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¿Cómo se comenta un texto filosófico?

Recomendaciones para realizar un comentario de texto filosófico

Aunque las Pruebas de Acceso a la Universidad recoge, en cierto modo, las tres partes más importantes de todo comentario filosófico, cabe también dar una serie de pautas para aquellos que sencillamente pretenden redactar un comentario (sea en bachillerato o incluso en los primeros años de la universidad) a un texto filosófico. Por supuesto, la división y los consejos que ofrecemos aquí son sólo orientativos, y puede que haya profesores a los que les parezcan insuficientes o muy mejorables. Se trata tan sólo de intentar ofrecer una ayuda, a partir de la cual sea cada uno el que mejore y personalice lo que aquí se presenta.

A grandes líneas, se podría decir que todo comentario de un texto filosófico debe aspirar a que cualquier persona (incluso aquellos que no sean especialistas en filosofía) sean capaces de comprender el texto que tienen delante, y de conseguir las claves explicativas del mismo. En la Universidad nos decían que comentar un texto viene a ser como contar una película a alguien que llega cuando ésta ya a ha comenzado. Hay que ayudarle, por tanto, a que sepa qué ha pasado, y a que pueda seguir después viendo la película por él mismo. Para esto, el comentario de texto puede articularse en 3 partes:

Introducción o contextualización

Esta parte tiene por objeto presentar el tema del texto y al autor del mismo. Para ello, conviene aportar los datos biográficos más importantes, centrándonos especialmente en aquellos que han podido influir en la filosofía del autor. No se trata de aportar una erudición vacía, sino de explicar cómo la biografía del autor y el momento histórico en el que vivió ha podido influir en su pensamiento. A este respecto no hay fórmulas mágicas. A menudo habrá que citar datos históricos (por ejemplo, la relación entre Marx y el movimiento obrero), circunstancias personales del autor (pensemos en autores de la Escuela de Frankfurt, que vivieron en su propia piel la persecución nazi), pero también rasgos eminentemente filosóficos (no cabe contextualizar a Aristóteles sin referirnos a la influencia platónica y su periodo de aprendizaje en la Academia ). Como no hay recetas que nos aseguren el éxito, es necesario cierto “olfato” que nos ayude a detectar aquellas circunstancias que pueden ayudarnos a comprender las inquietudes intelectuales y filosóficas del autor. Sin lugar a dudas, la atención durante las clases o la lectura de algún manual (si no se dispone de suficiente información) puede resultar de gran ayuda.

De la misma forma que se ayuda a comprender al autor, el comentario debe ponernos en contacto con la temática central de la obra a la que pertenezca el fragmento que vamos a comentar. La tarea es similar a la que hemos realizado anteriormente. Se trata de explicar cuál fue el ambiente histórico, filosófico y personal, en el que se formó la obra, el caldo de cultivo que motivó una obra como la que nos ocupa. Se tratará por tanto, de buscar precedentes filosóficos, pero también de tratar mostrar la actualidad y la importancia que esa obra tenía en su tiempo. Si las obras filosóficas nos han llegado aún vivas, no es porque sean fósiles de la historia del pensamiento, sino porque los autores se enfrentaron a los problemas de su tiempo y porque con sus ideas nos siguen ayudando a interpretar nuestro presente (de lo contrario, estos autores no seguirían siendo discutidos). Si Ortega decía que estudiar una ciencia es estudiar la necesidad de esa ciencia, podríamos parafrasearlo y decir que estudiar una obra es estudiar la necesidad de esa obra.

Para finalizar, concretaremos aún más, y trataremos de fijar la temática fundamental de la obra que queremos comentar. Se trata de decir qué problema es el que el autor ha abordado en esas líneas que tenemos delante. Si los pasos anteriores se han elaborado correctamente, aquí bastará, en general, con exponer el tema concreto del texto, y ponerlo en relación (sin extenderse demasiado) con algunos de los aspectos a los que nos hemos referido anteriormente.

Comentario

Cuando hemos comprendido el proceso que hizo germinar el texto, podemos pasar a su análisis. Se trata de exponer de un modo más pausado y profundo todas las ideas del texto. Para ello, podemos comenzar buscando la estructura del mismo, algo que nos ayudará para que nuestra exposición sea lo más ordenada posible, y se ajuste, además, a la argumentación del autor. Exponer estas ideas implica muchas veces desarrollar conocimientos no sólo sobre el autor que estamos comentando, sino también sobre los precedentes o las consecuencias que esas ideas tendrán después en la historia, y particularmente, en la historia de la filosofía. Esto puede ser peligroso, pues se corre el riesgo de aportar datos que nos hagan “irnos por las ramas”, sin que la información sea pertinente. Por eso, debemos centrarnos especialmente en el autor que vamos a comentar, y explicar la articulación interna de su pensamiento. Otro de los peligros (que también se suelen detectar muy fácilmente) es divagar con ideas que no aparecen en el texto, pero que nos resultan más conocidas o familiares. Es un error. El comentario debe tener el texto propuesto como referencia permanente, y a menudo tampoco está de más citar literalmente alguna expresión concreta (sin que sean varias líneas completas). A este respecto, suele ayudar tener todas las líneas del texto numeradas, y cuando se haga alguna cita podemos hacer referencia a las líneas en las que aparecen esas ideas o argumentos.

Conclusión

Para terminar el comentario, podemos comenzar con una pequeña recapitulación de todo lo expuesto hasta el momento. A continuación, es conveniente incluir una pequeña reflexión crítica, en la que se expongan las que se consideran aportaciones válidas del texto propuesto, y, a la vez, se desarrollen sus puntos más débiles, aquellos aspectos en los que la teoría falla (si es que los hubiera). Hemos de buscar una visión equilibrada del autor, que no aleje de posiciones extremas: ningún autor tiene la verdad absoluta, pero tampoco toda la teoría de un autor puede considerarse por ello falsa. En este apartado crítico, parecerán casi inevitablemente referencias a otros autores y corrientes de la filosofía, que nos ayudarán a comprender las luces y las sombras del texto planteado.

Después de este apartado crítico, cabe incluir una pequeña reflexión sobre la relevancia histórica y la actualidad del texto. Así, se expondrían las influencias más importantes que ese autor (o esa obra) han ejercido a lo largo de la historia, y particularmente en la historia de la filosofía. Para finalizar, se ofrecería una visión personal sobre la posible vigencia de las ideas centrales del texto. Discutir un fragmento filosófico es siempre enfocar el mismo desde nuestros problemas actuales, y es precisamente la relación entre las ideas de los grandes autores y nuestro presente la que logra que el estudio de ese autor sea estimulante y útil. Por ello, terminar con una breve reflexión personal sobre la recuperación o aplicación del texto puede ayudarnos a prolongar las ideas del autor, a continuar ese debate vivo e intenso en el que debe consistir toda filosofía.