Propone una moral completamente convencional, basada en el interés de los individuos que la construyen, y no en principios morales.

Desarrolla una teoría política contractualista de inspiración hobbesiana, fundamentada en los desarrollos económicos de la razón práctica.

El interés y el beneficio individual es el criterio último que justifica la aceptación de norma morales y de órdenes de convivencia en sociedad.

Su teoría ética y su teoría política reciben una fuerte influencia de la economía.