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Aristóteles. Comentario resuelto (UCyL, junio de 2011)

Propuesta de resolución del texto extraído de la Política. Examen de Selectividad de las Universidades de Castilla y León de junio de 2011.

Texto para comentar

'La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal gregario, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. La voz es signo del dolor y del placer, y por eso la tienen también los demás animales, pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y significársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás animales, el tener, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc., y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad'.

CUESTIONES:

  1. Sitúe el texto en su contexto histórico-filosófico, identifique el problema a que responde y su temática, y exponga la o las tesis que sustenta y los argumentos que emplea. (Valoración 0-2,5 puntos)
  2. Analice y explique el significado de los términos o expresiones subrayados, y muestre su sentido. (Valoración 0-2,5 puntos)
  3. Aristóteles: el alma y el conocimiento. (Valoración. 0 a 2,5 puntos)
  4. Exponga las relaciones de semejanza o diferencia de Aristóteles con otros autores, corriente o corrientes filosóficas (Valoración 0-2,5 puntos).

Propuesta de resolución del comentario

La propuesta de resolución es siempre orientativa. Que se entienda sólo como una tentativa de solución, seguramente mejorable. No es difícil imaginar que 50 profesores de filosofía propondrían 50 soluciones distintas (y a saber qué nota recibirían en las pruebas de acceso...). Por eso, lo que ofrecemos aquí es exclusivamente una propuesta de resolución. Se puede utilizar como material de referencia para establecer correcciones (y mejorar la propuesta) o para tener una ligera idea de cómo se podrían contestar las preguntas.

Pregunta 1: Contexto, tema y argumentos

El fragmento propuesto pertenece a Aristóteles, filósofo griego del siglo IV a.C. Discípulo de Platón, no tardó sin embargo en distanciarse de una manera progresiva de respecto a las ideas de su maestro. De hecho, Aristóteles ha pasado a la historia como el fundador de la biología: la observación de la naturaleza fue sin duda una de las pasiones del pensador griego, alejándose así del idealismo platónico al valorar positivamente el conocimiento empírico, condición indispensable del conocimiento de la realidad. Con todo, el empirismo aristotélico no renegó de la razón: es también el fundador de la lógica silogística, aportando un estudio sistemático de la deducción en lógica proposicional. Por si todo esto fuera poco, nos ha dejado importantes textos de metafísica, teoría del conocimiento, ética y política. Todo esto no debe darnos una imagen “intelectualizada” de Aristóteles: fue preceptor de Alejandro Magno, y creó su propia escuela, el Liceo, en la que impartía sus conocimientos. Estamos sin duda ante uno de los grandes genios de la humanidad, capaz de inventar dos ciencias y contribuir a muchas de las existentes sin renunciar por ello a implicarse directamente en política y educación.

La Política, obra a la que pertenece el texto, es en cierta manera una buena expresión de la vida que acabamos de esbozar: siendo una de sus obras de madurez mantiene el carácter empírico. Su autor conoció de primera mano la constitución y las leyes de diversas ciudades-estado de su tiempo antes de redactar esta obra, en la que reflexiona, entre otras cosas, sobre la ciudad y su organización como uno de los aspectos esenciales de la vida humana. La polis se convierte así en protagonista y problema principal de una obra que nos ofrece además una clasificación de los regímenes políticos, así como una propuesta de ciudad estado que incluye ciertos rasgos de carácter ético. No en vano, la Ética a Nicómaco influye en esta obra, así como algunos de los textos biológicos de Aristóteles.

La idea principal del texto es el lógos como característica diferenciadora de las sociedades humanas respecto al resto de sociedades. Esta idea continúa la reflexión aristotélica en torno a la sociabilidad natural del ser humano: vivimos en sociedad por naturaleza, y también por naturaleza poseemos el lenguaje como elemento que nos distingue del resto de especies. Así, a contraluz Aristóteles nos está ofreciendo también su propia visión del ser humano como animal que tiene palabra. El lenguaje se convierte además en la raíz de la moral y la política, pues gracias a él podemos discutir “sobre lo justo y lo injusto” y dar voz a nuestro “sentido del bien”. En consecuencia, el texto podría responder a la siguiente pregunta: ¿En qué se diferencia la sociedad humana del resto de sociedades? La respuesta aristotélica apuntaría al lógos como aquello que nos define y nos separa del resto de animales, siendo una condición indispensable de nuestra manera de vivir en sociedad.

Se podría decir que la estructura argumentativa del texto incluye dos ideas principales:

  1. El lógos como característica esencial de la sociedad humana
  2. Del lenguaje manan el sentido moral y también la vida en la ciudad

El principal argumento de Aristóteles apela a la naturaleza como origen de nuestra capacidad lingüística. Puesto que la naturaleza “no hace nada en vano” (idea que alude indirectamente a la biología aristotélica) y el ser humano dispone del lenguaje, habrá que concluir que todo lo que deriva del mismo, como el vivir en la ciudad, es “por naturaleza”, y que además da a nuestra manera de vivir en sociedad una nota distintiva en tanto que nos permite discutir sobre cuestiones morales y políticas, que es la idea que aparece en la segunda parte del texto. Esto es precisamente lo más característico de la vida en la ciudad: tomar las decisiones a través de la palabra, que nos ha sido dada por la naturaleza.

Pregunta 2: términos subrayados

Los términos a comentar son los siguientes:

  1. Naturaleza: en este contexto, sería sinónimo de generación, creación, movimiento. La naturaleza sería la fuerza generatriz de lo existente, responsable última de que las cosas sean lo que son y no otras distintas. La naturaleza es, también, el “ser de las cosas”, y en el caso del ser humano la palabra, el lógos, estaría en nuestra naturaleza, sería parte constitutiva de lo que somos.
  2. Palabra: entender este término sólo como la unidad lingüística de significación sería empobrecerlo. Más que eso, la palabra es en Aristóteles símbolo del lenguaje, de nuestra capacidad de dialogar y exponer argumentos, razones, que deben ser el fundamento último de las decisiones dentro de la polis. No hay que perder de vista que este término es traducción de lógos, palabra polisémica donde las haya: razón, proporción, discurso… La palabra, en Aristóteles, guarda relación con todos estos sustantivos.
  3. Lo justo y lo injusto: son dos de los conceptos más importantes de la polis, que ha de ser justa si de verdad quiere mantenerse. Aristóteles distingue dos tipos de justicia (distributiva y conmutativa), pero no es esto lo esencial de esta expresión en el que aparece subrayada. Lo que nos está indicando el autor de la Política esa que la posibilidad de discutir sobre lo justo y lo injusto proviene del lenguaje y es una de las actividades fundamentales de la polis. Para que una ciudad lo sea en su sentido más pleno, ha de aspirar a ser justa, lo que pasa obligatoriamente por la discusión pública de las decisiones que se hayan de tomar.
  4. Sentido del bien: en un sentido amplio podría interpretarse como la conciencia moral. Pero el enfoque propio de Aristóteles merece afinar esta idea. En este contexto, lo que nos está sugiriendo Aristóteles es que nuestra capacidad de valorar acciones y decisiones desde un punto de vista moral deriva del lenguaje. Nos diferenciamos del resto de especies por la palabra y esta misma palabra es la que nos permite pensar y hablar en torno al bien y al mal. La moral, por tanto, deriva fundamentalmente del lenguaje, de nuestra capacidad de expresar ideas, sentimientos, argumentos…
  5. Ciudad: el propio Aristóteles nos ofrece una definición en la Política, donde se dice que la ciudad es la comunidad de casas y aldeas para el bien vivir. Lo más importantes de esta concepción de la ciudad es tener en cuenta dos ideas. La primera de ellas: que el hombre vive en la ciudad por naturaleza. Es impensable que el ser humano se desarrolle al margen de la ciudad. La segunda idea: la polis es el lugar específico de la vida buena, de la felicidad. Sólo dentro de la ciudad logra el ser humano su felicidad, el desarrollo máximo de sus capacidades.

Pregunta 3: Tema a desarrollar (Aristóteles: el alma y el conocimiento)

Sin duda nos encontramos ante un tema complejo, tanto por la dificultad de interpretación de los propios textos aristotélicos como por la manera en que se ha formulado la pregunta. Por ello, tratando de ofrecer la visión más amplia respecto a la cuestión planteada, organizaremos nuestra exposición en tres partes:

  1. El concepto de alma en Aristóteles
  2. El proceso del conocimiento
  3. El conocimiento como máxima aspiración del alma humana: la ética

Continuando con la importancia que Aristóteles concede a la biología, entenderá el alma como en principio esencial de vida. De esta manera, todo lo vivo tiene alma, con lo que implícitamente nos estaríamos separando de Platón para el que el alma estaba ligada al mundo de las Ideas y al conocimiento. Frente a esto, Aristóteles nos habla de tres funciones del alma o tipos de alma:

  1. Alma vegetativa: es característico de las plantas, y se limita a las funciones nutritivas y vitales esenciales.
  2. Alma sensitiva: aparece en los animales, y se caracteriza por contar con la sensibilidad, el deseo y la facultad de movimiento. Así, los animales son capaces de conocer la realidad en un sentido muy primitivo, conocimiento imprescindible para tomar decisiones y actuar en consecuencia de lo que perciben.
  3. Alma racional: específica del ser humano, nos capacita para el conocimiento intelectual, logrando sobrepasar la experiencia presente, y conocer la forma de las cosas así como deducir nuevo conocimiento a partir del que ya tenemos. Así, el alma humana es principio de vida, pero también desea por naturaleza el conocimiento de la verdad

A partir de lo anterior, se podría decir que el hombre aspira por naturaleza a conocer, tal y como afirma Aristóteles al comienzo de su Metafísica. Cabría preguntarse entonces qué es el conocimiento para Aristóteles. Al igual que su maestro Platón, Aristóteles afirma que el conocimiento debe buscar lo universal, es decir, existe algo más allá de la apariencia que hace que las cosas sean lo que son. Se trata de la forma de las cosas, que es el objetivo último del conocimiento. Hay por tanto una verdad universal en la realidad y podemos conocerla. Sin embargo, el proceso del conocimiento no tiene nada que ver con lo descrito por Platón: el conocimiento empieza por los sentidos, y en este sentido no somos muy distintos al resto de animales. Lo que ocurre es que a la percepción empírica inicial le sigue un proceso de abstracción por el que vamos “desmaterializando” lo observado hasta llegar a conocer la forma de las cosas, su esencia.

La descripción de este proceso de abstracción es compleja e incluso en los propios textos aristotélicos es posible encontrar incongruencias al respecto. Por ello puede tener sentido alejarnos de la terminología conceptual (entendimiento agente, entendimiento paciente, etc) y explicar una metáfora que nos ofrece el propio Aristóteles: el conocimiento consiste en la impresión de las cosas en nuestro entendimiento. Cuando percibimos algo es como si las cosas presionaran sobre nuestros sentidos, que podrían interpretarse como una lisa tablilla de cera blanda. Así, al conocer las cosas estas presionan sobre la tabilla dejando impresa en nosotros su huella. Esto es precisamente lo que podríamos entender como forma. Cuando hemos percibido un mismo objeto en sucesivas ocasiones, terminamos siendo dueños ya de su forma, de manera que no necesitamos tener el objeto presente para conocerlo y hablar de él como si lo estuviera. La realidad nos entra por los sentidos y nos graba, como si de un sello se tratara, sus formas, de manera que el individuo “capta” la esencia. La propia palabra “concepto” significa precisamente esto: lo “cogido”, lo “tomado” de la realidad. “Cogemos” las formas de las cosas cuando estas nos entran por los sentidos, desencadenando un proceso de abstracción que culmina en el conocimiento de la esencia de las cosas. Posteriormente este conocimiento puede elaborarse en proposiciones que serán verdaderas si se corresponden con lo que es la realidad. Estas proposiciones pueden combinarse de un modo adecuado para producir nuevo conocimiento y esto es precisamente lo que hace la razón por medio de la lógica.

Para completar nuestro recorrido sobre el par de conceptos “alma y conocimiento” es más que oportuno recordar que la asociación entre ambos conceptos no es sólo cognoscitiva. Es preciso introducir también algunas reflexiones de la ética, en la que entendimiento y voluntad están íntimamente unidas. No en vano define Aristóteles la felicidad como la “actividad del alma dirigida por la virtud”. El alma entonces, tiene una dimensión operativa: no sólo conoce el mundo sino que también vive en el mismo, “hace” cosas en la realidad física y social. En cierto sentido, el alma es principio de acción y también de decisión en tanto que decidimos por medio de nuestra voluntad. Y como decía unas líneas más arriba, Aristóteles distinguirá virtudes propias de la voluntad (éticas) y virtudes propias del intelecto (dianoéticas). Más aún: el hombre prudente, que es un modelo a seguir dentro de la propuesta ética Aristótelica es precisamente aquel en el que inlecto y voluntad conviven en armonía: el alma del hombre prudente sabe lo que hay que hacer (virtud intelectual, capacidad de análisis y toma de decisión) y quiere hacerlo (virtud de la voluntad, que cuenta con la suficiente fuerza como para llevar la acción a cabo). En el terreno ético se podría decir que la acción virtuosa es el fruto natural del alma virtuosa, capaz de conocer el bien y llevarlo a término.

Podríamos dar un paso más y poner en relación los dos conceptos que aparecen en la pregunta: alma y conocimiento. Si el “télos” del ser humano es alcanzar la felicidad, cabría preguntarse qué estilo de vida es el mejor, el que más nos asegura el lograr una vida feliz, completa, realizada. A qué debe aspirar nuestro alma si queremos ser felices. De todos los estilos de vida posibles, Aristóteles propone precisamente la vida entregada al conocimiento, la vida teórica. Si el ser humano es el anima que tiene logos, parece que tendrá que vivir de acuerdo a su naturaleza, de acuerdo a lo que es. Nuestra capacidad de conocer es una de las notas distintivas de nuestra especie, por lo que la vida más auténtica y plenamente humana tendrá que desarrollar al máximo este conocimiento. Por si esto fuera poco, el conocimiento es el mayor bien del alma en tanto que nada ni nadie, excepto la enfermedad o la muerte, nos lo puede arrebatar. Sólo la vida teórica es autosuficiente: mientras que vivir para los honores, las riquezas o la fama nos obliga a depender de fuentes externas. Lo que sabemos es en cierta forma el mayor tesoros de nuestra alma, y nos permite llevar una vida feliz, en la que no dependemos de elementos externos, sino de nosotros mismos. De esta forma, esta exposición que comenzaba con referencias a la antropología aristotélica y a la teoría del conocimiento, nos conduce de un modo casi natural a la ética: el alma mejor es la de aquel que se dedica a conocer, pues siempre tendrá más opciones de ser feliz.

Pregunta 4: Comparación entre autores

Puesto que en el examen se combinan cuestiones de política (tema principal del texto) y de teoría del conocimiento (pregunta a desarrollar) combinaremos ambos aspectos para comparar a Aristóteles con Platón. Comenzando con las semejanzas cabría destacar:

  1. Para ambos autores la polis está por encima del individuo. El “holismo” está muy claro en el caso de Platón: su modelo ideal de estado se organiza en clases sociales que deben asumir una función propia, para la cual han de sacrificar cualquier otro aspecto de su propia vida: el ser humano vive para la ciudad. Esta idea está también presente en Aristóteles que en su Política afirma que sólo la ciudad es autárquica, en tanto que puede existir al margen del individuo, mientras que éste al margen de aquélla sería “una bestia o un dios”.
  2. En ambos autores hay una conexión clara entre ética y política. El caso platónico es muy claro: el ciudadano debe ser educado por el estado para alcanzar la sabiduría o para llegar a desempeñar la función que le es más propia. Si en el terreno ético hay tres facultades humanas (o partes del alma) con su correspondiente virtud, en la política se hablaría de tres clases sociales, con sus funciones correspondientes y una virtud asociada. En el caso de Aristóteles la política viene a ampliar la reflexión ética, en tanto que la felicidad tan sólo se logra dentro de la ciudad. Así, la gran pregunta que abordaría la reflexión política del estagirita sería precisamente: ¿cómo podemos crear una ciudad que ponga las mayores condiciones posibles para que el ciudadano alcance la felicidad dentro de ella?
  3. En la teoría del conocimiento podríamos establecer otro paralelismo: la existencia y legitimidad del conocimiento abstracto. Platón llega a despreciar los sentidos ya que para él no pueden proporcionar nunca verdadero conocimiento. Para el fundador de la academia la verdad está en las Ideas, y por eso nuestro conocimiento ha de aspirar a la mayor abstracción posible. En el caso de Aristóteles no hay tal desprecio del conocimiento empírico, pero sí una valoración positiva de la abstracción: el conocimiento aspira a lo universal, y se puede decir que conocemos en un sentido pleno cuando poseemos las formas de las cosas, su universal.

Pese a estos parecidos, existen también diferencias importantes, tanto en política como en teoría del conocimiento. Podríamos señalar al menos las siguientes:

  1. Aristóteles concibe la política como una ciencia práctica, en contraposición a la visión platónica que la entendería como una ciencia teórica. En consecuencia, Platón nos describe en su República un modelo ideal de estado, al que se llega por medio de una discusión basada en argumentos que pretenden llegar a conocer y describir la Idea de Estado. Así, la verdad de su propuesta sería similar a la verdad de un teorema matemático, sin ningún tipo de interés en que el proyecto sea o no realizable. Por su parte, Aristóteles leyó la constitución de varias ciudades-estado, y en sus reflexiones advierte que la política depende siempre de las circunstancias, por lo que cada pueblo ha de adaptarse a las circunstancias sociales, económicas, políticas y culturales de cada época. La política es una disciplina de acciones y decisiones, no de mera contemplación, y es preciso estar pendiente en todo momento de la realidad.
  2. Una consecuencia de esta diferencia puede comprobarse precisamente en el modelo de estado: Platón nos habla de una sociedad dividida en tres clases sociales con sus funciones correspondientes. Productores, guerreros y sabios se encargarían única y exclusivamente de la producción de alimentos y otros bienes materiales, de la participación en la defensa de la ciudad y en la guerra, y del gobierno de la ciudad. Tres clases sociales de las que no se puede salir y a las que se pertenece en función de las propias capacidades. Frente a esto, Aristóteles no nos habla de una sociedad dividida en clases sociales tan cerradas. Conectando la ética y la política, afirma que el régimen intermedio es el mejor, por lo que se muestra partidario de una aristocracia de las clases medias como fórmula ideal. Entiendo por esto que es un modelo que buscar, pero no una forma de gobierno rígida e inamovible: existen circunstancias históricas, sociales o políticas que pueden hacer preferible otra forma de gobierno.
  3. En cuanto a la teoría del conocimiento, la diferencia fundamental entre Platón y Aristóteles está en la valoración del conocimiento empírico: mientras que el discípulo de Sócrates desprecia el conocimiento sensible ya que jamás nos proporcionará verdadero conocimiento, Aristóteles defiende el valor del conocimiento sensible, que es condición de posibilidad de todo conocimiento. Sin los sentidos jamás llegaríamos a captar la forma de las cosas. En coherencia con esto, el mundo material es despreciable para la filosofía platónica, mientras que Aristóteles defiende que la materia es una parte constitutiva de la realidad, que debe ser valorada como tal, al menos en tanto que es el soporte imprescindible de la forma.