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El método científico

Para muchos el del método es el problema más importante de la filosofía de la ciencia. Desde este punto de vista habría un conjunto de normas o pasos para guiar al científico. Sin embargo, el razonamiento abstracto que podamos realizar sobre este tema no siempre se cumple en la práctica cotidiana y real de la ciencia. Por eso aparecen aquí diversos modos de enfocar el problema del método, o incluso de plantear la posibilidad de una ciencia al margen del método.

Caracterización general

A un nivel muy superficial cabe hablar de tres grandes métodos científicos:

a) El método axiomático: propio de las ciencias formales (lógica y matemáticas). Consiste en deducir unas proposiciones de otras, siendo su criterio de validez la coherencia formal. Se toma un conjunto de axiomas o postulados como punto de partida, a partir de las cuales se van deduciendo lógicamente todas las consecuencias. El resultado es una teoría, un conjunto de proposiciones relacionadas entre sí de un modo deductivo. Un ejemplo clásico de este tipo de método podemos encontrarlo en la geometría métrica de Euclides. Otro ejemplo es el sistema axiomático de David Hilbert.

Ecuaciones matemáticas

b) Método inductivo: consiste en enunciar una proposición universal a partir de un número finito de experiencias y aparece especialmente en la tradición anglosajona, siendo Francis Bacon uno de sus máximos defensores. La observación o la experimentación juegan una función muy importante en este método: si un experimento arroja un mismo resultado un número suficientemente fiable de veces, se concluye que ese resultado aparecerá siempre, y se podrá establecer la ley que ese experimento verifique. Ha sido utilizado en las ciencias naturales, y fue duramente criticado por Hume: para él, el método inductivo descansa sobre un enorme supuesto indemostrable, que es la regularidad y constancia de la naturaleza.

Partida de billar. El ejemplo del billar fue usado por Hume para criticar el método inductivo

c) Método hipotético deductivo: inspirado en el método de resolución-composición de Galileo, combina la experiencia y la experimentación con la deducción. Se parte siempre de un problema científico, que vendrá dado por una teoría previa o por una preconcepción concreta de la naturaleza (la determinación de qué es un problema científico no es neutral). A continuación se establece una hipótesis explicativa, a partir de la cual se trata de deducir una serie de consecuencias. Si estas consecuencias se ven confirmadas por la realidad, podemos aceptar que la hipótesis es válida. A partir de más confirmaciones, podrá convertirse en ley, y ordenando las leyes y relacionándolas entre sí, obtenemos una teorías. En caso de que la experiencia refute la hipótesis, deberíamos buscar una hipótesis alternativa. En cualquier caso, este esquema formal se ve a menudo desmentido por la práctica científica, por lo que los métodos no son puros: las variables políticas, sociológicas, económicas, e históricas, influyen de un modo importante en la aceptación o refutación de las hipótesis y las teorías.

El telescopio. Uno muy rudimentario fue utilizado por Galileo para defender su modelo geocéntrico

El método inductivo y el hipotético deductivo está relacionado con el verificacionismo: según este, una teoría (T) es verdadera cuando las consecuencias que predice se ven confirmadas por la realidad o la experimentación. Sin embargo, este tipo de razonamiento es inaceptable desde un punto de vista lógico: más aún, puede darse el caso de que teorías distintas predigan una misma consecuencia, con lo que el verificacionismo no puede ser un criterio aceptable en la práctica científica. Por ello, Popper formuló el falsacionismo: nunca podemos asumir una teoría como verdadera de un modo definitivo, sino que hemos de considerar que también el conocimiento científico es provisional. El esquema falsacionista se fija en el modus tollens: si una teoría (T) predice una consecuencia (c), y ésta no es confirmada por la experimentación, entonces podemos considerar que la teoría es falsa. En el marco de la propuesta popperiana, no podemos saber nunca si una teoría es verdadera o no, pero sí podemos averiguar si es falsa. Las teorías científicas del presente son teorías “no falsas”, pero eso no implica que no puedan ser falsadas en el futuro. El enfrentamiento teórico entre el verificacionismo y el falsacionismo tiene al experimento como uno de sus momentos cruciales, y la posibilidad de establecer “experimentum crucis” es esencial, ya que a menudo las teorías introducen modificaciones para adaptarse a las condiciones que la realidad impone.

 

d) La comprensión: método propio de las ciencias sociales y humanas. El componente formal de este método es, en la mayoría de los casos, estadístico, por lo que el tipo de conocimiento alcanzado es muy distinto que en los métodos anteriores. Las dificultades de formalización inherentes a disciplinas como la sociología, la política o la economía obligan a que este tipo de ciencias apliquen la probabilidad y la estadística. Los modelos de estas disciplinas tienen que enfrentarse a una gran dificultad: integrar formalmente aspectos intencionales, que no son sencillamente predecibles. Por ello, estas ciencias aspiran más a explicar un fenómeno, a comprenderlo, que a predecir la evolución del mismo.

 

Una perspectiva histórica: John Stuart Mill

A lo largo de la historia de la filosofía, muchos autores han intentado describir el modo de alcanzar un conocimiento seguro, cierto y fiable. Así, John Stuart Mill trató de elaborar una lista de métodos inductivos para descubrir las causas de los fenómenos. Estos métodos son los siguientes:

  • Método de concordancia: si un fenómeno cualquiera se produce varias veces y somos capaces de encontrar una circunstancia o circunstancias antecedentes en todos los casos, podemos decir que esta circunstancia es la causa del fenómeno. Este método presenta dos dificultades: en el caso en que haya varias circunstancias comunes no se puede discernir cuál (o cuáles) de ellas es la verdadera causa. Además, tampoco se puede fijar la necesidad que existe entre la causa antecedente y el fenómeno.
  • Método de la diferencia: si hay un caso en el cual el fenómeno investigado se produce, y otro caso con todas las circunstancias comunes excepto una, en el que el fenómeno no se produce, podemos concluir que esa circunstancia que no aparece en el segundo caso es la causa del fenómeno.
  • Método de concordancia-diferencia: consiste en una combinación de los dos anteriores. Si al estudiar un fenómeno cualquiera, llegamos a su causa por ambos métodos (tanto por el de la diferencia como por el de concordancia) podremos estar más seguros de la relación existente entre causa y efecto. Este tipo de razonamiento es el que utilizó Eijkman en diferentes estudios con gallinas, llegando a establecer una relación directa entre la dieta y la enfermedad.
  • Método de los residuos: si del fenómeno estudiado se resta aquella parte cuya causa ya se conoce por inducciones anteriores, el residuo del fenómeno es el efecto de los antecedentes restantes. Si del fenómeno abcd se sabe que la circunstancia A es causa de a, que B es causa de b, y que C es causa de c, necesariamente, D será la causa de d.

Cabe discutir si estos métodos son inductivos, como Mill pretendía, o si por el contrario se fundamentan en una deducción. Se trata de métodos de eliminación de causas, en los que aparece implícito el principio del todo o nada, y son métodos de carácter cualitativo, no cuantitativo. Precisamente para introducir una cierta cuantificación, Mill introdujo el método de la variación concomitante: un fenómeno que varía de cualquier manera siempre que otro fenómeno varía de esa misma manera es una causa de este fenómeno o está conectado con él de un modo causal.

John Stuart Mill, uno de los primeros autores en estudiar de forma sistemática los métodos científicos

Los métodos propuestos por Mill pretendían recoger lo que a su juicio había sido la práctica científica hasta aquel momento. El objetivo de sus métodos era, por un lado, reemplazar al ingenio por reglas mecánicas que permitan descubrir nuevas verdades y demostrar las que ya tenemos. Esta tendencia de dar tanta importancia al método (en detrimento del genio científico) aparece también en otros autores como Leibniz, Descartes o Roger Bacon. Por otro lado, los métodos intentan descubrir conexiones causales, y pretenden ser un procedimiento de demostración o prueba de lo descubierto. Rechazar los métodos, y estas dos pretensiones, sería, para Mill, rechazar que el conocimiento científico se obtenga a partir de la observación y el experimento.

 

Pese a todo, estos métodos de Mill plantean dificultades. La forma de eliminar causas es problemática, ya que hay que considerar la gran diversidad de causas alternativas y la forma de eliminarlas no es inmediata. La determinación de las causas pertinentes para el estudio es esencial, y esto no aparece indicado en el método, y tampoco hay un criterio objetivo y neutral que nos ayude en esta tarea. El problema está en que el método exige antes de su aplicación un análisis conceptual de todas las circunstancias que se dan en el caso. No bastan con aplicar el método, sino que el ingenio es tan necesario como aquél.

 

En segundo lugar, son posibles varias correlaciones causales entre la circunstancia y el fenómeno, y los métodos de Mill no realizan este tipo de distinciones. Hay causas suficientes y necesarias, y esto no se puede llegar a determinar sólo por el método. Igualmente, como ya señalara Hume, estos métodos basados en la inducción no garantizan una certeza demostrativa. Sólo con el método no se descubre nada y sólo con el método no se demuestra nada.

 

¿Ciencia y método?

La función del método en el desarrollo de la ciencia ha sido muy discutida. El método trata de guiar una práctica científica, que a menudo encuentra situaciones no previstas en la sencilla descripción del método y que sin embargo hay que solventar. El esquema más aceptado es el hipotético deductivo, y la praxis científica suele seguir los siguientes pasos:

  1. Detectar un problema o situación problemática, lo que depende de teorías o preconcepciones. No hay una observación desnuda o neutral.
  2. Se analiza el problema detectado, buscando una formulación clara del mismo.
  3. A partir del paso anterior, buscando la máxima corrección, se detectan o seleccionan aquellos rasgos que parecen esenciales y pertinentes en el problema a estudiar, fijando así un cuadro de circunstancias en el que se escogen unas cualidades primarias, básicas para la resolución del problema, sabiendo que se pueden despreciar otras que pueden tener importancia.
  4. Se acumula el mayor número posible de datos sobre el problema a resolver. Evidentemente la acumulación no es aleatoria, sino que está dirigida por la misma pregunta, y por las concepciones teóricas previas, buscando diversas fuentes, referencias, experimentos ya realizados…
  5. Se acota un conjunto de fenómenos para convertirlos en un modelo del problema planteado.
  6. Se establecen hipótesis o conjeturas que puedan contrastarse dentro del marco en el que se busca la respuesta.
  7. Se intenta solucionar el problema, desechando lo particular de la situación, y centrando la atención en lo general que ésta implica.
  8. Se generalizan los resultados obtenidos, y se predicen resultados que pueden lograrse en circunstancias similares.
  9. El fenómeno generalizado y modelizado recibe una formulación teórica dentro de marco científico en el que se esté trabajando en esos momentos.

 

Aunque esta sea la práctica general, también podría decirse que este esquema no se sigue nunca, ya que es necesario adaptarlo a las circunstancias particulares de cada proyecto de investigación. Se trata, por tanto, de unas reglas heurísticas, que tienen que complementarse con la imaginación, el ingenio y la inteligencia del científico, que es en última instancia el que decide la evolución y el desarrollo de su propio trabajo.

P. K. Feyerabend, autor de "Contra el método"

¿Existe un método científico? Si entendemos método como un férreo y estricto conjunto de reglas que se aplica en toda investigación científica, deberíamos decir que tal método no existe. De hecho, posturas teóricas como la de Paul K. Feyerabend, defienden que la ciencia jamás hubiera progresado si hubiera tenido que seguir de un modo escrupuloso las reglas del método científico. La imaginación, el genio científico, y también el azar y la causalidad tienen mucho que decir en el desarrollo de la ciencia. De hecho, no existe la ciencia, sino las ciencias, con lo que los métodos a aplicar serán distintos, incluso también dentro de una misma ciencia en diferentes campos. Esto nos lleva a aceptar que la ciencia sí que tiene un método, pero entendiendo por “método” un conjunto de reglas flexibles y abiertas, que pueden (y deben) ser adaptadas por cada científico a su objeto de estudio, a la línea de investigación que impone siempre unas condiciones propias. El método como una serie de normas prudenciales, orientativas, pero que nunca deben ser tomadas como una descripción completa de la práctica científica, al menos si nos atenemos a los escritos sobre metodología más recientes.