La naturaleza es cambio permanente, contradicción sin fin. La lucha de opuestos genera el equilibrio.
El fuego es el origen de todas las cosas. Tiene aquí un significado no sólo físico, sino también simbólico: el fuego es el cambio que conviene conservar de una forma armónica.
La razón, el lenguaje y cualquier otra búsqueda de permanencia es sólo una ilusión y un engaño ante el fluir de la vida, que no se deja atrapar por cualquier forma de pensamiento estática.