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Guillermo de Ockham. Comentario resuelto (UCyL, junio de 2008)

Propuesta de resolución del texto extraido de Suma de la lógica. Examen de Selectividad de las Universidades de Castilla y León de junio de 2008.

Texto para comentar

» Comentario de texto propuesto en el examen de selectividad de las Universidades de Castilla y León de junio de 2008.Vea también los apuntes de este autor.

Ockham: Suma de la Lógica.

Hay que sostener, pues, que todo universal es una realidad singular, y que, por lo tanto, no es universal sino en la significación, porque es signo de muchos. Y esto es lo que dice Avicena en el libro V de la Metafísica: “Esta forma, aunque, comparada con los individuos, es universal, sin embargo, comparada con el alma singular, en la cual está impresa, es individual, ya que es una de las formas que están en el entendimiento”. Quiere decir que el universal es una intención singular del alma, apta naturalmente para ser predicada de muchos, de suerte que por ese hecho de tener aptitud para ser predicada de muchos, no tomada por sí, sino por esos muchos, se la llama universal, y por el hecho de ser una forma existente realmente en el entendimiento, se la llama singular. Y así, “singular”, dicho en el primer sentido, se atribuye al universal, pero no tomado en el segundo sentido; a la manera como decimos que el sol es causa universal, y, sin embargo, es verdaderamente una realidad particular y singular, y, por lo mismo, una causa, singular y particular.

CUESTIONES:

  • Explique el sentido del texto y analice los términos subrayados (Valoración 0-4 puntos).
  • Conocimiento y lenguaje en Guillermo de Ockham (Valoración 0-4 puntos).
  • Teniendo en cuenta la pregunta anterior, relacione a Ockham con algún otro autor o corriente de pensamiento, señalando aproximaciones o diferencias (Valoración 0-2 puntos).

Propuesta de resolución del comentario
La propuesta de resolución es siempre orientativa. Que se entienda sólo como una tentativa de solución, seguramente mejorable. No es difícil imaginar que 50 profesores de filosofía propondrían 50 soluciones distintas (y a saber qué nota recibirían en las pruebas de acceso...). Por eso, lo que ofrecemos aquí es exclusivamente una propuesta de resolución. Se puede utilizar como material de referencia para establecer correcciones (y mejorar la propuesta) o para tener una ligera idea de cómo se podrían contestar las preguntas.

Pregunta 1: contextualización y términos

El texto que se nos plantea fue escrito por Guillermo de Ockham, uno de los filósofos más importantes de la baja edad media, y sin lugar a dudas de los más sobresalientes del siglo XIV. En el filósofo franciscano se personifica la crisis de este siglo: el final de la edad media y la aparición de nuevas ideas que terminaran dando paso al renacimiento se pueden apreciar con total claridad en el pensamiento de Ockham. Ideas claramente modernas como la separación de razón y fe aparecen combinadas en su filosofía con el convencimiento personal de la existencia de Dios, aspecto característico de la edad media. Los temas teológicos y religiosos, propios de la edad media, son abordados desde una perspectiva tremendamente original, que sólo siglos más tarde alcanzará su expresión más madura en autores como David Hume. El pensamiento de Ockham no sólo tiene valor por su particular situación histórica entre dos grandes épocas de la historia de la filosofía: se enfrentó de un modo crítico a las autoridades religiosas de su tiempo, sin volver la espalda a las diferentes disputas que hubo en la iglesia católica a lo largo del siglo XIV. Estas características han convertido a Ockham en todo un símbolo del pensamiento libre, tal y como aparece recogido de una forma literaria en El nombre de la rosa, la genial novela de Humberto Eco.

Sobre la Suma de la lógica habría que destacar que su tema central, como el propio título indica, es la lógica. Esta obra se inscribe en la tradición medieval de prestar una especial atención a la lógica, como ciencia de construcción del conocimiento y como espacio para la argumentación y la verdad. Por ello, de una forma indirecta Ockham nos está hablando también de la realidad y del conocimiento: al exponer su teoría nominalista y explicarnos qué son los universales está defendiendo también el particularismo metafísico y un empirismo más profundo que el de Santo Tomás. La tesis central del libro puede resumirse en el nominalismo o, lo que es lo mismo, la inexistencia del universal, ideas que serán desarrolladas en la siguiente pregunta.

El fragmento trata de explicarnos cómo el universal puede ser a la vez uno y múltiple o dicho de otra forma, como puede ser a la vez singular y universal. El argumento que presenta Ockham es sumamente ingenioso: todo universal es único en la medida en que se trata de una imagen mental que proyectamos a la realidad. Sin embargo esa unicidad puede ser aplicada a una pluralidad de cosas, particulares y concretas, y en este segundo sentido podríamos decir que el universal es singular, con los que la contradicción queda superada. Lo verdaderamente universal es la capacidad de nuestra imagen mental o de la palabra de proyectarse sobre la realidad. La metáfora del sol es significativa: de la misma forma que el sol, siendo uno, nos permite ver muchas cosas, el universal, siendo uno, es aplicable a muchas cosas. Como vemos, el texto podría responder a la pregunta ¿Qué es el universal? A lo que respondería, ciñéndonos al texto, diciendo que “es una intención singular del alma apta naturalmente para ser predicada de muchos

Una vez explicado el sentido del texto, analizaremos el significado de los términos subrayados:

  • Universal: el universal es signo lingüístico, convencional y con capacidad significativa (“suponen” o suplantan la realidad). Son términos, palabras (nomine) no realidades existentes, por lo que no tiene sentido defender su existencia real.
  • Singular: lo que quiere decir Ockham al referirse a la singularidad del universal es precisamente a que estamos ante una única palabra que sin embargo puede suplantar muchas realidades distintas. El universal es singular en la medida en que las palabras son únicas y particulares.
  • Entendimiento: es la facultad del conocimiento en la que se forman los universales, entendidos no sólo como las palabras, sino fundamentalmente como las imágenes mentales de las cosas. El entendimiento es por así decir, el lugar de los universales y depende de los sentidos que son la fuente principal del conocimiento humano.
  • Predicada: la intención del alma se puede aplicar a una pluralidad de realidades, y por ello utiliza Ockham el término “predicar”, con lo que introduce también la dimensión lingüística del universal: la imagen mental que formamos a partir de la observación de las cosas se asocia a una palabra que puede formar parte del “predicado” de muchas oraciones. O dicho de otra forma: esa palabra se puede “predicar” de muchas realidades (Ej: “esto es A”, siendo A un concepto cualquiera).
  • Realidad: Para Ockham realidad es toda entidad material y particular. Ni los universales ni las ideas abstractas tienen existencia real, y por eso no pueden ser consideradas “realidades”. La realidad es particular, concreta y además única e irrepetible. No hay dos cosas absolutamente iguales, aunque nosotros obviemos las diferencias en la aplicación de los universales.

Pregunta 2: desarrollo

En primer lugar, hay que destacar la tremenda originalidad del empirismo de Ockham. En un tiempo dominado fundamentalmente por la filosofía tomista, la primera propuesta de Ockham se dirige precisamente contra uno de sus principios fundamentales: la relación entre razón y fe. Para el filósofo franciscano razón y fe están absolutamente separadas y no mantienen ninguna verdad en común. Puede parecer que esta idea es una posición puramente teológica respecto a un tema medieval. Sin embargo, incluye dentro de sí una consecuencia claramente moderna: al desligarse de la fe y afirmar su incapacidad para afrontar asuntos teológicos, podemos emplear la razón para conocer la naturaleza. En Ockham la razón deja de mirar a las alturas, para ocuparse de lo que tenemos más a la mano y nos resulta más cercano: los seres naturales, el mundo en que vivimos. Esta actitud es la raíz del pensamiento científico que alcanzará su esplendor en la modernidad.
En efecto, no se trata sólo de la reorientación de la razón: su papel va a limitarse a acompañar a los sentidos que son para Ockham el principal de los órganos de conocimiento. En este sentido pretende la explicación de Ockham ser tan sencilla como el resto de su filosofía, aplicando el famoso principio de “la navaja de Ockham”: no hay que multiplicar los entes sin necesidad. En consecuencia se prescinde los complicados procesos de abstracción o de la referencia a ideas innatas: conocemos la realidad de un modo directo e intuitivo a través de los sentidos. Captar la realidad es tomar conciencia de su pluralidad, de la asombrosa exclusividad de cada criatura, que es única e irrepetible. Sólo los sentidos captan en su totalidad la radical originalidad de cada cosa. Es entonces cuando entra en juego el entendimiento, formándose imágenes mentales de aquellas realidades que más semejanzas guardan entre sí. Así pretende explicar Ockham el proceso de conocimiento: nuestros sentidos se recrean en la exclusividad de cada criatura, y es el entendimiento el que selecciona aquellos rasgos que pueden tener en común con otras criaturas.
Como se puede imaginar, es fácil derivar de esta teoría un claro criterio empirista: debemos rechazar no sólo las ideas innatas sino también todas aquellas ideas abstractas de las que no tengamos una experiencia empírica. Con ello, no sólo estamos levantando una crítica a muchas filosofías anteriores (desde Platón y Aristóteles a San Agustín y Santo Tomás, por citar sólo algunos de los autores más representativos) sino que Ockham está tomando posición en una de las dispuesta medievales más controvertidas: la polémica de los universales, en la que en cierto modo se combinan conocimiento y lenguaje. Respondiendo a este problema creará Ockham una de sus teorías más conocidas: el nominalismo.
Con su propuesta nominalista no sólo cuestiona Ockham la validez de las ideas abstractas sino que sencillamente afirma que los universales, conceptos que habían venido jugando un papel esencial en toda la historia de la filosofía, no existen. Se trata de creaciones humanas de tipo lingüístico y en realidad no son más que el “aire de la voz” (flatus vocis). Su existencia se reduce a la sonoridad que se agota en cuanto el universal termina de pronunciarse, pero no hay ningún fundamento real para hablar, por ejemplo, de Ideas, formas o esencias. Los universales son sólo palabras, nombres que utilizamos para ocupar el lugar de las cosas: nomine. No debemos dejarnos engañar por el lenguaje: la palabra no crea la realidad, sino que es nuestra voluntad la que, a partir de la realidad, crea la palabra. Primero las cosas, luego las palabras, siendo conscientes en todo momento de que estas no pueden identificarse con aquellas.
Para comprender bien la propuesta de Ockham hemos de adentrarnos en su filosofía del lenguaje: las palabras tienen la capacidad de suplantar a las cosas. Esta facultad, que Ockham denomina suppositio es la que dota al lenguaje de su gran poder significativo: convertida en signo, no necesitamos de las cosas para referirnos a ellas. Las palabras nos traen las cosas a la mente. Pero no lo hacen de un modo absolutamente fidedigno: nuestra mente selecciona los rasgos más característicos y definitorios de las cosas a partir de la observación directa e inmediata de nuestros sentidos.
Por pura economía del lenguaje (otra consecuencia de la apuesta por la sencillez que implica la navaja de Ockham), prescindimos de la radical originalidad y exclusividad de cada cosa, y asignamos a aquellas que se parecen una misma palabra, un mismo universal. De esta forma es posible la comunicación: aunque el lenguaje sea una herramienta imperfecta (para ser copia exacta de la realidad debería haber una única palabra para cada cosa) resulta tremendamente útil y práctico guiarnos por las imágenes mentales que formamos a partir de la experiencia de la realidad. Surge así un doble sentido de la palabra universal:

  • Universal natural: es aquel que guarda una relación natural con aquello que sustituye. Así, la imagen mental de una cosa es universal natural en tanto que se forma a partir de la contemplación sensible de esa misma cosa. Igualmente, por poner más ejemplos, la risa es universal natural de la alegría, el humo del fuego o el llanto de la tristeza.
  • Universal por convención: en este caso, la capacidad significativa no descansa en una relación natural sino artificial y convencional. Por así decir, nos ponemos de acuerdo en utilizar las palabras, pero estas no guardan una relación directa y natural con las cosas. Se relacionan indirectamente y de un modo artificial con la imagen mental que denotan.

La ilusión del lenguaje consiste precisamente en que la repetición de las palabras y su uso cotidiano terminan creándonos la convicción de que esa imagen mental que denotan tiene una existencia real. Por el contrario, Ockham afirma que la imagen mental existe sólo como concepto, como un contenido más de nuestro pensamiento. Por poner un ejemplo: existen millones de rosas distintas, particulares y concretas, ocupando un lugar determinado dentro de la planta y esta dentro del jardín. Sin embargo, no existe una esencia de la rosa: la Idea de Platón no es más que una ensoñación del lenguaje.
Por todo lo dicho, cabe decir que aquello que nosotros mismos hemos creado con la intención de comunicarnos termina embaucándonos y haciéndonos pensar que existen esencias a las cuales el lenguaje se refiere, cuando en realidad el único objeto válido de las palabras es sencillamente aquellas cosas que podemos observar a través de nuestros sentidos, y siendo en todo momento conscientes de que la palabra pierde siempre algo de realidad, deja aspectos en el camino que quizás no sean relevantes para lo que queremos decir, pero que no por ello dejan de existir. El lenguaje le viene grande a una realidad caprichosa, creada por una voluntad divina que no puede estar limitada por ninguna esencia o universal. Para Ockham, Dios crea una infinidad de particulares. Es nuestro afán de referirnos a ellos el responsable de que su particularidad y originalidad queden escondidas bajo la generalización de las palabras.

A modo de conclusión podríamos resumir la teoría del conocimiento  y la filosofía del lenguaje de Ockham explicando la creación del universal: a partir de la observación empírica de las cosas particulares, se forma una imagen mental de aquellas realidades que mantienen más parecidos entre sí. Esta imagen mental, que es un universal natural pues viene a ser el reflejo de las cosas, se asocia con una palabra que tiene la capacidad de ocupar el lugar de la cosa misma. A esta palabra la denominamos universal convencional, pues mantiene una relación convencional no con la cosa misma, sino con la imagen mental formada a partir de su observación.

Pregunta 3: comparación entre autores

Puesto que hemos desarrollado el tema de la teoría del conocimiento y la filosofía del lenguaje, nos centraremos en ambos para establecer la comparación con otros autores. Por la afinidad de temática, cabría establecer parecidos entre Ockham y Hume.

  • Para ambos los sentidos son la fuente primordial de conocimiento. Hume considera que el conocimiento humano comienza por los sentidos, que son el único origen legítimo del mismo. Ockham coincide con esta idea, pues sólo a través de los sentidos se puede captar la realidad con todos sus detalles, incluso en aquellos aspectos en los que desborda a las palabras.
  • Comparten además una crítica a las ideas abstractas. Ya hemos hecho referencia a ello a lo largo de la exposición anterior. Hume iría aún más lejos que Ockham: todas aquellas ideas que no tengan su origen en la experiencia deben ser eliminadas. La filosofía empirista se caracteriza así por una vocación de depuración del lenguaje o las ideas que llegará hasta Russell y el primer Wittgenstein.
  • Tanto Ockham como Hume compartirían además una concepción limitada del conocimiento humano, a la que va asociada una crítica a la filosofía. No podemos ir demasiado lejos con nuestros sentidos, y esto es exactamente lo que hace la filosofía que suele incluir muchos conceptos abstractos entre sus elaboraciones, y no acostumbra a contrastar con la realidad las teorías.

Teniendo en cuenta lo anterior es fácil señalar, a contraluz, las diferencias que puede haber entre Ockham y aquellos autores que apuestan claramente por el conocimiento racional, como puede ser el caso de Platón:

  • Una diferencia esencial estará, evidentemente, en la concepción del conocimiento. Mientras que Platón defiende que los sentidos son un conocimiento despreciable nada fiable, Ockham afirma precisamente lo contrario. Para Platón el conocimiento sensible puede tener como virtud la de impulsar a la razón que posteriormente prescindirá de todo dato empírico. Algo que Ockham no compartiría e incluso criticaría duramente.
  • El nominalismo de Ockham es una negación directa de la teoría de las Ideas de Platón. Si Ockham piensa que los universales son sólo nombres sin existencia real, las Ideas platónicas no pueden ser más que conceptos vacíos, sin ninguna validez o existencia real. Utilizar las ideas platónicas para comprender la realidad es sólo querer evadirse de la misma e ignorar deliberadamente la infinidad de matices que esta nos muestra. La teoría de las Ideas sería para Ockham una generalización intolerable y falsa.
  • Las diferencias anteriores afectan también al lenguaje, asunto que Platón aborda en el Cratilo. El asunto de este diálogo es precisamente la relación entre las palabras y las cosas: de la misma forma que aparece el convencionalismo que puede encontrarse siglos después en Ockham, se presenta también en este diálogo una teoría ideal del lenguaje, según la cual habría una relación natural entre las palabras y las cosas. No es posible determinar a ciencia cierta la postura platónica, pero si nos atenemos a sus diálogos de madurez, parece claro que no podríamos identificarles con el convencionalismo voluntarista de Ockham.

Para terminar, cabe decir que la filosofía de Ockham no sólo fue una de las más importantes de su siglo sino también una de las más influyentes de su tiempo. No hay duda que el empirismo que anticipa abre espacio para autores como Hobbes, Locke y Hume, y su aguda teoría del lenguaje puede encontrarse, con otros conceptos, en autores tan modernos como el propio Russell. De hecho, uno de los factores que ha provocado la revisión del pensamiento de Ockham es sin duda le gran presencia de la filosofía del lenguaje dentro de la filosofía del último siglo. Si a esto le unimos la actualidad de temas como las relaciones entre razón y fe (o si las queremos trastocadas en aspectos más prácticos, estado e iglesia), hemos de reconocer no sólo la importancia filosófica del autor, sino también las aportaciones beneficiosas que puede realizar para comprender procesos y problemas de nuestra sociedad.