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Debate pedagógico, realidad de aula y reformas educativas

Rematábamos en los últimos días el tema del aprendizaje en clase de psicología. Y pasábamos al siguiente, que no es otro que el de la memoria, con el que nos ocuparemos en esta semana y las próximas. Suele ser el momento adecuado para hacer una valoración conjunta del sistema educativo, que en primero de bachillerato los alumnos ya han sufrido y disfrutado, y por tanto conocido, suficientemente. De una manera muy resumida, explico en primer lugar los cambios pedagógicos más importantes del sistema en los últimos veinte años, en los que en realidad no ha habido ninguna ley que haya llegado a implantarse en sus totalidad de un modo completo, lo que requeríría como mínimo un par de décadas. Básicamente, nos centramos en la manera de enseñar y en el tipo de habilidad que, en teoría, debería trabajarse en el aula. Lo sorprendente es que los alumnos se sorprenden: en su opinión, hoy, como hace varias décadas, el sistema sigue centrándose en las respuestas correctas, sin ser capaz de indagar en habilidades como la comprensión o, como se dice ahora, en las competencias.

El "apasionado" debate pedagógico que se viene planteando desde hace años gira en torno a muchos temas. Uno de ellos hace alusión, por ejemplo, al abandono de la memoria en favor de lo que, en su día, había que llamar contenidos procedimentales y que hoy, ampliando el concepto, tenemos que llamar competencias. Desde inicios de los 90, el trabajo de la memoria es visto como algo retrógrado por parte de los renovadores, partidarios de los modelos cognitivistas de aprendizaje. Desde el otro bando se replica que no hay aprendizaje sin memoria. Y mientras los profesores nos tiramos los trastos a la cabeza unos a otros, ahí están los alumnos, iniciado ya el 2012, y convencidos de que el sistema privilegia la memoria por encima de cualquier otra facultad, y que no ha habido cambios metodológicos radicales respecto a la manera en que estudiaron sus padres. En su opinión hay asignaturas nuevas, cambios en los contenidos. Pero la "realidad de aula", los estilos de aprendizaje siguen siendo los mismos. Para bien o para mal. Lo que podríamos llamar "hincar codos", "chapar", o "aprenderse de memoria" sigue siendo una de las tareas fundamentales que pide el sistema.

Después de haber tenido un debate similar en clase durante los últimos años que he impartido la asignatura (y en diversos centros educativos), voy empezando a pensar que el sistema es un auténtico mastodonte. Que no se puede cambiar a golpe de ley y que, si se quieren introducir cambios, han de pensarse muy bien, con el mayor respaldo posible, pues de lo contrario los cambios se dejarán notar tan sólo en la cantidad de documentación pedagógica con la que la administración y especialmente los servicios de inspección suelen conformarse. Y a veces también parece que ciertos aspectos del debate pedagógico de este país se mantuvieran en un plano teórico, ya que algunas ideas de las nuevas corrientes no han llegado a implantarse nunca. Es evidente que la realidad educativa española ha cambiado en las últimas décadas. Lo que no termino de tener claro es si estos cambios se deben exclusivamente a la aprobación de una ley y si el cambio ha venido producido por un nuevo modelo pedagógico, cuando las condiciones sociales de España son las que son. Aprendizaje significativo, contenidos conceptuales, aprender haciendo, clase magistral, competencias, habilidades, capacidades, corriente antipedagógica... ¿hasta qué punto todos estos conceptos que hemos utlizando tanto en el debate educativo se ven reflejados en la realidad diaria del aula" Los alumnos tendrían una respuesta inmediata: muy poco.

Debate pedagógico, realidad de aula y reformas educativas. Como objeto de análisis, todo muy relevante. Sin embargo, podríamos decir - llevando la emoción al centro - que tanto del debate pedagógico como la reforma educativa apestan. Y apestan por la amalgama que forman al conjugarse y confundirse en la noche oscura del alma(escolar). Los debates pedagógicos y las conclusiones, provisionales, surgidas de los mismos, se muestran en los preámbulos de las leyes educativas pero luego, la sustancia real del cambio, la reforma que afecta a la realidad del aula y la escuela, es nadería. Poco cambia (salvo las horas que poseen las materias). Así, los anteriores gestores, lanzando el concepto de "competencia" (por ejemplo) a la jaula de los leones, solo provocan perplejidades y sonambulismos que terminan convirtiendo el desarrollo y evaluación del novedoso concepto, en una sucursal pueblerina y tontiloca de la de "asignatura" (para todo x, si x aprueba, x tiene competencia... mejor, y más honesto, sería decir: para todo x, si x aprueba x aprueba o x aprueba o x aprueba). En fin, no niego el interés del trabajo de debate pedagógico (ser antipedagógico es algo así como pretender ser mecánico rechazando la mecánica) ni la exigencia de reformas grandes o pequeñitas, pero si tomamos como referente el pasado, sucede que me quedo con la realidad de MI aula, mi trabajo a veces monótono, a veces experimental, mi día día pretendiendo no quemarme ni quemar, consiguiendo que ese x que aprueba, además de aprobar, sepa redactar un pequeño discurso con habilidad y placer, sin odio a la filosofía, sin odio a mi persona. Es signo de derrota, lo sé, lo que digo. Pero prefiero emboscarme en la resistencia que despellejarme en los juegos de política. Unámonos en proyectos los que queremos hacer cosas, trabajemos en la sombra a través de la conversación de los "nuestros" y aprovechemos los resquicios que deja el sistema para hacer lo que, honestamente, creemos que debemos hacer. Reformen, amplíen bachilleratos o diversifiquen, llénense la boca con la cultura del esfuerzo o la apología de la meritocracia (modelo undargariniano u otro). Hablen, hablen... pero eviten el fastidio de la nuevas decepciones. Sé que no lo harán. Saludo, Miguel... y mucho librepensamiento.

¡Hola Luis! Pues hace ya algunos años que hemos tenido tú y yo buenas charlas por aquí sobre el tema. Y he decir que la idea principal que expresas en esta opinión, y que ya defendías entonces, me ha ido convenciendo con el tiempo. Vamos, que me he ido "luisificando" con el tiempo, convenciéndome poco a poco de que al final, mientras nos den asignación horaria y respeten la actividad de aula, el resto es prácticamente secundario. Porque van ya años de reformas y contrarreformas, de entendidos debates pedagógicos, de corrientes renovadoras y de "indignados" antipedagógicos y al final no aprecio una diferencia sustancial entre lo que hacía en clase cuando empecé, hace algo más de diez años, y lo que hago hoy. Probablemente sea todo esto culpa tuya y hayas sido una "mala influencia" virtual ;) ¡Salud!

¡Hola! Considero que lo que subyace a toda esta polémica no es tanto un debate pedagógico como un debate antropológico. Creo que en el fondo del debate está el eterno problema de la Naturaleza Humana, es decir, entre el Ser y la Nada. Uno de los contendientes considera que la Naturaleza Humana es algo que está totalmente determinada, y quizás, y sin pretenderlo, acaban por “cosificar” al hombre convirtiéndolo en algo estático. Mientras que su oponente, e incurriendo en un culturalismo del todo injustificado, acaba por considerar que el hombre está totalmente por hacer mediante una obra de ingeniería social. No sería más enriquecedor para el debate considerar que en el hombre se da una mezcla de determinación y de autodeterminación (libertad) que siempre habrá que tener en cuenta a la hora de desarrollar un determinado sistema educativo. El sistema educativo es algo posterior a la concepción educativa como la concepción educativa es algo ulterior a la concepción del hombre. El hombre, según creo, no es “algo” que está totalmente indeterminado ni “algo” que está totalmente determinado. Creo que la verdadera sabiduría a la hora de desarrollar una nueva concepción educativa consiste en partir “desde” aquellos rasgos que nos determinan para, y en aquellos en que no lo esté, autodeterminarnos y constituirnos en la forma en que consideremos que deberíamos ser. El hombre, ni es sólo genes ni es sólo cultura. Pero, ¿es tan difícil de aceptar que es una combinación de ambos? El problema radica en que en nuestro país, un debate conceptual, que es del todo lícito y pertinente, acaba generalmente incurriendo en el más rancio de los maniqueísmos. Y por cierto, es algo muy “refrescante” escuchar a dos docentes decir: “que le den a las ideologías, que le den a los sistemas, y que le den a los políticos”. ¿Porque eso es lo que habéis dicho, no? Eso quizás os convierta en unos muy malos funcionarios. Y eso es algo que tendréis que aceptar y repensar. Pero igualmente, y por la misma razón (al menos en España) os convierte, con toda seguridad, y desde mi punto de vista, en uno muy buenos docentes. Es decir, tenéis que elegir (y habéis elegido) entre ser, o unos buenos docentes o unos buenos funcionarios. Y esa decisión vuestra conlleva un debate profundo. Qué ocurriría si los policías, magistrados, médicos o militares eligiesen ser unos buenos policías, magistrados, médicos o militares por encima de su condición de funcionarios, cansados y hastiados de tantas reformas y contrarreformas. ¿Compartiríais su actuación? ¿Compromete de forma significativa esa forma de pensar y de actuar a la sacrosanta democracia? Un Cordial Saludo