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Elegía al cero

Despedida al cero, a pocos meses de su muerte
Cero

¡Oh, expresión matemática de la nada filosófica! Artefacto indio del vacío atomista. Mercancía de los árabes que impulsó nuestro pensamiento: catorce siglos de historia contemplan ahora tu muerte educativa. Psicólogos, pedagogos, politicastros y legisladores te abominan, maldicen de tus efectos sobre las vacías mentes de los infantes. Defensores del mayor de los milagros matemáticos, nos obligan ahora, oh cero incorrompible, a ignorar la blancura de un examen y convertirla en uno. Los infinitos números reales que os separan, cero, no parecen contar para mentes que tanto cuentan, quizás sin haber contado antes demasiado. Te acusan de angustiar y deprimir, de dañar y traumatizar vidas humanas. Proscrito estás de las notas, para siempre muerto en los boletines. Al paro te mandan, cero, por intolerante, por no ser comprensivo, por llamar a las cosas por su nombre. Eres indecente y delincuente, cero, y jamás volverás a manchar con tu redondez el lustroso historial de los brillantes alumnos.

Muerto el cero se acabó la rabia, piensan ellos, ignorantes. La rabia del fracaso escolar que tú causas (y no los malos estudiantes), la que tú pregonas y con la que nos avergüenzas. Cero pisano, europeo, universal. Cero educativo. Mas pensemos en tus enormes benficios, pues son los mismos que te vituperan, los que te dan muerte, los que te reivindican: te buscan, cero, en fracaso escolar, te anhelan si hemos de hablar de los casos de acoso, eres Dios si se trata de inadaptación o de necesidades por cubrir. En su hipocresía y apariencia te desean ardientemente: pobreza cero, paro cero, inflación cero. Tus benéficos efectos se multiplican por doquier, mientras que las autoridades educativas te defenestran. Te queremos, cero, en tantas situaciones, que no podemos más que rebelarnos contra tu muerte y desaparición. Despedirte con pena, con la triste certeza de quien sabe que ya a las cosas no se les llama por su nombre: que una hoja inmaculada merece un uno, por eso, por su nombre. Quizás te odian, cero, porque son conscientes de que la estupidez humana está en muchos casos lejos de tí. Puede que sepan que a veces tiende a infinito... La medida rencorosa, cero, provenga quizás de que poblaste sus infantiles notas.

Allá donde vayas, redondo absoluto, lleva tu verdad sin engañar a los humanos sin permitir que conviertan en ser lo que no es, traicionando al viejo Parménides. Desata sobre tus asesinos tu ira pacífica, tu violencia cero: dales cero votos, cero euros, cero titulares de periódicos, cero fotos propagandísticas, cero segundos mediáticos para que no puedan seguir llenándonos de sus palabras más huecas que el espacio que encierras. Encérales bien. Que aprendan de tus virtudes, de la inestimable ayuda que nos prestas en el mundo numérico. Explícales a los que clavan en tu corazón la daga del uno que tu significado es mucho más trascendente, tu función mucho más importante, que la de otros muchos números que tuvieron más suerte en el azaroso teatro del mundo humano. En esta tu despedida, cero, queremos transmitirte nuestro más sincero agradecimiento, por todos los servicios prestados, y por todo lo que nos has hecho pensar a matemáticos, filósofos, físicos... Siempre estarás en nuestro recuerdo.

¿Tan poco hacemos los profesionales de la enseñanza a lo largo de un trimestre como para que de verdad creamos que un alumno o alumna se merece un cero? ¿Tan poco ha hecho un alumno o alumna a lo largo y ancho de un trimestre como para que nos cueste tan poner un 1? Es más, aunque nosotr@s, l@s profesionales,no hayamos hecho nada con ese chico o chica, aunque el chico o la chica en cuestión no haya hecho nada, ¿necesitamos humillarlo para hacerle entender que no ha conseguido los objetivos?, ¿no podemos transmitirle eso con un 1, con un 2, con un 3, incluso, con un 4? No sé, no creo que la cosa sea para tanto, ¿o es que al quitarnos el cero nos han quitado un poco más de esa autoridad ya de por sí perdida? Seamos serios, la educación es mucho más que un 0, un 1 ó un 2. ¿Hablamos de cosas serias? Un saludo, Montse.

¡Hola Montse! Pues mira, yo tengo alumnos que me entregan el examen en blanco. Suelen ser unos cuantos en cada evaluación. No han escrito nada más que el nombre. No se trata de humillarlos, sino simplemente de reflejar lo que hay en el examen. Es una estupidez, a mi juicio, decir que el cero humilla y el uno no. Es una consecuencia más de esta sociedad que todo lo maquilla, de la hipocresía de la que vivimos rodeados. Profesionalmente me da igual poner un uno o un cero, pero el argumento de que el cero humilla, frustra y produce traumas a los alumnos es como para partirse de risa. Te aseguro que frustra más un cuatro habiendo estudiado que un cero cuando no se ha hecho nada. Si nos ponemos así, el 1 el dos el tres y el cuatro también frustran, y entonces todos los alumnos deberían partir con un aprobado. Una forma muy logsiana de acabar con el fracaso escolar, por cierto. No es un asunto de autoridad, sino, como tú misma señalas de seriedad. Lo que no es serio es que tanto el profesor como el alumno sepa que éste último no ha hecho nada a lo largo del trimestre, que no ha escrito más que su nombre en el examen, y decirle con una sonrisa en la boca: ¡Ánimo, no te frustres, que no tienes un cero...! Es de un paternalista y un proteccionista que, al menos a mí, me parece inaceptable. Por no hablar de lo que se podría discutir alrededor del asunto sobre la valoración del esfuerzo personal. Si un alumno de bachillerato entrega un examen en blanco, ¿qué nota merece?