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Platón I. Comentario resuelto

Exposición detallada de un texto platónico, análisis de sus términos más importantes, y relación de Platón con otros autores de la Historia de la Filosofía (muy indicado para selectividad).

Texto para comentar

«Pues bien, mi querido Glaucón -proseguí-, este cuadro debemos aplicarlo exactamente a lo que dijimos antes. Hay que asimilar el mundo que nos es patente por medio de la vista al local de la prisión, y la luz del fuego que hay en ella a la luz del Sol. En cuanto a la subida al mundo superior y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a lo que constituye mi vislumbre, ya que has manifestado el deseo de oírme sobre esto. Si es o no verdadero, sólo la divinidad lo sabe. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del Bien; pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible h engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de la verdad y de la inteligencia, y que por fuerza tiene que verla quien quiera proceder sabiamente tanto en su vida privada como en la pública.»

Platón. República. Texto 1.- República, Libro VII. (8)

Cuestiones

  • Análisis del texto: ideas principales.
  • Análisis de los términos subrayados en el texto.
  • Relación de Platón con otros autores o corrientes de pensamiento: aproximaciones y diferencias.

Análisis del texto: ideas principales

La República es un diálogo didáctico escrito por Platón, filósofo griego del siglo IV a.C., en los primeros años de funcionamiento de la Academia, tras la vuelta de su primer viaje a Sicilia. El tema central es la justicia. Como en otros diálogos platónicos, los adversarios son los sofistas. Consta de diez libros.

El Libro VII relata un diálogo entre Sócrates y Glaucón, hermano de Platón. La escena tiene lugar en el Pireo, en casa de Céfalo. Platón explica, por boca de Sócrates, el estado del alma con relación a cada clase de conocimiento, valiéndose de una comparación: el mito de la caverna.

"Este cuadro...". Comienza el texto haciendo referencia a la escena descrita en los párrafos anteriores, que no es otra que la situación imaginada de unos personajes que habitan en el fondo de la caverna.

Finge Platón que unos cautivos se encuentran encadenados en el fondo de una cueva. Allí se proyectan, me­diante la luz de una hoguera, las sombras de los objetos que van pasando­­­ por la entrada de la cueva. Habituados a la oscuridad, toman como reales­­­ esas sombras, ya que nunca han percibido otra realidad más que esa. Si alguien, saliendo de esa situación, llega a contemplar la verdadera realidad se sentirá dichoso y lamentará la suerte de los demás cautivos. Pero si se propusiera volver a la caverna para sacar a sus antiguos compañeros del error en que están (toman las sombras por realidades), tratando de que dirijan su mirada hacia el exterior, la luz les cegará. Es seguro que no le comprenderían y le maldecirían por la ceguera.

La primera indicación es que para entender la enseñanza que encierra el mito de la caverna "hay que asimilar el mundo visible y el local de la prisión". El saber es como el ver, y para ver hace falta la luz. En la oscuridad de la caverna se confunden las cosas con sus sombras. Es el estadio correspondiente a la imaginación.
Continúa el texto haciendo referencia "a la subida al mundo superior y a la contemplación de éste", comparándole "con la ascensión del alma hasta la región inteligible".

La liberación de las cadenas y el volverse desde las sombras hacia las imágenes y la luz, su ascenso desde la caverna hacia el sol, su primer momento de incapacidad de mirar allí a los animales y plantas y a la luz del sol, pero su capacidad de mirar los reflejos en las aguas y las sombras de las cosas reales, todo este tratamiento revela el poder de elevar el alma hasta la contemplación del mejor de todos los entes, tal como en la alegoría del mito de la caverna se elevaba el órgano más penetrante del cuerpo hacia la contemplación de lo más luminoso en el mundo visible y corporal. El sol y su luz, nos permiten ver al final, aunque con dificultad, la idea de Bien.

La subida al mundo superior es comparable al ascenso de la mente hacia la región de lo inteligible, o mundo de las ideas. La conclusión es que el final de ese proceso de ascensión se encuentra en la idea del Bien. La idea del Bien constituye el presupuesto necesario de todo conocimiento, y finalmente, el fundamento del bien obrar.

El auténtico filósofo es el que ha logrado elevar su alma hasta el más alto grado del conocimiento inteligible. En los confines del mundo intelectual está la idea de Bien, que es la causa de todo lo bello y lo bueno que hay en el universo; es preciso fijar bien la mirada en esta idea para conducirse con sabiduría en la vida pública y en la privada. Ella es el principio, eterno e inmutable, del orden moral y del orden político. Por eso el fin de la educación filosófica, destinada a formar a los gobernantes del futuro Estado, debe ser el de dirigirlos hacia la idea de Bien.

La idea clave de la utopía platónica es que han de gobernar los filósofos. Quiere, Platón, demostrar la necesidad de educar a los ciudadanos más selectos para que obren con justicia dentro de una ciudad (polis) justa. ¿A quién se dará, y cómo, esta educación? A jóvenes escogidos que estén dotados de determinadas cualidades. Consumado el período de su formación, estarán en condiciones de gobernar, pues serán los mejores de los hombres y los más hábiles políticos del mundo.

Este texto presenta para nosotros un doble interés:

1º Un interés histórico. Nos introduce en el centro mismo del pensamiento de Platón, con la distinción fundamental del mundo sensible y el mundo de las ideas. El filósofo es alguien que ha roto con las visiones engañosas del mundo sensible para vivir entre las ideas.

2º Un interés perenne. La afirmación de que no es por la vista, sino por la inteligencia como se puede llegar a la realidad que está en lo alto, pone de manifiesto y nos hace comprender el valor de la filosofía, cuyo origen está en el asombro o en la admiración. El pensamiento filosófico tiende a lograr una verdad universal. Busca la verdad, y en consecuencia la reflexión filosófica aparece como una liberación. De ahí que la filosofía haya sido considerada desde la antigüedad la disciplina liberal por excelencia.

¿Cómo se elevará el alma progresivamente desde las tinieblas hasta la luz? Una serie de ciencias prepararán el camino: la aritmética, la geometría, la astronomía. Todas ellas no son más que el preludio de la verdadera ciencia, la que pone al hombre en situación de dar y entender la razón de todas las cosas: la Dialéctica. La Dialéctica es ciencia y método a la vez: da al alma la facultad de elevarse desde los objetos más humildes hasta la suprema idea del Bien, para descender nuevamente hasta los objetos, recorriendo así en su marcha todos los grados del ser.

Análisis de los términos subrayados en el texto

Alma. En el texto, Platón hace referencia a la afinidad del alma con las ideas y su proceso de ascensión hasta la idea del Bien. Siguiendo la doctrina del orfismo (doctrina mistérica de la antigua Grecia), Platón concibe al hombre como un ser compuesto de ­­alma y cuerpo. El cuerpo, corruptible y perecedero, es visto por Platón como un lugar (cárcel) de alojamiento temporal del alma. En el Fedro (mito del carro alado), Platón nos relata cómo el alma se aferra en su caída al primer cuerpo que encuentra, y le confiere vida. Alma y cuerpo están unidos accidentalmente, como el barquero y la nave. Al morir el cuerpo, el alma cambia de destino, subiendo o bajando en la jerarquía de las vidas.

En el alma distingue Platón tres partes: a) Concupiscible: reside en el abdomen, y de ella provienen las pasiones inferiores: el hambre, la sed, el deseo sexual. Es mortal. Su virtud es la templanza. b) Irascible: reside en el tórax, y es la fuente de las pasiones nobles. Es inseparable del cuerpo y perece con él en el momento de la muerte. Su virtud es el coraje, valor o fortaleza. c) Racional: reside en la cabeza, y su función es dirigir las operaciones superiores del hombre, conocer las ideas y las verdades eternas. Es de naturaleza divina e inmortal. Su virtud es la sabiduría práctica o prudencia.
Mundo inteligible / mundo sensible (visible). La realidad aparece en Platón dividida en dos mundos: el mundo inteligible o mundo de las ideas, y el mundo sensible o de las cosas materiales. Las cosas del mundo sensible son copias imperfectas de las ideas. A las ideas sólo se tiene acceso mediante la razón, no a través de los sentidos. Son independientes, eternas e inmutables. Están perfectamente jerarquizadas: en la cumbre se encuentran ­la Justicia y la Belleza, y por encima de todas ellas la idea suprema de Bien. El mundo inteligible es el mundo de las ideas, que Platón compara con el mundo de la luz.

Bien. El término griego agaqon, que traducimos como "bien", significa lo apto, lo apropiado, lo justo, lo que está en su sitio, es decir, que es propiamente aquello que es. Esto es lo que en Platón constituye la noción de "idea". Por eso, la determinación de "idea" es la misma que la determinación de "bien". Quiere esto decir que "bien" coincide con "ser". Aún más, en el bien se condensa la plenitud del ser. La determinación última del ser a la que podemos llegar en el proceso ascensional del conocimiento es la "idea de las ideas". Platón le da el nombre de "la idea del bien". "Del bien" es un genitivo apositivo, y equivale, por tanto, a una aposición. Consecuentemente, la "idea del bien" quiere decir aquella idea que es el bien. El "bien" es la idea suprema. La idea del bien es condición de la posibilidad de la presencia, es la luminosidad por la cual algo puede estar presente, es puro brillo, pura luminosidad. Lo compara metafóricamente con el sol del mito de la caverna. En su conocimiento culmina la dialéctica. El Bien ha de ser la referencia de todo comportamiento ético y de toda actividad política. El que este objetivo aparezca como necesario en la formación de los que han de ser gobernantes, pone de manifiesto la importancia que Platón concede al carácter "político" de la filosofía.

Contemplación. La teoría del conocimiento platónica se describe como un proceso ascensional que nos lleva a la contemplación de las ideas. Contemplar es ver directamente la realidad del mundo de las ideas, lo cual sólo es posible mediante la razón, no mediante los sentidos. Toda actividad teórica es, para Platón, una cuestión relacionada con la vista. El mismo concepto de idea significa en griego "visión". Tras ello se encuentra el convencimiento platónico de que es necesario ver la verdadera realidad más allá del mundo sensible, y esta realidad está presidida e iluminada por el Bien.

Relaciones de Platón con otros filósofos o corrientes de pensamiento

La originalidad de los primeros filósofos griegos radica en buscar el arjé o principio de las cosas en la naturaleza, no en la voluntad de un ser divino. De los pensadores que le precedieron, Platón acepta la división que Parménides hace de la experiencia: el camino de los sentidos fuente de opinión (doxa) y el camino de la razón, vía de la ciencia (episteme). Contra Heráclito argumenta que si no existe algo permanente no se puede explicar el ser de las cosas. De Heráclito asume también la dialéctica como método que nos ayuda a leer y comprender la realidad. De los pluralistas toma Platón el elemento ordenador (Nous) presente en la doctrina de Anaxágoras, pero rechaza la teoría del caos y el azar presente en el atomismo de Demócrito. Parece también muy vinculado con el pitagorismo, tras sus viajes a Italia. Por ejemplo, el mundo de las ideas participa de la estructura organizativa y modélica que Pitágoras otorga a los números.

Pero el influjo más cercano le viene de su maestro Sócrates y de los sofistas, que son sus contemporáneos. Todos ellos son personajes centrales en los Diálogos platónicos. De Sócrates aprende la necesidad de definir los conceptos y su intelectualismo moral. Con los sofistas comparte la idea de la necesidad de la educación para hacer de los hombres buenos ciudadanos, pero la contraposición con los sofistas se pone de manifiesto en la forma de entender la educación: no se trata de introducir conocimientos en la mente del educando, sino en enseñar a mirar hacia donde merece la pena mirar.

En el tema del conocimiento, o en el de la ética y la política, un referente obligado por la inmediatez que existe entre las ideas de ambos, coincidentes en algunos temas o radicalmente opuestas en otros, es Aristóteles. En el tema del conocimiento, el realismo aristotélico choca frontalmente con el idealismo platónico. Para explicar la realidad Aristóteles no postula, como Platón, un mundo inteligible (el mundo de las ideas) por encima del mundo de las cosas sensibles, porque ello implicaría duplicar innecesariamente la realidad. Él sustituye las ideas platónicas por la noción metafísica de forma, principio activo, que uniéndose­­ a la materia, elemento pasivo e indeterminado, da lugar a la constitución de un ser o de una sustancia concreta. Se conoce esta teoría como "doctrina hilemórfica".

Con su teoría de la reminiscencia Platón explica el conocimiento como el recuerdo de lo visto anteriormente por el alma en el mundo de las ideas. Mientras que según Aristóteles, la mente es como una tabla rasa, y el contenido de su conocimiento tiene su origen en la experiencia.

Platón y Aristóteles comparten la idea de que hay que ser respetuoso con las leyes para ser feliz. Pero hay también notables diferencias entre ellos. Al hablar de las virtudes que regulan la actividad del alma, Platón propone la práctica de tres virtudes, una para cada parte del cuerpo: la prudencia de la razón, la fortaleza del ánimo y la templanza de la concupiscencia. Solamente practicando estas virtudes podrá el hombre mantener en equilibrio sus facultades, es decir, realizar la justicia y conseguir así la felicidad. Para él la justicia no es una virtud ética específica, sino el resultado de mantener en equilibrio las distintas facultades del hombre. En cambio, Aristóteles considera a la justicia como una virtud ética o práctica importante e independiente, y entra en matizaciones como la distinción entre lo que es justo por ley y lo que es justo por naturaleza, o señalando las características entre distintas clases de justicia. En el caso de la prudencia, ésta es para Aristóteles una virtud intelectual, no una virtud práctica que haya de presidir las decisiones de los gobernantes.

En Política, el modelo aristotélico no es utópico como la República platónica, sino elaborado a partir del estudio de las Constituciones existentes en ese momento. Hay coincidencia entre ambos filósofos a la hora de señalar las diferentes formas de gobierno. Para Platón el modelo ideal es el gobierno presidido por los sabios, filósofos. Para Aristóteles no basta con tener en la mente un gobierno perfecto, sino que ha de ser realizable y adaptable a todos los pueblos. Según Aristóteles, el mejor gobierno es aquel en el que prevalece la clase media, pues es el más alejado de los excesos que se cometen cuando el poder cae en manos­­­­­ de los que no poseen nada o de los que poseen demasiado. Es en el equilibrio entre la ley y la libertad donde se halla el ideal de gobierno democrático que los atenienses pusieron en práctica en tiempos del legislador Solón y con Pericles

En cuanto a la repercusión de las doctrinas de Platón, en el siglo II nos encontramos con el neoplatonismo (Plotino), que es una mezcla de la doctrina platónica con la de Aristóteles y el estoicismo. El cristianismo, en especial el agustinismo (San Agustín), utilizará múltiples elementos del platonismo para organizar su cuerpo doctrinal.

Algunos han visto en la República platónica un modelo de utopía política capaz de contribuir a crear una sociedad justa e igualitaria. La palabra "utopía" no nace hasta el año 1516, con la obra de este título del inglés Thomas Moro. Desde entonces se llama utopía a toda descripción de la sociedad que se supone perfecta en todos los sentidos.

Los pensadores del siglo XVII consideran la República platónica como una quimera. Por el contrario, los pensadores socialistas del siglo XVIII (Cabet, Viaje a Icaria) tratan a Platón como un defensor de la igualdad y la comunidad. Por su parte, Marx interpreta las "clases" de la República como una idealización del régimen de castas egipcio.

Bertrand Russell considera, en el año 1920, que el gobierno leninista está "mucho más próximo que cualquier otro paralelo histórico al de la República de Platón. El partido comunista corresponde a los guardianes de la ciudad platónica; existe en Rusia un intento de tratar la vida de familia de la misma manera que Platón sugirió".

En el ámbito del nazismo, Hildebrant afirma que la Alemania hitleriana es la realización finalmente iniciada de la ciudad platónica.

En el mundo anglosajón Toynbee acusa a Platón de ser un defensor de un Estado fuerte de castas rígidas, en el que una casa privilegiada gobierna paternalmente, controlando con los oportunos medios técnicos a la mayoría del "ganado humano".

Karl Popper, en su obra La sociedad abierta y sus enemigos, considera el platonismo como el germen de las doctrinas totalitarias contemporáneas.

El modelo político cerrado y autoritario de Platón, que hace primar los intereses del Estado sobre los de los individuos, ha estado enfrentado hasta nuestros días con el modelo socrático y aristotélico de una sociedad abierta basada en el acuerdo racional entre los hombres.

Cuestión segunda: (temas que han sido propuestos en años anteriores)

  • Teoría del conocimiento en Platón.
  • Teoría de las ideas y ética en Platón.
  • Dialéctica y grados de saber en Platón.
  • La teoría del conocimiento y el tema del bien en Platón.