Los métodos de esta locura: la insensibilización
Introducción
»Texto adaptado a partir del original, extraído de Capacitado para matar (pdf)
La manera en que los militares aumentan el índice de matar en combate debe enseñarnos algo, pues es la misma que utiliza nuestra cultura hoy día con nuestros hijos. Los métodos de capacitación que los militares utilizan son la brutalización, condicionamiento clásico, condicionamiento operante y modelos a imitar. Explicaré esos métodos en el contexto militar y mostraré la manera que estos mismos factores están contribuyendo al aumento de la violencia en nuestra cultura.
La brutalización y la insensibilización ocurren al inicio de la instrucción para nuevas reclutas. Desde el momento en que se baja del autobús es objeto de abuso físico y verbal: un sinfín de flexiones, horas interminables en posición firme o de correr con cargas pesadas y en todo momento hay profesionales bien entrenados que se turnan para gritarle. Con el fin de que pierda toda individualidad, le rapan la cabeza, y les llevan en manadas desnudas o vestidos todos iguales. La brutalización está diseñada para deshacer todos los valores y normas que tiene; y acepte nuevos valores como la destrucción, la violencia y la muerte para su manera de vivir. Al final uno está insensibilizado a la violencia y la acepta como una destreza normal y esencial para sobrevivir en su brutal mundo nuevo.
Con nuestros hijos ocurre algo muy similar a esa insensibilización hacia la violencia; es por medio de la violencia en los medios de comunicación -- pero en vez de jóvenes de 18 años, se inicia a los 18 meses cuando por primera vez una criatura es capaz de discernir lo que ocurre en la televisión. A esa edad una criatura puede mirar algo que ocurre en la televisión e imitar la acción. Pero a los seis o siete años de edad funciona la parte del cerebro que le permite comprender la fuente de la información. A pesar de que los niños pequeños tienen cierta comprensión de lo que significa fingir, su desarrollo mismo no les permite distinguir con claridad entre la fantasía y la realidad.
Cuando el niño pequeño ve a personas disparadas, apuñaladas, violadas, brutalizadas o asesinadas es como si fuera lo que realmente le ocurre a él. Permitir que una criatura de tres, cuatro o cinco años esté mirando una película como 'salpicadura', que en los primeros 90 minutos esté aprendiendo relacionarse con un personaje y luego en los últimos 30 minutos esté mirando, indefensa, mientras que ese amigo es cazado y brutalmente asesinado es el equivalente moral y psicológico de presentar a su hijo a un amigo, permitir que juegue con el amigo y luego descuartizar al amigo frente al hijo. Y eso ocurre a nuestros hijos centenares de veces.
Tranquilo, les decimos. 'Vaya, es para divertirse. Mira, no es verídica, es una película.' Y ellos asienten con su pequeña cabeza diciendo 'está bien'. Pero ellos no pueden distinguir. ¿Se puede recordar un momento en la vida suya o de los hijos cuando los sueños, la realidad y la televisión fueron todos mezclados? Así es en ese nivel del desarrollo psicológico. Eso es lo que los medios de comunicación están haciendo con los menores.
The Journal of the American Medical Association (La Revista de la Asociación Médica Americana) publicó un estudio definitivo sobre el impacto de la violencia televisiva. La investigación demostró lo que ocurrió en numerosas naciones después de la llegada de televisión comparado con naciones y regiones sin televisión. Las dos naciones o regiones comparadas son idénticas demográfica y étnicamente; una solo variable es diferente: la presencia de la televisión. En cada nación, región, o ciudad con televisión, hay una explosión inmediata de violencia en el patio de recreo y dentro de 15 años hay una duplicación de la tasa de asesinatos. ¿Por qué 15 años? Es el tiempo necesario para que la brutalización de criaturas de tres a cinco de edad alcance la 'edad principal de crimen.' Es el tiempo necesario para cosechar lo sembrado cuando se brutaliza e insensibiliza a un niño de tres años.
Hoy en día los datos que vinculan la violencia en los medios de comunicación a la violencia en la sociedad son superiores a los que vinculan el cáncer y el tabaco. Centenares de estudios científicos válidos demuestran el impacto social de la brutalización por los medios de comunicación. La citada revista concluyó que 'la introducción de la televisión en los años 50 causó una duplicación en la tasa de homicidios. Es decir, la exposición a la televisión por largos plazos durante la niñez es un factor causal detrás de aproximadamente la mitad de los homicidios cometidos en los Estados Unidos, o sea, aproximadamente 10.000 homicidios anualmente.' El artículo también dice que '... hipotéticamente si la tecnología televisiva nunca hubiera sido desarrollada, hoy día anualmente habría 10.000 homicidios menos, 70.000 violaciones menos y 700.000 asaltos perjudiciales menos' (10 de junio de 1992).
Condicionamiento clásico
El condicionamiento clásico se ejemplifica en el famoso caso de los perros de Pavlov que uno estudia en el primer curso de psicología. Los perros aprendían a asociar el toque de la campana con la comida y al estar condicionados, los perros no podían escuchar la campana sin salivar. Los japoneses eran maestros en el uso de condicionamiento con sus soldados. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial los presos chinos fueron ubicados de rodillas, en una zanja, con las manos atadas por detrás. Y uno por uno, unos pocos soldados japoneses elegidos entraban en la zanja para matar 'su' prisionero a puñaladas de bayoneta. Es una manera horrorosa de matar a otro ser humano. Sobre la orilla de la zanja un sinfín de otros soldados jóvenes le animaba a la violencia. Pocos soldados matarían en esas circunstancias, pero por medio de la exigencia y los ánimos de los demás nadie se negaba a hacerlo: los japoneses eran capaces de utilizar esta clase de atrocidades para condicionar, de manera clásica, a una multitud de espectadores. Les condicionaban a asociar el placer con la muerte y el sufrimiento humano. Inmediatamente después se invitaba a los soldados espectadores a tomar sakí, la mejor comida que habían disfrutado durante meses y a las así llamadas chicas de consuelo. ¿El resultado? Aprendían a asociar el hecho de cometer actos violentos con el placer.
Los japoneses descubrieron que esa clase de técnicas tenía una eficacia extraordinaria para capacitar rápidamente a cantidades numerosas de soldados a cometer atrocidades durante los siguientes años. El condicionamiento operante (que vamos a considerar enseguida) le enseña a matar, pero el condicionamiento clásico es un mecanismo sutil, aún poderoso, que le enseña a disfrutarlo. Esta técnica es tan censurable moralmente que hay muy pocos ejemplos de su uso en la capacitación moderna militar en los Estados Unidos, pero hay ejemplos bien definidos de la manera en que los medios de comunicación lo hacen con nuestros hijos. Lo que está pasando con nuestros hijos es lo contrario de la terapia de aversión que se presentó en la película 'La naranja mecánica'. En esa película se ata con correas a una silla a un brutal sociópata, asesino masivo y le obligan a mirar películas violentas mientras que le inyectan una droga que le da nauseas. Así que, sufre las naúseas con arcadas y vomitando mientras que está mirando las películas. Después de centenares de repeticiones él asocia la violencia con las nauseas y limita su habilidad de ser violento.
Nosotros estamos haciendo precisamente lo contrario. Nuestros hijos miran imágenes gráficas del sufrimiento y de la muerte humana y ellos aprenden a asociarlas con su gaseosa favorita o algún caramelo o el perfume de la novia. Después de las matanzas en Jonesboro una de las profesoras del colegio me contó cómo respondieron los alumnos cuando ella les informó de lo ocurrido en el otro colegio. 'Ellos se rieron,' me dijo ella consternada. Una reacción similar ocurre todo el tiempo en los cines cuando hay violencia sangrienta. Los jóvenes se ríen y aplauden y siguen comiendo sus palomitas y tomando sus gaseosas. Hemos criado a una generación de bárbaros que han aprendido a asociar la violencia con el placer, tal como los romanos aplaudían y merendaban mientras mataban a los cristianos en el Coliseo.
El resultado en un fenómeno que funciona de una manera similar al SIDA; yo lo llamo SIDVA --Síndrome de Inmuno-Deficiencia de Violencia Adquirida. El SIDA nunca ha matado a nadie. Destruye el sistema inmunológico y luego resultan fatales otras enfermedades que no le deberían matar. La violencia televisiva por sí sola no le mata. Destruye el sistema inmunológico a la violencia y le condiciona a sentir placer por la violencia. Y una vez que está en las cercanías de otro ser humano y es el momento de apretar el gatillo, el Síndrome de Inmuno-Deficiencia de Violencia Adquirida puede destruir su resistencia proveniente de la parte media del cerebro.
Condicionamiento operante
El tercer método que los militares utilizan es el condicionamiento operante; es un procedimiento muy poderoso de estímulo-respuesta, estímulo-respuesta. Un ejemplo benigno es el uso de simuladores de vuelo para pilotos. Un piloto en formación se sienta frente a un simulador de vuelo durante un sinfín de horas; al encenderse cierta luz de advertencia, se le enseña a responder de una manera específica. Al prenderse otra luz de advertencia, se requiere de él otra respuesta. Estímulo-respuesta, estímulo-respuesta. Un día el piloto realmente está volando un avión jumbo; el avión está estrellándose y están gritando unas 300 personas detrás de él. Él está mojándose, está perdiendo la cabeza del susto, pero hace lo correcto. ¿Por qué? Porque ha sido condicionado para responder en forma refleja a esta crisis particular.
Cuando una persona está asustada o enojada responderá como ha sido condicionado a responder. Los menores escolares ensayan a formar fila y salir del colegio en el caso que haya un incendio. Un día ocurre tal hecho y a pesar de estar asustados y fuera de sí, hacen precisamente lo que su condicionamiento les ha enseñado y salvan la vida. Los militares y las fuerzas de orden público han convertido el matar en una respuesta condicionada. Por ese medio han aumentado sustancialmente la tasa de disparos en el campo moderno de batalla. El entrenamiento para soldados de la infantería de la Segunda Guerra Mundial utilizó blancos en forma de círculos concéntricos; hoy los soldados aprenden a disparar contra siluetas en forma de hombres que saltan a su campo de visión. Ese es un estímulo. Los aprendices tienen unas centésimos de un segundo para abordar el blanco. La respuesta condicionada es disparar al blanco, y luego ese cae. Estímulo-respuesta, estímulo-respuesta, estímulo-respuesta -- los soldados o la policía hacen la repetición centenares de veces. Más tarde, cuando el soldado está en el campo de batalla, o el oficial de policía está haciendo su recorrido y alguno le saca un arma, él disparará en forma refleja y disparará para matar.
Sabemos que del 75 al 80 por ciento de los disparos en el campo moderno de batalla resultan de esta clase de capacitación estímulo-respuesta. Ahora pues, si uno se siente un poco molesto por esto, ¿cuánto más nos debería preocupar el hecho de que cada vez que un niño se divierte con un videojuego interactivo de apuntar y disparar, él está aprendiendo precisamente el mismo reflejo condicionado y las mismas destrezas motrices?
Yo era testigo experto en un caso de homicidio en Carolina del Sur pidiendo moderación para un chico que se enfrentaba una sentencia de pena capital. Intentaba explicar al jurado el hecho de que los videojuegos habían condicionado al chico a disparar un arma para matar. Él había gastado centenares de dólares en videojuegos aprendiendo a apuntar y disparar, apuntar y disparar. Un día él y su compañero decidieron que sería divertido robar una pequeña tienda. Entraron, y él apuntó una pistola 38 chata a la cabeza del cajero. El cajero giró para mirarle y el acusado en forma refleja le disparó desde unos dos metros. La bala entró al cajero entre los ojos -- un disparo bastante notable con ese arma a esa distancia -- y mató a ese padre de dos niños. Después consultamos con el acusado acerca de lo que pasó y por qué lo había hecho. Obviamente no era parte del plan matar al cajero (había seis cámaras de video presentes). Él dijo, 'No sé. Fue un error. No tenía que suceder.'
En el mundo de la milicia y del orden público a menudo la opción correcta es no disparar. Pero el chico nunca, nunca, nunca pone monedas o fichas en la máquina de juegos con la intención de no disparar. Siempre hay algún estímulo que le pone en marcha. Y cuando él se emocionó, y sus latidos cardíacos aumentaron, y la vasoconstricción apagó la parte frontal del cerebro, ese chico respondió precisamente a lo que había sido su condicionamiento: en forma refleja apretó el gatillo, disparando con precisión tal como había hecho todas las veces que jugaba a los videojuegos. Este proceso es extraordinariamente poderoso y espantoso. El resultado es que cada vez habrá más seudopsicópatas caseros que matan en forma refleja sin mostrar ningún remordimiento. Nuestros hijos están aprendiendo a matar y aprendiendo a disfrutarlo; y luego nosotros nos atrevemos a decir, '¡Ay! ¡Dios mío! ¿Qué pasa?'
Uno de los chicos (y eran chicos) que supuestamente participó en los disparos en Jonesboro tenía bastante experiencia en disparar armas verídicas. El otro no practicaba disparos, y a nuestro entender casi no tenía experiencia anterior en disparar. Entre los dos, esos chicos dispararon 27 tiros a una distancia mayor a 30 metros y alcanzaron a 15 personas. Eso sí es un disparo extraordinario. A menudo encontramos situaciones como ésta -- chicos que jamás en la vida alzaron un arma de fuego real pero que tienen una precisión de disparo increíble. ¿Por qué? Los videojuegos.
Modelando papeles a imitar y preguntas
En el ejército uno se confronta de inmediato con un modelo a imitar: el sargento de instrucciones. Él es una personificación de la violencia y agresión. En conjunto con los héroes militares esos violentos modelos a imitar siempre han sido utilizados para influir las mentes jóvenes e impresionables. Hoy día los medios de comunicación proveen modelos a imitar para nuestros hijos, y se puede ver eso no solamente en los sociópatas rebeldes de las películas y los programas de televisión, sino también en los aspectos imitadores de los asesinatos de Jonesboro que son inspirados por los medios de comunicación.
Es ese aspecto de los crímenes juveniles que las redes de televisión prefieren no comentar. Investigaciones en los años 70 demostraron la existencia de 'suicidios agrupados' en los cuales los informes de suicidios de adolescentes por televisión fueron la causa directa de numerosos suicidios imitadores de adolescentes impresionables. En alguna parte de cada población hay chicos que tienen el potencial de suicidarse y que se dirán a sí mismos, '¿Y qué? Yo voy a enseñar a esa gente que me maltrataba. Ya sé cómo salir en la tele también.' Debido a esas investigaciones hoy día los canales de televisión generalmente no informan sobre suicidios. Pero los efectos de la apariencia de jóvenes asesinos en la pantalla de la televisión es la misma: En alguna parte hay un chico con el potencial de violencia que se dirá a sí mismo: '¿Y qué? Yo voy a enseñar a esa gente que me maltrataba. Ya sé cómo salir en la tele también.'
Así es que hay asesinatos agrupados imitadores que se extienden por los Estados Unidos como un virus diseminado por el noticiero nocturno. No importa lo que haya hecho una persona, al salir su imagen en la televisión se le convierte en una persona famosa y alguien en algún lugar le emulará. La historia de los disparos de Jonesboro se inició en Pearl, Mississippi unos seis meses antes. En Pearl un joven de 16 años fue acusado de matar a su madre y luego irse a su colegio para disparar contra nueve estudiantes. Murieron dos de ellos, una su ex novia. Dos meses más tarde el virus llegó a Paducah, Kentucky; allí un joven de 14 años fue arrestado por matar a tres estudiantes y herir a otros cinco.
Un paso muy importante en la diseminación de este virus de crimen imitado ocurrió en Stamps, Arkansas. Ocurrió 15 días después de Pearl y unos 90 días antes de Jonesboro. En Stamps un chico de 14 años, quien estaba enojado con sus compañeros, se escondió en el bosque y disparaba contra los niños que salían del colegio. ¿Suena conocido? En ese caso fueron heridos solamente dos niños, por eso el mundo no llegó a escucharlo. Pero a nivel local, la cobertura televisiva era excelente y es probable que dos chicos en Jonesboro, Arkansas la vieron. Y luego llegó a Springfield, Oregon y a muchos otros lugares. ¿Es eso el precio que queremos pagar para el 'derecho' de las redes de televisión de convertir a jóvenes acusados en personas famosas y modelos a imitar por medio de la exaltación de sus fotos en la televisión?.
Nuestra sociedad necesita informarse acerca de estos crímenes, pero cuando se transmiten las imágenes de jóvenes asesinos en la televisión se los convierte en modelos a imitar. Los niños corrientes de edad preescolar pasan 27 horas semanales mirando la televisión. Este grupo de niños tiene más comunicación directa con la televisión que con los padres y profesores en conjunto. El logro máximo para nuestros hijos es salir en la televisión. La solución es fácil, y sale directamente de la literatura de suicidiología: los medios tienen todo el derecho y la responsabilidad de contar la historia, pero no tienen ningún derecho de glorificar a los asesinos presentando sus imágenes en la televisión.
Preguntas para el comentario
- Busca ejemplos actuales de condicionamientos que inciten a la violencia (en el ejército, en la sociedad civil…)
- ¿Nos ha hecho la televisión o los videojuegos más violentos? Justifica la respuesta.
- ¿Estás de acuerdo con el planteamiento del texto? ¿Qué soluciones podrían adoptarse para evitar los problemas que aparecen ahí?
- Televisión, videojuegos, ocio violento… ¿Vivimos en una sociedad marcada por la violencia? ¿Va ésta en aumento?
- Descubrimientos psicológicos son aplicados, en este caso, para generar violencia. Trata de encontrar fórmulas que apliquen esos mismos descubrimientos para generar una sociedad menos violenta.