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Ciencia y verdad

A la hora de preguntarse por el tipo de verdad que se da en la ciencia, caben, al menos, las siguientes teorías:

 

a) La ciencia como descripción de la realidad: enraizado en al realismo ingenuo de los clásicos, al ciencia sería, desde este punto de vista, la descripción más ajustada de la realidad. Según esta visión hay una realidad objetiva, independiente del científico, que la ciencia se encarga de reflejar (ver, por ejemplo, el libro de Suppe, The semantic conception of theories and scientific realism). El conocimiento científico sería el “espejo de la naturaleza”, se limitaría a constatar unas leyes escritas en el libro del mundo. Dentro de esta corriente caben matices: desde aquellos que defienden que la ciencia es la única verdad de la realidad, como aparece claramente en el positivismo. Este tipo de teorías “cientifistas” suelen rozar el reduccionismo, pues olvidan que la ciencia parcela y acota la realidad. En el fondo, pretenden explicar un objeto complejo y diverso desde un único punto de vista. Frente a esto, se puede argumentar que la ciencia ofrece una perspectiva verdadera sobre la realidad, pero no la única, sino que es necesario que la ciencia dialogue con otras disciplinas: arte, filosofía, religión…

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b) La ciencia como una verdad acordada por la comunidad científica (corriente sociológica): a partir del desarrollo teórico de autores como Kuhn, Lakatos o Bruno Latour. Aunque las propuestas teóricas sean dispares, se hace hincapié en la dimensión sociológica del conocimiento científico la verdad científica es también un producto de la historia. Hay incluso una “industria” científica (Universidades, instituciones, sistemas de becas…) que determina cómo se debe investigar y qué se debe investigar, estableciendo además las “verdades científicas” de cada momento histórico. La “verdad” estaría más relacionada con aquello que la comunidad decide que sea verdad que con una descripción objetiva de la realidad. Es cada sociedad en cada presente histórico la que elabora su “verdad científica”

 

c) La ciencia como verdad pragmática: un tercer enfoque, relaciona la verdad de la ciencia con su éxito. La verdad científica es su aplicabilidad. Puede que los modelos científicos acoten la realidad, que ignoren algunas de sus cualidades, pero lo que no se puede negar es que la ciencia funciona. Desde esta perspectiva pragmatista o utilitarista, la ciencia es verdadera porque hemos construido un mundo muy efectivo y operativo sobre las verdades científicas. La técnica, la tecnología y la tecnociencia serían las mejores muestras de la verdad científica. La aplicabilidad y la repetibilidad de experimentos y descubrimientos son la mejor garantía de que la ciencia es verdadera.

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Interrogantes abiertos

Parece razonable asumir que cada teoría cuenta con sus ventajas y sus inconvenientes. Y a todas se les pueden planteas dudas, crítica u objeciones:

 

a) ¿Describen los modelos matemáticos la realidad? ¿Qué ocurre con aquella parte de la realidad que la ciencia no puede incluir dentro del modelo? ¿Es la ciencia la única descripción válida de lo real?

b) Aunque la ciencia se produzca a lo largo de la historia y dentro de una sociedad, ¿acaso no implica un desarrollo hacia la verdad? ¿Acaso no aceptamos el heliocentrismo por las pruebas y evidencias científicas que lo respaldan y no por que lo respalde una comunidad científica determinada? ¿Puede una comunidad científica “inventarse” verdades científicas que no se correspondan con la realidad?

c) ¿Podemos identificar verdad con utilidad o con aplicabilidad? ¿Son todas las verdades aplicables? ¿Por qué son aplicables las teorías científicas? ¿Puede una teoría ser útil si no describe la realidad?

 

Todas estas preguntas pueden guiarnos hacia la necesidad de complementar todas las propuestas en la búsqueda de una teoría que sea capaz de integrar estos puntos de vista, dando razón de la verdad científica.