidades y las formas de vida, lo cual no es exactamente lo mismo que "educar". La educación, tal y como la entendemos hoy, nace en Grecia hace ya unos cuantos siglos. Incluye una serie de ideales humanísticos y una valoración del conocimiento que, lamentablemente, no tiene mucho que ver con lo que se ve en la televisión, y tampoco de un modo particular con la serie norteamericana. No quiero decir con esto que la serie carezca de lo que de un modo simplón podríamos llamar "buenos mensajes": otra cosa es que todo el público llegue a interpretarlos como tales. Lo que sí destila por los cuatro costados es ideología norteamericana: pese a los toques de autocrítica e incluso a la ridiculización de la cultura estadounidense, existen símbolos y valores intocables. Se trata de una risa irónica, superficial, que pretende tan sólo provocar la sonrisa sin herir. Curioso que, a este respecto, muchos de los países que llevan a gala su antiamericanismo consuman los productos de Los simpson de manera tan voraz.
Los simpson no educan. Entretienen. Otra cosa es que se puedan aprovechar en un aula, de lo cual estoy convencido. El problema fundamental es que caemos en una falacia habitual, en la que se da más valor a los recursos que a la persona que los utiliza. Una vieja frase dice que sólo los tontos miran al dedo cuando este señala las estrellas: de la misma forma, hay que mirar a alumnos y profesores cuando los simpson (o cualquier otra serie de televisión) aparecen en el aula. No se trata de quitarle valor a la serie, sino de subrayar que su capacidad educativa cobra vida y sentido en un contexto determinado. El problema estriba, precisamente, en que su "uso" habitual no es precisamente el educativo. Se equivocaba mi alumno de cabo a rabo: los simpson no están haciendo nada por la educación de este país, en tanto que la gran mayoría de la población se traga los capítulos sin reflexión posterior, sin análisis, sin cuestionamiento. Que la televisión puede educar, no lo pongo en duda. Que manipula a su antojo en la mayoría de los casos tampoco. Si los simpson tienen capacidad educativa, somos los profesores y los alumnos (o los hogares donde se ve) los encargados de ponerla en práctica. El problema es precisamente ese: que en las casas no se aprovecha todo lo "educativo" que hay en la tele. En la mayoría de ellas, cada uno ve lo que quiere cuando quiere y como quiere. Sin lugar al comentario, a la opinión, al lenguaje, que es el medio "natural" en el que verdaderamente tiene lugar la educación. Vamos a terminar hoy de una manera idealista: Larga vida a los simpson, pero aún más larga a la educación basada en ideales humanistas.
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